ALEXANDER
Fue una noche maravillosa, el volver a hacerla mía nuevamente, causó en mí de todo. Ella dormía abrazada a mí, parecía un Ángel, comencé a besarle ese hermoso cuello, hoy empezaría a trabajar para mí, ella se queja y me causa gracia.
—Ya quieres que te despida en tu primer día de trabajo, no seas floja —Se ríe— Levántate, que el chófer está abajo esperando por nosotros.
Se levanta y la sábana se le cae, quedo sin palabras al verla, jamás me cansaré de ver su hermoso cuerpo, ella se sonroja y se tapa.
Voy al baño, el agua está fría esta mañana, salgo, ella entra, comienzo a vestirme, me coloco los zapatos y la chaqueta. Violeta sale y después de decir que todo le queda mal, opta por un vestido color verde, manga corta y unos tacones, se deja el pelo suelto.
—Estás hermosa —Beso sus labios.
Agarra su cartera y salimos del apartamento.
El chófer nos abre la puerta y entramos, paramos en una cafetería, uno de los guardaespaldas va a comprar café y unas donas que pidió Violeta. Mientras que beso el cuello de mi amor, tocan la puerta, abro la ventanilla, me pasan lo que ordené.
Violeta comienza a comer, me ofrece una dona y le digo que no, con el café estoy bien, disfruto verla. Llegamos a la empresa y salimos del auto, entramos, en la recepción se encuentra Ignacio, al vernos, viene rápido hacia nosotros, me saluda y abraza a Violeta, no me gusta.
—Tiempo sin verte mi pequeña rubia —Ella le sonríe.
—No exageres ¿Cómo estás? —Le devuelve el abrazo.
Tengo unas ganas de romper ese estúpido abrazo, no aguanto los celos que cargo.
—Estás aquí para trabajar, Violeta —Miro a Ignacio—. Necesito los papeles que te dejé ayer en tu oficina, los quiero en mi oficina en cinco minutos.
Los dejo solos y me retiro. Escucho a Violeta llamarme, pero entro al elevador sin esperarla, que su querido amigo Ignacio la ayude. Llego a la oficina y comienzo a trabajar, unos minutos después aparece Violeta, se sienta en su puesto sin saber qué hacer, respiro y voy, le explico lo que tiene que hacer esperando que haya captado todo.
La dejo sola, le doy unos papeles para que los ordene por fecha, entro a mi oficina, la veo desde adentro, las horas pasan, la molestia y los celos se van de mí. Abren la puerta y es ella, me dice que ya terminó todo, respiro y le digo que se siente, que necesito hablar con ella.
—Así estoy bien, Señor Alexander —cometa molesta.
—Por favor —Ella cruza los brazos—. Estaba celoso —confesé— Me hierve la sangre al verte con Ignacio.
—Eso no es excusa, Ignacio siempre ha sido un buen amigo, te comportaste como un imbécil —La palabra correcta para definirme.
Me levanto y me acerco a ella.
—No —me detiene— Estamos en la empresa y no quiero que comiencen a hablar de mí en mi primer día de trabajo.
—Al que se le ocurra hablar de ti, lo despido —Acomodo un mechón de pelo que traía suelto— Además, es mi empresa y tu mi novia, hago lo que me dé la gana.
Ella abre los ojos y sin pedirle permiso, la beso, la tomo de la cintura, creo que me he vuelto adicto a sus labios, nos separamos.
—Mejor me voy a trabajar, somos un peligro en esta oficina.
Me río y vuelvo a mi puesto, paso toda la mañana metido en reuniones, ni siquiera he podido almorzar, salgo de la sala de juntas con Ignacio y algunos socios, solo quería llegar a mi oficina y poder salir con Violeta. Al llegar, ella no estaba en su puesto, al entrar a la oficina, me sorprendo, ella estaba acomodando en un espacio de la mesa la comida, no ha notado que he llegado, cierro la puerta con seguro y ella voltea, asustada.
—Me asustaste, Alexander —Lleva su mano al pecho— Pensé que tardarías más.
—Me hubiera vuelto loco ¿Qué es todo esto? —Me siento.
—Como no sabía lo que quería de comer, decidí por comida china.
—Siéntate, porque no esperes que me coma toda esta comida yo solo —Ella se ríe y acerca una silla.
El almuerzo estuvo especial solo por el hecho que estaba junto a Violeta. Llegué a conocer un poco más de ella, me habló un poco de su familia, pero de su madre trataba de evitar el tema. Tocan la puerta, Violeta se levanta, pero le digo que voy yo, al abrir, eran mi madre y Ross, ella al ver a Violeta sale corriendo hasta donde ella está y la abraza, mi madre me saluda, pero no le dirige la palabra a Violeta, ella se siente incómoda, se despide de mi hermana y sale de la oficina.
—También me la tengo que encontrar aquí, Alexander.
—Es mi secretaria, temporalmente —Le explico— ¿Qué te trae por aquí?
—Queríamos verte, además, no dormiste en casa y me preocupé, pero veo que estás bien.
—Lo siento por no avisarte, madre.
—Tranquilo, Diego no ha parado de llamarme y enviarme mensajes —Me pasa su teléfono.
Algo grave hizo porque le está pidiendo grandes cantidades de dinero, se lo entrego.
—Sé que te preocupa, pero no podemos dejar que empeore, así que te pido que no respondas a ninguno de los mensajes, ya estoy tratando de buscarle una solución a todo esto —Agarro su mano— Confía en mí, por favor.
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Editado: 07.12.2025