Si fueras ella

CAPÍTULO 58

ALEXANDER

No entendía en qué momento mi mejor amigo comenzó a tener sentimientos por Violeta. Además ¿Él no estaba profundamente enamorado de Serena? Esto era una completa estupidez, lo único que tenía claro es que sentía celos, estaba celoso y odiaba sentirme así. Violeta a quien quiere es a mí. Sí, sé que fui un desgraciado con ella, no la traté como se lo merecía y ahora no se que hacer para que regrese a mi lado. Esta sensación de quererla siempre conmigo, en todo momento, me sorprende, pero no me importa, deseo estar con ella, si es necesario arrodillarme y pedir una nueva oportunidad, lo haré.

El Doctor dió la orden para que mi hermana, regresará a casa, mi mamá todavía seguía molesta conmigo, desde que salimos de la clínica no me había dirigido la palabra. No termina de entender, que Diego, solo la utiliza a su antojo, mi hermano sabe el punto débil de mi madre, sabe cómo enredarla, y ella está cayendo en su juego, como lo hizo por varios años con papá. Diego necesita ayuda, no está bien, pero mi madre está ciega, solo espero que cuando se dé cuenta no sea demasiado tarde.

El chófer se estaciona, nos abre la puerta, cargo a Ross, camino hasta la casa dejando atrás a mi abuela y mi madre. Ross me abraza, beso su mejilla, la protegeré con mi vida, incluso de mi propia madre. Llevo a mi hermana a su habitación, abro la puerta y entramos, la acuesto en su cama, ella me abraza, se aleja y me mira.

—¿Vio ya no volverá, Alex?

—No —Me duele verla así—. Pero... encontraremos la manera de verla ¿Te parece?

Ella asiente, me quedo con ella mientras la veo cerrar sus ojos. Ross no merece estar sufriendo por las malas decisiones de mi madre, me levanto y apago la luz, dejando la puerta medio abierta y estar pendiente de ella. Voy a mi habitación, comienzo a quitarme la ropa, necesitaba aliviar un poco la tensión que he recibido esta semana, voy al baño, comienzo a llenar la tina, solo tarda unos minutos, cuando está listo, me meto, el agua está fría, cierro los ojos por un momento, me relajo.

Los minutos pasaron y ya era momento de salir, alcanzo mi toalla y me la coloco en la cintura, salgo. Busco en mi armario que ponerme, hoy no saldría, quiero quedarme con Ross, por lo menos, hasta que esté completamente sana, me visto, me coloco un poco de colonia, peino mi cabello y salgo de mi habitación. Al bajar las escaleras, mi abuela está hablando con el ama de llaves, al verme, termina la conversación y viene hacia mí.

—Ordené que prepararan la cena, en unos minutos estará lista.

—Está bien ¿Hablaste con mi madre?

—No, sabes cómo se pone de terca cuando le dicen algo de Diego y más, si a ella no le gusta —Su voz suena molesta—. Muchas veces le dije a tus padres, que iba a haber consecuencias en la forma que estaban criando a tu hermano.

—No sé qué hacer, tiene una venda en los ojos, estoy cansado de esta situación. —Me quejo—. Si ella quiere gastar su dinero en él, que lo haga, pero de mi bolsillo y la empresa, no saldrá nada, mucho menos para tapar los errores de Diego.

—Me decepciona escucharte hablar así, Alexander —Su voz suena herida— ¿Por qué odias a tu hermano? Él necesita tu ayuda… De nosotros, su familia.

—En eso estoy de acuerdo, madre —Me acerco a ella—. Pero en la manera que lo apoyas, no es la correcta.

—¿Qué quieres? ¿Que lo deje solo? ¿Que no esté con él? —Me grita— ¡Es mi hijo!

—¡Y mi hermano! —Alzo la voz— No se te olvide, madre, pero no voy a hundirlo más, como tú lo estás haciendo, de la empresa no saldrá nada para Diego.

Su molestia es evidente, la dejo sola y me voy al despacho, detesto discutir con ella, pero tiene que entender que le está haciendo más daño a Diego con su actitud. Me preparo una copa de Vodka y me la tomo, al sentirla en mi garganta, un sabor amargo llega a mí, pero se siente bien. Me tomo dos copas más, me alivia esto, saco mi teléfono del bolsillo del pantalón, decido enviarle un mensaje a la única persona que me ha soportado todo por años.

“¿Estas ocupada?”

Enviar, espero una respuesta, pero no llega, debe estar todavía molesta conmigo. La entiendo, la traté mal y jamás debí hablarle en la manera que lo hice, no se lo merecía, tocan la puerta.

Ordeno que pasen y la sirvienta entra.

—Señor, la cena está lista.

Asiento y me levanto, espero que todo con mi madre se solucione, porque terminaré en un centro psiquiátrico a este paso que voy, llego al comedor y mamá no estaba, miro a la abuela.

—Salió.

Solo espero que no esté con Diego, contándole nuestra discusión y lo que tengo pensado hacer. Nos sentamos, las sirvientas empiezan a servirnos la comida.

—A tu primo le dieron una beca para estudiar fuera del país, es una gran oportunidad, pero necesito que me ayudes, Alexander.

—Sabes que puedes contar conmigo, Abuela ¿Qué te preocupa?

—Habla con él, me comentó que está pensando en no aceptar la beca —Dejé mi plato a un lado—. No puedo permitir eso, hijo. Sé que lo hace por no dejarme sola. Pero es su futuro, si no acepta la beca, jamás me lo perdonaré.

—No te preocupes, abuela —Ayudaré a mi primo en todo lo que pueda—. Confía en mí.




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