Si fueras ella

CAPÍTULO 65

VIOLETA

Marcos me había comentado de una cafetería, era nueva y estaban buscando una chica para trabajar. Me coloqué un vestido, mis gomas y dejé mi cabello suelto, no me puedo quejar por el resultado, agarro mi bolso junto a mi celular. Talía estaba en su habitación, me asomo y le digo que nos vemos ahora, me desea suerte con muchos besos y salgo del apartamento. Aunque no quedaba muy lejos el trabajo no quería irme caminando, Marcos estaba ocupado y no pudo venirme a buscar. Quise enviarle a Ignacio, pero no quería molestarlo. Escucho una corneta de un auto, me quedo parada y decido ver quién es. Es Diego ¡Esto ya me está preocupando!

—¿Te llevo? Veo que vas con demasiada prisa —Me sonríe.

Cuando le iba a poner una excusa bastante buena y creíble, alguien lo hace por mí.

—Ella ya tiene quien la lleve Diego, gracias por tu ofrecimiento —Ignacio aparece junto a mi y me sorprendo al verlo.

—Solo quería ayudar amigo. Nos vemos, Violeta —Se va.

—No quiero ser un novio posesivo, pero... —Mira a dónde se acaba de ir Diego—. Aléjate de él, lo conozco y sé que sus intenciones no son buenas.

—Lo sé. Ayer fui al parque y él apareció, no sabía cómo quitármelo de encima —Le comento.

—¿A dónde vas?

—Marcos me habló de una cafetería nueva que acababan de abrir, al parecer están buscando personal.

—Vamos, te llevaré —Me lleva a su auto y me subo.

No puedo sacarme de la mente las palabras de Ignacio, no entiendo ahora el interés de Diego en mí, esto me está dando mala espina, ese hombre me da miedo, llegamos.

—Gracias por traerme.

—No tienes por qué darme las gracias, yo te esperaré aquí —Aunque no se lo diga, se lo agradezco– ¡Suerte, Rubia!

Me río y me bajo del auto, voy hacia la cafetería, al abrir, una campanita anuncia mi llegada. Una chica con el cabello color morado me recibe, le digo que vengo para el trabajo, me mira triste.

—Lo siento, llegas tarde, una chica vino antes —Me dice.

Le doy las gracias y salgo del local. Bueno, no es el fin del mundo, conseguiré algo pronto, me subo en el auto e Ignacio se me queda mirando.

–Nada —Me cruzo los brazos —Alguien se me adelantó.

–Tengo algo para ti, pero no sé si te gustará. Tu jefe es insoportable, hasta yo no lo soporto a veces —Se ríe— La secretaría de Alexander está embarazada, está buscando a alguien por unos meses.

No sé qué decirle, si me descontrolo toda viéndolo a veces, cómo será tenerlo tan cerca. Pero también necesito el empleo, con el embarazo de Talía, entre Marcos y yo la ayudamos en lo que podemos, me queda poco dinero.

—¿No te molesta? —le susurro.

—No. Además, todo lo que hago es por tu felicidad, mi pequeña Rubia —Me abraza y le correspondo, no lo merezco.

—Entonces aceptó el trabajo, pero habla primero con él, si él acepta, todo estará bien.

Me dejó en mi apartamento, estaba feliz. Al entrar, Marcos estaba en la cocina intentando preparar algo para comer, me burlo de él, aunque sea lo intenta.

—¿Talía? —Le pregunto.

—En el cuarto, tiene dolor, llamamos al médico y nos dijo que ya tiene que guardar reposo y dieta, por poco se desmaya cuando escuchó eso.

—¡Hasta yo! Iré a verla —Camino hasta su habitación.

Al entrar, esta acostada viendo una película en mi computadora, me ve y le pone pausa, se acomoda un poco, me acuesto a un lado de ella.

—Adiós a la comida chatarra hasta nuevo aviso, a mí me encanta y al bebé igual ¿Cuál es el problema? —Está siendo muy dramática.

—Puedes tener problemas a la hora de dar a luz, así que no te quejes —Beso su barriga.

Le cuanto sobre trabajar con Alexander siendo su secretaria, aunque no le gusta nada la idea, me apoya. Además, aunque no lo quiera decir, necesitamos el trabajo. Me quedo hablando un rato hasta que me quedo dormida.

****

Esta cama estaba demasiado cómoda, creo que le pediré a Talía un cambio de habitación. Me levanto y estoy sola, al ver la hora, son las cinco de la tarde, creo que me pasé de hora. Salgo de la cama y me quedo un rato así, quería seguir durmiendo, pero mi estómago pide comida, salgo del cuarto y los dos tórtolos están en el mueble viendo una película con cotufas en mano, me les acerco y por poco dejan caer la taza, me río; Marcos se queja y se levanta.

—Tienes veinte años, Violeta ¿Cuándo piensas madurar? —Me dice Marcos.

—Chistoso, ahora que serás papá te crees el muy maduro —Me tapo la boca al escuchar lo que acabo de decir.

Talía ve a Marcos que está pálido y se va al cuarto, aunque son pareja y mi amigo la acompaña en todo momento a la cita con el ginecólogo, jamás han hablado cómo quedaría Marcos cuando la bebé naciera, era algo importante la figura paterna, él se sienta.

—Quiero que mi pequeña me llame papá, poder presumir delante de todos que tengo a la hija más bella, pero no sé si Talía quiere eso, tengo miedo de perderla.




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