ALEXANDER
Se me olvidó cerrar las cortinas anoche, sentía los rayos del sol justo en mi cara, me levanto, voy al baño, me cepillo y lavo mi cara, salgo, empiezo a vestirme. Iría a la empresa a firmar unos papeles que serían enviados a España, después, iría al Doctor para hacerme los exámenes. Le envié un mensaje a Violeta, necesito su que esté conmigo, todavía no había respondido. Acomodé mi corbata y bajé a desayunar. Ross, al igual que mi abuela, seguían durmiendo, mi mamá era la única levantada a esta hora, le di los buenos días y me senté a desayunar, hasta que ella decide romper el penoso silencio que se había formado.
—Tenías razón, siempre fue así —Levanto la mirada—. Diego no está bien, me preocupa que su situación empeore.
—¿Qué sucedió para que abrieras los ojos? —Dije.
—Por esto … —se sube la manga de la camisa y tiene un morado en el brazo— Eso fue ayer, antes de que bajaras —comenzó a llorar— No lo reconozco, hijo.
Me levanto, me acerco a ella y la abrazo, ella se desahoga y yo quiero matar a Diego, cómo pudo hacerle esto a mamá, necesitamos hacer algo, es un peligro para nosotros y para todos en nuestro círculo.
—Todo se solucionará, no te preocupes mamá —Beso su mejilla— Tengo que salir, le diré a Raúl que por ningún motivo dejen pasar a Diego, es lo mejor.
Ella asiente, me despido y le digo que descanse, al salir hablé con Raúl, él se encargaría de informarle a los demás de la situación de Diego y que tenían que estar atentos, avisé al chófer que hoy me llevaría. Me despedí de Raúl antes de darle las indicaciones, me subí al auto, estoy preocupado, me llega un mensaje y es Violeta.
“Buenos Días. Claro que sí ¿Dónde nos vemos?”
Le respondo.
“Dentro de una hora te paso a buscar”
Llamé a un viejo amigo mío que era detective, necesitaba saber con exactitud en qué estaba metido Diego, lo cité en la empresa, nos despedimos, guardo el teléfono.
Después de varios libros, llegamos a la empresa, bajé del auto, agarré los lentes y me los coloqué. Ignacio todavía no había llegado, ver el puesto de mi secretaria vacío me estaba preocupando, necesitaba a alguien que me ayudara, la mejor opción sería Violeta. Además, tener esa carita linda aquí me alegraría las mañanas, comencé a revisar unos papeles, tocan la puerta y al abrir era Ricardo, lo abrazo.
—Si no fuera por trabajo, no se de tu vida —se ríe.
—Sabes que siempre te llevo en mi corazón ¿Cómo va todo? —Nos sentamos.
—Bien, trabajando —Cambia de postura— Ahora dime ¿Qué trabajo tienes para mí?
—Necesito que me informes qué es lo que esconde mi hermano —Él me mira— Sí, Diego, me está preocupando.
—Desde que tu padre murió no es el mismo, será una tarea fácil, he escuchado cosas que no te van a agradar de él, debe mucho dinero, pero quiero tener pruebas, me gusta trabajar así y te las traeré.
—Lo sé, sospecho de algunas cosas más, pero quiero creer que es solo imaginación mía —suspiro—. Pero no es así, por eso te llamé, quiero saber hasta dónde está hundido.
—No te preocupes, sabes que puedes contar conmigo.
Nos quedamos conversando un rato más, cuando vi la hora me levanté, ya era tarde y violeta debe estar esperando por mi, me despedí de mi amigo y sale de mi oficina. Agarro mi maleta y salgo, pero antes paso por la oficina de Ignacio, su secretaría me informa que llegaría tarde, le dejé un recado y unos papeles.
Salí de la empresa y me subí al auto para ir en busca de Violeta, le envié un mensaje que fuera bajando. Había tráfico y tardamos un poco, estaba más que molesto, no quería llegar tarde a la clínica, cuando todo se calmó, pudimos seguir nuestro camino. Al llegar, Violeta estaba afuera esperando, tenía puesto un vestido color rojo que le quedaba más que perfecto. Salí y al verme, una sonrisa puso en sus labios, llega hasta a mí y me abraza, la recibo con mucho gusto, la extrañaba mucho, la separo un poco y la beso.
Nos subimos al auto, la tomo y la siento en mis piernas, ella se sonroja y ve al chófer, aprieto el botón de la ventanilla, esta se cierra, ahora ya tenemos más privacidad. Agarro un mechón de su pelo y lo coloco detrás de su oreja, mi corazón latía de una manera que me sorprendía, acerqué mis labios a los suyos nuevamente, sentía esa necesidad de hacerle sentir que me importaba, que estaba causando algo en mí y se lo quería demostrar. Ella se ríe en medio del beso y me encanta, ella me mira, sé que logré lo que quería hacerla sentir con solamente un beso.
—Te extrañé —beso su frente.
—No más que yo —Ella puso su cabeza en mi hombro.
Llegamos a la clínica, con cuidado la bajo de mis piernas, abro la puerta y salgo, tomo su mano, ella sale, ingresamos y busco al Doctor, me llevan a su oficina, él llega y nos saluda. Violeta espera por mí mientras que una de las enfermeras me lleva para hacerme los exámenes, después quince minutos, volvemos.
—No sé por qué se tardan tanto —ella se ríe— ¿Qué?
—Eres muy impaciente —Me besa— Cálmate.
—Así, cualquiera espera hasta toda una vida.
El Doctor llega con los informes, me dice que todo está bien, que evite movimientos bruscos y que siga tomando los medicamentos que me recetó, nos despedimos y salimos, me acerco a Violeta con una sonrisa pícara.
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Editado: 07.12.2025