Si fueras ella

CAPÍTULO 66

ALEXANDER

Ni con Anne fui así, mandarle flores en forma de corazón y pidiéndole una nueva oportunidad. ¡Jamás pensé que llegaría a eso por Violeta!, pero valía la pena. La extrañaba como un loco y si podía hacer que regresara, lo haría, no le dejaría todo tan fácil a Ignacio, yo la vi primero, además ella quiere estar conmigo, le estaría ahorrando un corazón lastimado.

Termino todo y espero poder recibir un mensaje de Violeta, pero nada, creo que merezco unas palabras bonitas por tal detalle, esa niña me tiene como un estúpido pensando en poder finalmente abrazarla y hacerla mía. Empiezo a recoger mis cosas para poder irme a la casa, ya era un poco tarde y quería poder descansar. Ignacio se asoma y me pide unos minutos para que hablemos, le digo que pase y se siente.

—¿Todavía estás buscando temporalmente una secretaria? —Me pregunta—. Creo que tengo a la chica correcta, jamás ha trabajado en esta área, pero sé que te ayudará en lo que pueda.

—Necesito una mujer experta, Ignacio, sabes que no tengo tiempo para enseñar —Le explico— ¿Quién es?

—Violeta —me dice— En verdad necesita el trabajo y lo sabes más que nadie. Todavía no entiendo por qué tu madre la despidió, pero ese es otro tema, solo tienes que tenerle un poco de paciencia.

A Violeta le tendría toda la paciencia del mundo con tal de tenerla a mi lado. Todavía no entiendo lo que quiere Ignacio, no creo que sea tan ciego para no notar que me gusta Violeta. Idiota no es, pero no es momento de sacar conclusiones, esta era una oportunidad que no podía desaprovechar.

—Dile que empiece mañana entonces —Me levanto.

—Gracias, ella estará más que feliz —Salimos de la oficina— Además, necesito comentarte algo que me está preocupando.

—Dime, si está en mis manos ayudarte, sabes que lo haría —Sigue siendo mi mejor amigo.

—Es Diego —¿Ahora qué hizo este imbécil?– Estaba pendiente de Violeta está tarde, me encontraba fuera de su edificio —Levanté la ceja, jamás pensé que fuera tan protector— No es lo que piensas, hace días Violeta pasó por un momento desagradable, estoy cuidando de ella, tengo pensado contratar un guardaespaldas para que cuide ella.

—Un momento —Le corté— ¿Por qué guardaespaldas?

—Ese es otro tema —comenta— Lo importante es que sepas que, al salir Violeta de su edificio, había un carro vigilándola. Al principio no supe quién era, pensé que era un amigo o Marcos, pero cuando bajó el vidrio y le sugirió llevarla, ahí lo vi, era Diego.

—¿Otra vez? —Me quejé— ¿Y a ese imbécil qué le pasa?

—¿Otra vez? —Ignacio me mira.

—Serena me comentó que vió algo parecido en el parque, quiso ayudarla, pero ya Violeta se había ido.

—Sí, ella me había comentado eso. Estoy preocupado, Alexander, tu hermano no está bien. —Sé que no lo está— No entiendo ahora porqué su interés hacia Violeta.

—Yo tampoco lo sé, pero esto no se va a quedar así, no voy a permitir que se acerque a Violeta ni a Serena —Carraspeó— Bueno, es la ex niñera de Ross, solo no quiero que por culpa de mi hermano ella se sienta incómoda.

—Te entiendo, no te preocupes —Se ríe— A veces no te imaginas lo que uno hace por ti, mi amigo, nos vemos luego.

No sé qué quiso decir con eso, pero lo ignoré, a veces ni yo mismo entendía a Ignacio. Salí de la empresa y me subí a mi auto, siento a alguien pitarme, fijo mi mirada por el retrovisor y al ver que no había nadie, vuelvo la mirada al frente nuevamente. Un auto que conocía muy bien me impactó, todo se volvió un caos, escuché la sirena de la ambulancia y a varias personas a mi alrededor preguntando cómo estoy, sus voces se escuchaban a lo lejos, hasta que no escuché más nada.

****

Sentía que la cabeza me iba a explotar en cualquier momento, mi cuerpo dolía y no podía abrir los ojos. Poco a poco lo hice, la luz me pegaba directamente y sentí mis ojos arder, los cerré nuevamente, esperé un rato, los volví a abrir y comencé a acostumbrarme. Estaba en la clínica, tenía aparatos conectados a mí ¿Qué me pasó? ¿Por qué estoy aquí? La puerta se abre y entra una enfermera, al verme, una sonrisa se posa en sus labios.

—Ya despertó el paciente más guapo —Se ríe— ¿Cómo se siente, Señor Alexander?

—Estoy bien, solo me duele un poco la cabeza —Intenté sentarme, pero no pude— ¿Qué me pasó?

—Un auto lo arrolló, la policía está fuera junto a su familia, desean hablar con usted ¿Los hago pasar? —Asiento.

La enfermera sale. Sabía muy bien quién era el responsable de este accidente, ese auto se lo regaló papá cuando Diego cumplió los 18 años, era su adoración. La vida que está llevando va a acabar con nosotros. Aunque deseo hundirlo en la cárcel, no puedo, le darían años, no sé qué hacer. Se abre la puerta y entran dos policías, se presentan y me preguntan si vi algo u otra cosa que recuerde.

—Solo recuerdo el auto venir hacia mí, más nada –Le comento— Solo fue un accidente. ¿Por qué tantas preguntas?

—Hemos hablado con varios testigos que estaban en el momento del accidente, Señor Alexander, todos nos dan la misma versión, el auto desconocido fue directamente hacia usted, ese era su propósito, estamos investigando.




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