VIOLETA
Con una sonrisa en mis labios, voy en busca de los papeles, el chico es muy amable, espero hasta que me lo entrega, me despido y voy a la oficina de Ignacio. Al llegar, toco la puerta y escucho un adelante de su parte, esta concentrado escribiendo algo en su laptop, levanta la mirada y me sonríe.
—El ogro te dejó salir, qué sorpresa.
—Que no te escuche, porque tendrás problemas —Me río y le entrego los papeles—. Necesito que lo firmes.
Los toma, comienza a revisarlos y los firma, me los entrega.
—Mejor vete, debe estar pasando por su mente una mil ideas de nosotros haciendo cosas indecentes —Se levanta y me abraza—. Me alegra que seas feliz, mi pequeña rubia.
Salgo de su oficina y cuando estoy a punto de entrar a la oficina de Alexander, escucho la voz de Serena. Al abrir la puerta, están los dos abrazados, siento un nudo en la garganta, ella al verme se separa de él y me saluda.
—Lamento interrumpir —Miro a Alexander— Aquí tiene los documentos.
Él los toma sin mirarme, salgo de la oficina y decido ir a la cafetería a buscar un café, aunque no estaban haciendo nada malo, me siento incómoda que este aquí. Busco una mesa algo alejada a la entrada y me siento, me traen mi café y le agradezco a la chica.
Mi teléfono suena, me fijo en la pantalla y es Alexander, lo ignoro. Me quedo un buen rato, veo la hora y son las tres, me levanto y salgo de la cafetería, al llegar a mi puesto de trabajo, me siento, acomodo un poco unos informes que estaban regados en el escritorio, escucho un carraspeo y al levantar la mirada, era él.
—Te recuerdo que no eres la dueña de la empresa para irte y regresar a la hora que se te da la gana —sus ojos me atraviesan y me hace sentir pequeña.
Me asombra la manera que me está hablando, pero no voy a dejar que me afecte.
—No volverá a pasar, señor ¿Desea algo?
—Necesito dos copias de estos papeles —Los deja en mi escritorio y se retira.
La que debería de estar molesta al verlo con su ex soy yo, no él ¡Es un imbécil!
Agarro los papeles de mala gana, al llegar, había dos personas y me tocó esperar, termino y vuelvo a mi puesto. Miro a Alexander con la cara entre las manos, ¿será qué algo pasó?, que vaya a comer ñoña, sea lo que esté ocurriendo, no puede pagar su mal humor conmigo. Lo ignoro, sin más nada que hacer me pongo a jugar en la computadora, llega la hora de salida y recojo mis cosas. Lo que debería ser el primer día perfecto, terminó siendo un total desastre, cuando dejo todo ordenado, Alexander sale, me mira y puedo ver un arrepentimiento, se acerca y me cruzo los brazos.
—Perdóname, sé que no debí hablarte así.
—No te preocupes, hasta mañana.
Al ver que quiero irme, me toma del brazo.
—Se que merezco que me trates así, pero por favor, solo escúchame —me ruega y es la primera vez que lo veo actuar de esta manera, pero no puedo permitir que me trate de esta manera.
—No quiero hablar contigo hoy, mañana si estoy de buen humor para soportarte, lo haremos, chao —Al ver qué no voy a ver en sus brazos, me deja ir.
Lo dejo ahí parado mientras me alejo, sé que lo terminaré perdonando por esta actitud tan déspota que a veces tiene, pero esta noche tiene que aprender a que no soy un juguete que, si estamos juntos, lo haremos bien.
Al salir, Ignacio aparece a mi lado.
—El ogro te dejó salir temprano y sola, eso es nuevo —me rio.
—Deja lo payaso, ¿por qué no mejor haces tu buena obra del día y me llevas a casa?
—Como ordene.
Me abre la puerta de su auto y me subo, espero que él haga lo mismo, al ver hacia la salida, está Alexander viéndome, está más que molesto, levanto la mano y con la mejor sonrisa que tengo me despido de él, sé que lo molestará mucho más, pero no me importa, tiene que aprender. Ignacio entra y niega al verme lo que acabo de hacerle al amigo.
—Eres mala con mi amigo, Violeta —dice mientras enciende el auto y salimos del estacionamiento.
Me río y me quedo callada, el viaje fue tranquilo y Ignacio no me preguntó lo sucedido con Alexander. Llegamos a mi apartamento, me despido de él con un abrazo, me bajo del auto y entro a mi edificio, cuando voy a abrir, Talía me abre y se me tira encima.
—¿Estás bien? —Su preocupación me sorprende.
—Claro ¿Que sucede? —Entro y dejo mi bolso en la mesa.
—Es que llegué al mediodía y no te encontré, así que me preocupé.
—¡Ah, lo siento! —digo— Es que hoy empecé a trabajar como secretaria de Alexander.
—¿Cómo fue? —se sienta.
—Bien, no se me hizo tan complicado a pesar de no haber trabajado nunca como secretaria.
—Tú puedes con eso y mucho más —Su apoyo me hace feliz.
Luego de hablar un rato con ella y aclarar sus dudas, voy a mi habitación, me quito los zapatos y la ropa, me baño y me relajo un poco. Salgo y busco mi pijama, Talía entra cuando me estoy peinando, se sienta en la cama.
—Marcos y yo estuvimos juntos —Se coloca la almohada en la cara y comienza a gritar como una tonta enamorada.
Dejo el cepillo y la miro.
—¿Puedes? —Señaló su abultada barriga— ¿No es complicado?
—Pareces boba, Violeta, claro que puedo, además, fue el mejor y… —La interrumpo.
—No quiero detalles.
Ella ríe y me lanza una almohada, nos levantamos para ir a hacer la cena. Marcos venía dentro de un rato, Talia insistía en darme detalles y yo la ignoraba.
Se abre la puerta y es mi amigo, nos sentamos y empezamos a comer, al terminar, decidí dejar a los tórtolos solos, acomodo la cama y me acuesto. Pienso en Alexander, no me gusta estar molesta con él, pero su actitud a veces me vuelve loca, cuando avanzamos mucho, él viene con su actitud y retrocedemos más, si él no pone de su parte por esta relación, no sé hasta dónde iremos a llegar
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Editado: 07.12.2025