VIOLETA
—No puedo creer que dejaste a Serena sola por estar con ella —La veo alterarse de nuevo y ruego porque se quede muda, así sea media hora— Te desconozco, Alexander.
Decido no hacerle caso y furiosa sale de mi habitación, quise ir detrás de ella, no quería que lastimara a Violeta con sus palabras, pero no podía levantarme, esperaba que se hubiera defendido de mi madre, a veces suele ser demasiado fuerte.
Necesito hacer algo para que mi madre me deje en paz con el tema de Serena, no quiero seguir discutiendo por el mismo tema todos los días, pero a veces no sé de qué manera hablarle. Agarré mi teléfono y le envié un mensaje a Serena.
“Lo siento, espero que lo entiendas”
Me responde enseguida.
“No te preocupes, guapo”
Dejo el celular en la mesita de noche y me acuesto, le había enviado un mensaje a Violeta, como siempre, no me responde. Debería hablar seriamente con ella sobre esa manía que tiene, con todo lo que está pasando con Diego, necesito estar pendiente de ella lo más que pueda. Todavía no creía que mi hermano fuera capaz de hacerme tal cosa, esta vez no le iba a dejar pasar esto, tenía que ponerle un límite para que las cosas no se complicaran. Cuando esté mejor le voy a proponer a Violeta irnos de viaje, necesito tener una semana para nosotros dos y alejarnos de todo lo que nos agobia, lo necesitamos. Vi la hora y me tocaba el medicamento, agarré el vaso de agua y tomé la pastilla, tenía cierto sabor amargo, seguí bebiendo agua para quitarme el mal sabor, dejé el vaso en su lugar, cerré los ojos un momento, pero terminé quedándome dormido.
****
Siento a alguien llamarme mientras me mueve un poco, al abrir los ojos, era la abuela.
—Hijo, despierta ¿No has comido nada? —Me pregunta.
—No, solamente el desayuno de esta mañana, además no tengo apetito —Me siento— ¿Qué hora es?
—Son las seis de la tarde, llegué hace rato, pero quería saber de ti ¿Otra vez discutiste con tu madre? —Se sienta en la cama— hoy está de mal humor.
—El mismo tema, pero no quiero hablar eso.
—Está bien, le diré a la sirvienta para que venga a traerte la cena.
—No, quiero bajar al comedor, estoy harto de estar en estas cuatro paredes— Al levantarme, me duele.
—Pero con cuidado —Me ayuda—. Vamos.
Dolía mucho, pero lo logré, mi abuela me ayuda a sentarme en la silla, mi mamá decidió comer en su habitación y Ross se comió unas galletas, horita está en la sala viendo la televisión. A veces me molestaba esa actitud de mamá, todo tiene que ser a su manera, ya entiendo a quién salió Diego.
Conversamos un poco hasta que mi abuela, sin la menor delicadeza, me pregunta qué pasa entre Violeta y yo.
—Sabía que ibas a preguntarme —Me río— Digamos que estamos intentando algo.
—Es una buena chica, no le hagas daño Alexander.
—¿Por qué piensan que soy yo el que le puede hacer daño? Puede ser al contrario, abuela —No soy tan malo.
Ella se queda callada y es mejor así, terminamos de comer y pido que me lleven a la sala, beso la mejilla de Ross, ella intenta subirse en mis piernas y amablemente le explico que no puede, que todavía me siento mal, ella asiente y nos ponemos a ver la televisión. Tocan la puerta, una de las sirvientas va a abrir, escucho la risa de Serena y más atrás viene Ignacio, los veo detenidamente, ahora estos dos se llevan bien ¿Desde cuándo? Serena me guiña un ojo y ahora entiendo todo, me da un beso en la mejilla mientras se sienta, Ignacio me saluda.
—Espero que todo vaya bien querido amigo.
—Ya quiero recuperarme, estar así es tan molesto —Me quejo— ¿Vienen de la empresa?
—Lo fui a buscar a la oficina, no quería venir sola —La miro, ¿desde cuándo ella necesitaba guardaespaldas?
No quería preguntar más, la sirvienta nos trae unos aperitivos, estaba disfrutando este momento, los tres nos conocíamos desde hace años, éramos muy unidos, pero después de lo que pasó con Anne y el proceso de Serena, nos alejamos. Ignacio se dedicó al trabajo, mientras que yo me hundía en la depresión, pero no niego que, en algún momento, extrañaba lo que éramos antes.
—No te rías Serena —Le dice Ignacio— ¿No recuerdas el amor que le tenías a Serlin?
Por poco me ahogo cuando escuché después de tantos años ese nombre. Cuando Serena estaba en el tercer trimestre de Diseño gráfico conoció a este personaje, andaba con él a escondidas, porque no quería que nadie supiera de su relación. Ignacio como era curioso en aquel tiempo, decidió averiguar. Comenzó a vigilarla hasta que una noche la vió con Serlin, tuvo una semana riéndose de Serena. Yo no entendía nada hasta que lo conocí, era el hombre de una estatura baja, demasiado, tanto era que Serena optó por no usar más tacones y se agachaba para darle un beso, jamás nos perdonó que al presentarnos a su amor nos empezamos a reír en su cara.
—Tenías que nombrarlo, ustedes son insoportables —Se queja.
—No me digas que te hice recordar momentos hermosos con tu Serlin.
—Cállate —Le grita.
—Basta ustedes dos, maduren —Tratando de aguantar las ganas de reír.
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Editado: 08.11.2025