VIOLETA
Mi mente estaba en otro lugar.
—¿Deseas decirme algo? Estás distraída...
Mi mirada cayó en él, no podía romperle el corazón y dejarlo por Alexander, me ha ayudado tanto, no puedo lastimarlo de esta manera.
Era hora de irnos, jamás pensé decir esto, pero no quería estar más en este lugar, quería estar sola, pensar las cosas y tomar una decisión. No quería cometer los mismos errores del pasado, salimos del restaurante, Ignacio me abre la puerta y subo. Antes de irnos, toma mi mano y la besa.
—¡Ojalá supiera lo que esa cabecita tuya está maquinando! —Me sonríe—. Violeta, siempre estaré para ti, estemos juntos o no, en mí tendrás un amigo en todo momento, Rubia.
Desabroché mi cinturón y lo abracé, con esas palabras ayudó a mi corazón a tener un poco de tranquilidad por hoy. ¡Como me hubiera gustado haberle entregado mi corazón a él! Nos separamos, nos acomodamos y comienza a manejar hasta mi apartamento. El silencio que se formó fue algo que me llenó de valentía para poder dar marcha a lo que mi corazón desea. Llegamos, me acerqué a él y besé sus labios, estuvimos así varios minutos, él acaricia mis labios, juntando nuestras frentes.
Siempre iba a tener un lugar en mi corazón, pero no como él quisiera, nos alejamos y me bajo del auto, camino hasta el edificio, espero a Talía, veo el auto de Marcos a lo lejos, mi amiga baja y viene hacia mí, se preocupa al verme.
—¿Por qué terminamos enamorándonos de hombres que solo nos hacen sufrir? —Lágrimas comienzan a caer.
—¡Mi pequeña Violeta! —Toma mi mano—. Vamos, una taza de chocolate caliente alivia el corazón.
Subimos al ascensor, entramos y presiono nuestro piso, limpio mis lágrimas, el ascensor se detiene, salimos, Talía abre la puerta.
—Siéntate, iré a preparar el chocolate.
Camino hasta el mueble, me siento y me cubro con una cobija. Estos días me he sentido un poco sensible, lloro por todo, no sé qué me pasa, Talía se sienta a mi lado y me pasa mi taza de chocolate, le doy sorbo.
—¿Qué te dijo Alexander? —Sabía que se daría cuenta—. Justo cuando te levantaste, lo hizo él.
—Quiere intentarlo —Dejo mi taza en la mesita—. Pero… no sé qué decirle, Ignacio no sale de mi cabeza, sería injusto de mi parte hacerle esto, cuando me ha ayudado y ha estado conmigo en todo momento.
—Tienes razón, Ignacio se ha portado bien contigo. Hasta a Marcos le cae bien y eso ya es un gran paso —Se ríe—. Pero, tú debes tomar la decisión, soy tu mejor amiga y te apoyaré en todo, solo quiero que seas feliz, Violeta.
La abrazo, nos terminamos de beber nuestro chocolate, besa mi mejilla y se retira a su habitación. Me quedo un rato más, pensando en todo. Alexander solo aparece para complicar las cosas, me levanto, apago las luces y voy a mi habitación. Lavo mi cara y me coloco la pijama, me acuesto, agarro mi teléfono y el impulso de llamar a Alexander llega, niego, no, coloco nuevamente el celular en la mesa y me duermo.
****
La alarma comenzó a sonar desde las seis de la mañana. A causa de eso me levanté de muy mal humor, decido salir a correr, voy al baño, me cepillo y lavo mi cara. Me cambio de ropa, me coloco un mono y una camisa de tiro más mi chaqueta, me hago un moño alto y salgo de la habitación. Tomo mi botella, la lleno de agua, salgo de mi edificio, el sol estaba perfecto.
Caminé hasta el parque, al llegar comencé con ejercicios de calentamiento, a mí se unieron varias personas, terminamos ejercitándonos todos. Ya habían pasado dos horas, era mucho por hoy, me alejé y me senté en una de las bancas. Mientras tomaba de mi agua siento a alguien sentarse a mi lado, hago caso omiso a esa persona, se va a acercando a donde estoy, cuando miro a la persona que me está poniendo nerviosa, me quedo sin palabras. Es Diego, el hermano de Alexander.
—¡Jamás pensé verte por aquí, Violeta! —Me sonríe.
Desde que lo conocí, había algo en él que no me agradaba, me alejé un poco.
—A veces, es bueno salir a correr por la mañana —dije.
—Me agradaría que fueras mi acompañante a partir de hoy, a veces es molesto venir solo.
—Creo que se lo dijiste a la chica equivocada, no soy mucho de venir, una vez al mes estaría bien para mí —Su sonrisa me causa escalofrío—. Gracias por el ofrecimiento. Me tengo que ir, ya es tarde.
No espero su respuesta, me levanto y comienzo a caminar sin fijarme en si me está viendo. Llego al edificio y me siento más segura, el conserje me llama, había otro paquete para mí, era una caja de chocolates, leo la nota y otra vez es Rodrigo.
“¡Espero que lo disfrutes, como yo lo hice al tenerte a mi lado!”
Este hombre no se cansa, le digo al conserje que haga lo mismo que hizo con las flores, él me sonríe y asiente. Abro la puerta de mi apartamento, encontrándome a Talía preparando el desayuno.
—Rodrigo mandó chocolates. A este paso voy a recibir un carro —Talía ríe.
—Estaré pidiendo a Dios por eso, hace falta, y si es gratis mejor —Esta mujer está loca.
Estaba toda sudada, decido darme un baño, dejo a Talía sola y voy a mi habitación. Me quito la ropa, voy al baño y abro el grifo, el agua estaba tibia, me quedo unos minutos, me cepillo y salgo, peino mi cabello, comienzo a vestirme, llegó a la cocina. Talía me pasa mi desayuno.
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Editado: 08.11.2025