Si fueras ella

CAPÍTULO 53

ALEXANDER

El trabajo en la empresa se ha estado incrementando esta última semana, pero no mantiene mi mente a raya y cada vez que pienso en mi mejor amigo y Violeta juntos, me arde la sangre. No puedo creer que todo haya terminado de esta manera. Mi celular suena, al ver, es Serena, ignoro la llamada, lo que menos deseo, es verla. Sé que está mal, pero no puedo evitar alejarme de ella, más que todo por mamá, que no deja de preguntarme por Serena, a toda hora. ¿Por qué no viene a casa? ¿Si estamos peleados? Que deberíamos arreglar las cosas. ¡Que ella es la mujer perfecta para mí! Hay días que llego tarde a la casa para no escuchar sus quejas y sus reclamos respecto al tema de mi amiga.

Al contrario, Ignacio está de mejor humor, me molesta cuando soy consciente que es por Violeta. Desde ayer, la estoy llamando para saber de ella, pero me envía al buzón de voz, me está dejando más que claro que no quiere saber más nada de lo que pasó entre nosotros. La secretaria de Ignacio entra.

—Señor Alexander, la Señorita Serena está aquí.

—Dile que estoy ocupado —Ella asiente, cuando se va a retirar, se encuentra con Serena en la puerta.

—Al parecer, ya no tienes tiempo para tu mejor amiga —Su voz suena dolida.

—Serena, no estoy de humor —Me quejo.

—Desde hace días me estás evitando, Alex ¿Qué pasa? Me estás preocupando, no me devuelves las llamadas, evitas estar cerca de mí, no entiendo… —Me levanto de mi silla dando un fuerte golpe a la mesa.

—¿Te puedes callar? —Ella abre los ojos—. No puedo estar pegado a ti, Serena, tengo una vida. Además, si me he alejado es porque me cansé de ser tu niñera y cuidar de ti... —Cuando veo una lágrima bajar por su mejilla me siento el peor hombre, jamás debí decirle esas palabras—. ¡Lo siento Serena! No sé qué me pasa…

—Perdón —Me mira, sé que mis palabras la lastimaron —No pensé que mi amistad fuera una carga para ti—. Sale de la oficina.

Tiro todo lo que está en la mesa, agarro mi cabeza y solo quiero desaparecer, soy un idiota, ella no tiene la culpa de mis errores. Agarro mi chaqueta y salgo de la oficina, le informo a mi secretaria que cancele todas mis citas y que ordene el desastre que hay dentro. Al salir, el chófer se acerca a mí.

—No, necesito estar solo —Él asiente y se retira.

Raúl está pendiente de mis movimientos, decido ir a un Bar, llego y entro, el lugar está vacío. Le ordeno al camarero que me traiga algo fuerte, necesito desahogarme, sentía rabia conmigo mismo; primero Violeta, ahora Serena. Comienzo a beber, la garganta me arde, pasan las horas y ya siento mi cuerpo sin fuerzas, me levanto como puedo y le dejo unos cuantos billetes al camarero, ya era tarde. Raúl intenta acercarse a mí, pero le ordeno que se aleje, solo necesito a Violeta. ¡No puedo regresar a la empresa así!

Agarro mi celular y busco en mis llamadas el número de teléfono de Ignacio. Lo llamo, espero hasta que me responde, escucho su voz, intento hablar, pero dejé caer el celular, estoy demasiado mal, necesito irme a casa. Busco a Raúl, pero mi vista no es muy buena en este momento, una sombra tapa mi visión, al levantar la mirada, es Ignacio. Una sonrisa sale de mí, si no fuera mi mejor amigo le parto esa cara de niño bonito que tiene por quitarme a mi mujer. Entre Raúl y él me llevan al auto, entro y cierro los ojos.

****

Me levanto y me arrepiento al instante, el dolor de cabeza es insoportable. Observo todo a mi alrededor, estoy en la casa de Ignacio ¿Qué estoy haciendo aquí? Salgo del cuarto, escucho a alguien cantar, al acercarme un poco más, veo a mi mejor amigo en la cocina con un delantal puesto.

—¡Si supieras lo ridículo que te ves con ese delantal! evitarías usarlo conmigo presente —Me siento en una de las sillas.

—Solo tienes envidia ¿Qué tal la resaca? —Me pasa un vaso de agua y una pastilla.

—No es la primera vez, se me pasará —Me tomo la pastilla —¿Qué hora es?

—Muy tarde, amigo. Tenías años que no te emborrachabas así, jamás pensé verte de nuevo en esa etapa —Se ríe

—Solo era un desahogo, más nada ¿Me puedes prestar algo de ropa?

—Claro, toma lo que quieras de mi closet.

Entro a su habitación, me quito la ropa y me doy un baño, el olor que tengo me desagrada, me cepillo y lavo mi cuerpo bien quitando todo olor de alcohol en mí. Al salir, comienzo a vestirme, veo mi celular en la cama, lo agarro, al verlo me sorprendo, la pantalla estaba toda partida no se ve nada, lo guardé junto a mi cartera. Regreso a la cocina para despedirme de Ignacio.

—Nos vemos, gracias por todo —Le digo.

—Para eso están los amigos, mandé a traer tu auto, deberías aumentarme el sueldo —Me lanza las llaves.

—Ya veremos.

Salgo de su casa y subo al auto, tenía que comprarme otro móvil. Al llegar a casa mi abuela estaba leyendo una revista, al verme se levanta y me abraza.

—¿Todo bien, hijo? —Toma mi mano y nos sentamos— Estos últimos días, has estado triste, ya casi ni te veo.

—Mucho trabajo abuela, solo eso.

—¿Seguro? ¿Nada relacionado con esto? —Toca mi corazón.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.