VIOLETA
Jamás pensé que tener un momento para mí y dejar el teléfono en silencio pudiera causar tantos problemas. El taxi me llevaba al hospital donde estaba Talía ingresada, estoy preocupada, recibía muchos mensajes de Alexander, le respondo rápido, guardando el teléfono nuevamente en mi bolso. Llegamos y le pagué al señor, bajé del taxi y caminé lo más rápido que pude, llegué a recepción, dije el nombre de mi amiga y me informan que esta en hospitalización, le di las gracias, al llegar, comienzo a buscarla. Marcos me ve y me saluda, Talía estaba durmiendo.
—¿Qué pasó? Tenía el teléfono en silencio —Le expliqué.
—¡Solo fue un susto! Estaba en el baño cuando escuché sus gritos, al entrar, me dice que está manchando, la cargué y la subí al carro, pero fue una falsa alarma. El Doctor le mandó reposo y una dieta, está pasada de peso —Pasa sus manos por su cabello— Está comiendo mucha comida chatarra.
—Lo mismo le dije yo —Me preocupaba su salud —Tenemos que hablar con ella, no puede seguir así, está poniendo en peligro su vida y la del bebé.
Escucho un quejido, nos quedamos callados al ver a Talía, cuando nos ve, se pone a llorar, la abrazo. El Doctor llega y nos informa que ya puede irse, le puso unas vitaminas, se despide de nosotros.
Ayudé a Talía a vestirse, salimos y nos subimos al auto, ella se recuesta en mi hombro, nadie habló en todo el camino. Marcos estaba tenso y se notaba cómo agarraba el volante, sabía que cuando pasaba por situaciones así, no le agradaba para nada. Llegamos al apartamento y bajamos, Marcos se despidió de nosotras.
—Sé que fui una inconsciente que no se preocupó nada por mí y mucho menos por mi hija —Su mano se posa en su vientre— Pero todo esto es tan nuevo para mí, Violeta. No sé cómo reaccionar.
—Poco a poco aprenderás, solo te pedimos que te cuides más, aliméntate mejor, solo nos preocupamos.
—Lo haré, lo siento mucho por hacerlos pasar un mal rato —Me abraza.
Entramos al edificio, el conserje me dice que me llegó un paquete, me molesto, le hablé claro a Rodrigo, pensé que había entendido. Me pasa un pequeño ramo de Girasoles, son hermosas, busco la tarjeta, una sonrisa se posa en mi rostro al ver su nombre.
“Un girasol por cada una de las cosas que me encanta de ti”
—Salió romántico el hombre ¿Quién es? ¿Ignacio? —Hago una mueca.
—No, Alexander —Le digo.
—Creo que tenemos muchas cosas de que hablar, Señorita.
Le doy las gracias al conserje, él asiente y nos vamos. Llegamos a nuestro apartamento, obligo a Talía a irse a su habitación para que se bañe y descanse un poco, aunque me grita de mal humor que no me voy a salvar de contarle todo, me río. Decido preparar algo para que coma, le hago una ensalada, los girasoles los coloqué en un pequeño florero que tenía con agua. Cada día me enamoro más de él, la forma que me está tratando, siento que estamos dando pasos seguros en nuestra relación.
Termino todo y le llevo la comida, al entrar, ella sale del baño, le dejo la comida en la mesita de noche y le digo que luego hablamos pero que necesito que descanse y guarde reposo.
Al salir, escucho la puerta, voy a abrir y es Diego, mi respiración se corta. Como puedo, le doy llamar al contacto de Alexander, él me mira y se ríe.
—Espero que no te moleste que te visite, le pregunté a Ignacio y muy amablemente me dió tu dirección.
Caí una vez, pero no lo volvería hacer, me estaba mintiendo, sabía que Ignacio jamás haría eso.
—Claro —Estaba nerviosa, no sabía que decirle— ¿Qué deseas?
—¿Puedo pasar? No seas descortés, Violeta.
—Lo siento, pero no acostumbro que gente extraña entre a mi apartamento, solo mis amigos.
—¡Oh, eso dolió mucho! —Lleva su mano al corazón— Pensé que ya éramos amigos.
Se acerca a mí y comienzo a retroceder, pasó su mano por mi cintura, cuando creo que es para acercarse más a mí, toma mi teléfono del bolsillo, lo mira y comienza a reírse.
—¿Llamando a mi hermano? —Me mira—. ¿Por qué? Si solo estoy aquí para conocer a mi cuñada.
Me quedo completamente muda, cuando veo detrás de él, mi respiración se calma, Alexander junto a Ignacio.
—¿Algún problema? Es mi mujer, me puede llamar las veces que ella quiera y más si un estúpido la está molestando en su propio apartamento.
Diego abre los ojos y voltea a verlo, puede ver en la mirada de Alexander que no le agrada en lo más mínimo su presencia aquí, no quería que tuvieran una pelea. Alexander entra y me agarra la mano, Ignacio me sonríe. Diego no sabía qué hacer, me mira, camina hasta la salida, Ignacio se aparta un poco, pero le dice algo que no logro escuchar.
—¿Estás bien? ¿Te hizo algo? —Me toma las manos.
—No, todo está bien, solo estaba un poco nerviosa, lo siento por hacerte venir y más en tu estado.
—Muy astuto de tu parte llamar a Alexander, Violeta —me dice Ignacio.
—No sabía qué más hacer, su presencia me estaba alterando mucho.
Ignacio se despide, le doy las gracias. Cuando estamos totalmente solos, él me abraza y yo creo estar en el cielo, aquí es donde siempre quiero estar, su manera de preocuparse como hoy, me hizo tan feliz. Nos alejamos un poco y me besa, ¡lo había extrañado tanto!, me aferro a él queriendo siempre estar así, me besa con una dulzura que me sorprendió, jamás lo había hecho, pero lo disfrute, era algo verdadero y quería aferrarme a eso, en medio del beso una sonrisa sale de mis labios, él se aleja.
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Editado: 07.12.2025