VIOLETA
Estaba triste y decepcionada, no he dejado de llorar. Jamás pensé que la Señora Daniela fuera a hacerme esto. ¿Todo esto por Alexander? Si es así, me parece estúpido que su decisión esté basada en mi situación sentimental. Cuidaba de Ross mucho mejor que ella. Ni siquiera me dejó despedirme de mi pequeña. Mi apartamento se sentía solo ¿O era yo? Talía había salido con Marcos, tenía una cena con sus suegros, me alegro que todo esté bien entre ellos, por lo menos, uno de nosotros es feliz.
Me senté en el mueble, comencé a buscar una película y poder aliviar un poco está tristeza, pero nada, apago el televisor, recuesto mi cabeza en el respaldo del mueble y cierro los ojos. Tocan la puerta, me quejo, no quiero ver a nadie hoy, me levanto de mal humor y abro. Ignacio entra, se nota preocupado.
—Necesito que vengas conmigo, Violeta —Lo que menos deseo es salir—. Es Ross, está en la clínica.
Abro los ojos y corro a mi habitación, me cambio de ropa, dejo mi pelo suelto y salgo de mi habitación, apago la luz de la sala, cierro. Mientras caminábamos hacia la salida, le envié un mensaje a Talía.
“Ross está en la clínica, voy con Ignacio. Después te cuento”
—¿Otra vez la anemia?
—No sabemos —Me abre la puerta—. Mientras que el doctor la revisaba, decía tu nombre, Violeta. —Lágrimas caen por mi mejilla, Ignacio toma mi mano y la besa, subo al auto.
El viaje se me hizo eterno, solo quería llegar, ver a Ross y saber que todo está bien. Llegamos a la clínica, Ignacio baja, llega hasta mí y me abre la puerta, caminamos juntos hasta la sala de emergencia. Al llegar, estaba Alexander junto con su abuela, la Señora Daniela estaba alejada. Al llegar, todos fijan la mirada en mí, me siento incómoda.
—¿Qué hace ella aquí? —La voz de la Señora Daniel resuena en el pasillo.
—Yo la mandé a llamar. Ross la necesita, te guste o no. —Alexander le habla fuerte.
—¿Cómo está Ross? —Le pregunto a la Señora Virginia.
—Ya está mucho mejor, Violeta —Me sonríe— Estamos esperando que despierte.
Me siento aparte con Ignacio, él me abraza, siento la mirada de Alexander en nosotros, los minutos pasan y mi ansiedad aumenta, la puerta se abre, nos levantamos, y nos acercamos.
—Doctor ¿Puedo ver a mi hija? —Pregunta Daniela.
—Si usted se llama Violeta, puede pasar —Mis ojos se abren.
Todo quedó en un total silencio hasta que Alexander decide hablar.
—Violeta es ella —Me señala—. Era su niñera.
—Entonces venga conmigo, Señorita —Miro a la Señora Daniela, está molesta, la ignoro y sigo al Doctor.
Llegamos a una habitación, el Doctor me abre la puerta y me indica que pase, al hacerlo, Ross está sentada viendo la televisión. Al verme se intenta bajar de la cama, me acerco corriendo para que no lo haga, la abrazo; me dolió no haber tenido la oportunidad de despedirme de ella.
—¿Vas a volver a la casa, Viole? —No tengo palabras para ella. —No quiero que te vayas.
—La decisión es de tu madre, princesa —Ella comienza a llorar —Pero, te prometo que encontraremos una solución para poder vernos.
Ella se tranquiliza, me siento junto a ella en la cama y la abrazo, no había querido comer así que llamé a la enfermera para que le trajera la comida, estuve pendiente para que se comiera todo, sabía cómo era de delicada.
—Me tengo que ir… —Me abraza fuerte—. Allá fuera están todos, te quieren ver.
Se queja, pero al final me suelta, le doy un beso en la frente y salgo de la habitación. Al llegar a donde estaban todos, me preguntan por Ross, menos Daniela. Su comportamiento hacia mí me está empezando a molestar. El Doctor informa que pueden pasar a verla, entra Alexander junto con su madre y abuela, yo me quedo con Ignacio a esperar que salgan y poder despedirnos ellos. Ignacio me cuenta que quiere que conozca a su hermana este fin de semana, aunque me parece demasiado rápido, para no hacerlo sentir mal, le digo que sí, él besa mi mejilla.
—Sé que pensarás que es muy pronto —Me siento incómoda—. Pero no te la presento porque eres mi pareja, te la presento porque eres más que eso, eres una persona muy especial en mi vida, siempre será así.
Sin saber por qué, un carraspeó nos hace separarnos, está Alexander mirándonos, mientras que Virginia tiene una sonrisa en su rostro.
—¡Qué bonitos se ven los enamorados! —Comenta Virginia, causando un sonrojo en mí—. Jamás pensé que mis ojos verían a Ignacio con alguien, tan picaflor que eras.
—Solo estaba esperando a la chica indicada, mi hermosa Virginia —Besa mi mejilla— Solo falta Alexander.
—Creo que al final terminaré con Serena, total, somos tal para cual —Su mirada cae en mí, dolió bastante sus palabras—. Nos vemos.
Lo veo irse, siento un nudo en la garganta, nos despedimos de Virginia, le digo que cualquier cosa que pase con Ross me avisen. Salimos de la clínica, nos subimos al auto. En todo el camino ninguno de los dos dijo nada, no me sentía bien, solo quería llegar y acostarme. Aunque a veces quiera hacerme la fuerte, mis ganas de estar con Alexander incrementan, no puedo olvidarlo, me enamoré como una tonta de él y ahora no sé qué hacer con todo este sentimiento.
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Editado: 08.11.2025