Si fueras ella

CAPÍTULO 54

VIOLETA

Quería quedarme en casa, pero el deber me llama. Aunque quiera huir de todo lo que rodea a Alexander, no puedo, tengo que afrontar las cosas, es lo mejor para mí, debo seguir adelante. Además, ya le dejé las cosas claras, espero y sirva de algo. Me baño y comienzo a vestirme, opto por un pantalón y una camisa que me abrigue bien porque hay mucho frío, mis gomas y recojo mi pelo en un moño alto, mi favorito. Tomo mi teléfono, mis audífonos y mi bolso, salgo de la habitación, me preparo un café. Agarro de la nevera unas galletas, las guardo en mi bolso, me coloco los audífonos y salgo del edificio.

Un taxi se estaciona, abro la puerta y subo, me relajo con la música que tiene puesta – Sin bandera - buena elección. No me importaría que el conductor se tomara su tiempo en llegar a mi trabajo, alegraría mi día. Es difícil para mí tener que verlo, no pensé pasar por esta situación después de todo lo que sucedió con Rodrigo. Debería ir con un psicólogo y saber por qué siempre termino enamorada de hombres inestables, suena el teléfono y era un mensaje de Emma.

“El próximo mes estaré en México, mi tío me está ayudando a buscar un apartamento cerca de la universidad ¿No te parece genial?”

Me parece estupendo poder tener a Emma aquí conmigo, su amistad ha sido una ayuda para mí en todo momento. Además, no la quiero cerca de Rodrigo y mucho menos después de lo que me contó. Lo conozco como la palma de mi mano, sé que cuando quiere algo, lo obtiene, sin importarle lo que tenga que hacer.

—Señorita, ya llegamos.

—¡Oh, lo siento! —Le entrego el dinero— Muchas gracias.

Salgo del auto, miro la casa, siento unas ganas de volver a subirme al taxi e irme, pero debo tener la frente bien en alto, que él sepa que lo que haga o deje de hacer con Serena no me afecta en lo más mínimo. Saludo a los chicos, abro la puerta y escucho unas risas en la sala, cuando llego, la Señora Daniela me saluda y Ross corre hacia mí y me abraza ¿Se puede amar a una persona en tan poco tiempo? yo creo que sí, esta niña ha llenado parte de mi vida de amor y dulzura. Una Señora bastante mayor me da la espalda, al voltearse y verme, abre los ojos y me sonríe; se levanta, me da un beso en la mejilla como saludo.

—Niña, no pensé verte aquí —Mi asombro es notable en este momento—. El mundo sí que es pequeño.

—Muy pequeño —La señora Virginia toma mi mano y me hace sentar a su lado.

—No te agradecí por tu amabilidad en el avión —Me dice.

—No es nada, además, eres una Señora muy agradable, es imposible decirte que no.

—¡Pareciera que se conocen de toda una vida! —El tono que usa la Señora Daniela me sorprende, como si le molestara mi presencia.

La señora Virginia se incómoda por la forma como su hija me habló.

—Deberías ser más educada, hija ¿No tenías cosas que hacer? —Le dice— Se te hará tarde.

Ella agarra su cartera, se despide de su madre y Ross, a mí solo me mira y sale de la casa, algo está pasando aquí, la Señora jamás me había tratado de esa manera.

—No le hagas caso a mi hija, debo admitir que la crié muy mal —Se queja.

—No se preocupe, es mejor no hacer caso de algunas cosas, ya sé a quién sacó Ross la dulzura y no fue de su madre —Ella se ríe.

Ross estaba comiendo unas galletas y un jugo que le había traído la sirvienta. Virginia, como me ordenó que le dijera a partir de hoy, manda a preparar el desayuno, me comentó que seríamos las tres nada más, porque su nieto se fue temprano a la empresa. Creo que sentí cierto alivio, no estaba preparada para ver a Alexander. Listo el desayuno, fuimos al comedor, nos sentamos y nos traen nuestra comida, no he parado de reír al escuchar a Virginia relatar cómo fue su vida de niña.

En un momento me contó todo, estaba atenta a cada palabra que salía de sus labios, era una mujer que luchó por muchos años por tener lo que tiene, su amor por su esposo después de haber fallecido es algo maravilloso. Terminamos, decidimos salir un rato al jardín, pero antes, busco los cuadernos de colorear de Ross que había dejado en el despacho de su hermano. Le digo que me esperen en el jardín, abro y encuentro todo en el mueble, lo agarro y salgo. Al llegar donde ellas estaban, le paso los cuadernos a Ross junto a sus lápices de colores.

—Mi mayor regalo son mis hijos y mis nietos, conmigo vive uno. Mi hijo y su esposa murieron juntos en un accidente, fue algo difícil para la familia, pero siempre he dicho que hay que salir adelante, no te puedes estancar en el recuerdo de alguien que ya falleció. —Mira a Ross—. Siempre se lo digo a mi nieto, la muerte de su esposa fue fuerte para él, pero se aferró tanto al recuerdo que jamás volvió a ser el mismo, algo en él se rompió.

—¿Se amaban mucho?

—Anne era la adoración de Alexander, un amor como el de ellos muy pocos lo consiguen en este mundo. Ella era una dulzura, hizo cambiar a Alexander en muchas maneras —Toma mi mano—. No hablemos del pasado, mejor cuéntame ¿Estás saliendo con alguien?

—Sí, es un gran hombre. A veces siento que no lo merezco.

—¿Cómo dices eso, Violeta? Con lo poco que te conozco, sé que tienes muy bonitos sentimientos y sé que él lo va a saber valorar ¿Cómo se llama el galán?




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