Si fueras ella

CAPÍTULO 64

ALEXANDER

Recibí una llamada de mi secretaria, está embarazada, me suplicó varias veces que no la despidiera, que necesita el trabajo <<¿Tan mal jefe soy? Jamás haría eso con una mujer embarazada >>

—No se preocupe, la espero mañana para hablar.

Corto la llamada, llevo mis manos a mi cuello, no la voy a despedir, es la única que me ha dado la talla. Además, ha estado siempre con nosotros. Es una excelente empleada, jamás he tenido quejas en todos estos años que ha estado conmigo, pero no puedo tenerla en su estado trabajando. Está embarazada y necesita estar en reposo, mañana hablaré con ella mejor. Comencé a trabajar y terminar lo que tenía pendiente. Tocan la puerta, la abren, al levantar la mirada, es Serena, se notaba que apenas había salido de la sección de fotos; tenía el maquillaje intacto, estaba hermosa, me levanté y besé su mejilla.

—No esperé verte tan temprano aquí ¿Qué tal estuvo tu día? —La invité a sentarse.

—Bien Alexander, pero... —La noto preocupada—. Está mañana, cuando salí a trotar, vi a Diego muy cerca de Violeta —Mi cuerpo se tensa— Ella se veía muy incómoda a su lado.

Sabía por dónde iba Diego, sus relaciones siempre terminaban mal por él, llegaba un punto en que las golpeaba. Papá tenía que pagar bastante dinero y sacarlo de la cárcel. No voy a permitir que le ponga un dedo a Violeta.

—Hablaré con ella. ¡Gracias, Serena!

—Jamás pensé verte preocupado por alguien más que no sea tu familia.

—Es la niñera de mi hermana.

—Exniñera —Me sonríe—. Tu madre me comentó que la despidió. No entendí sus razones, es una excelente chica.

—Pienso lo mismo —Serena no deja de mirarme, me está incomodando—. Mejor cierro la boca, hoy estás más chistosa de lo que desearía —Me levanto— Te invito a almorzar, así me ayudas a buscar un reemplazo, mi secretaria está embarazada.

—No lo puedo creer. ¿La vas a despedir? —Me pregunta. Salimos de la empresa.

—No —El chófer nos abre la puerta, subimos—. Le daré unos meses, no quiero que algo le pase y cargar con la responsabilidad.

Ella comienza a reírse, la miro sin entender.

—¿Qué es lo que te causa risa?

—Solo me imagino con tus hijos, serás muy protector.

—¡Jamás sucederá! Me he cuidado todos estos años para no tener a alguien que me diga papá en un futuro.

Fuimos a un restaurante de comida venezolana que quedaba fuera de la ciudad. Ignacio me había recomendado el lugar hace días, pero por falta de tiempo no había ido, pero hoy sería la oportunidad. Llegamos, era un lugar sumamente pintoresco, entramos, un mesero nos lleva a nuestra mesa, decidimos pedir la especialidad de la casa.

—Es un lugar muy bonito —Serena está maravillada con el lugar.

—Ignacio no paraba de hablar de este restaurante.

Nos traen nuestra comida, la especialidad de hoy era un arroz chino. Serena pide una ensalada, era una manía que tenía, a todo tenía que incluir una ensalada.

—¡Mis padres se van a divorciar! —Su mirada fija en la comida—. Es lo mejor.

—¿Estarás bien?

—Claro que sí, no soy la misma niña que lloraba al imaginarse un hogar con padres divorciados. Es lo mejor, mi madre solo se queja de mi padre cuando voy a visitarla, estoy cansada. He llegado a un punto de verlos por separado, estamos juntos y empiezan a pelear, sin importar quien esté a nuestro alrededor; me molesta estar en esta situación, parecen niños.

—Viendo todo, desde ese punto. Es lo mejor.

Me sonríe, hablamos de temas triviales. Me comenta que Ignacio y ella arreglaron las cosas, todo está bien.

—Me dijo que presentará a Violeta a su familia, al parecer su relación va muy en serio.

No puedo ocultar mi molestia, tiro la cuchara en el plato. Serena se asombra, al ver mi actitud decide quedarse callada.

Terminamos de almorzar, salimos del restaurante y nos subimos al carro.

—Me dejas en casa de mis padres.

—¿Te espero?

—No, sabes que mi madre es peor que Daniela.

Llegamos a casa de su madre, besa mi mejilla y sale del auto, le ordeno al chófer que me lleve a la empresa, comienza a manejar. Llegamos y salgo, cuando llego a mi oficina, me llevo una gran sorpresa.

—No te di el derecho de entrar a mi oficina —Mi hermano me mira.

—Antes era mía.

—Muy bien lo dijiste ¿Qué quieres? —Cerrando la puerta.

—Solo quiero hablar contigo de negocios.

—¿Negocios? —Me río—. No tienes nada, Diego, deja de dar lastima, te ves patético.

—Ignoraré todo eso —Una sonrisa aparece en su rostro—. Serena cada día está más hermosa, pero ... Violeta es un ángel. Siempre fuiste de mejores gustos que yo, te felicito.

—¡Ni te atrevas a ponerle un dedo a Violeta! —Le dije furioso—. Porque no tendré corazón para hundirte de por vida en una cárcel, no me amenaces.




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