ALEXANDER
No debí tratar a Violeta así, no se lo merecía, estaba tan molesto con la situación que estaba pasando con Diego que terminé pagando mi rabia y mal humor con la que menos se lo merecía. Entendía que estuviera molesta conmigo, no puedo creer lo idiota que he llegado a ser desde que conocí a Violeta. ¡Jamás me importó lo que pudiera sentir otra mujer! Después de Anne, ni siquiera con Serena. A este paso que voy, solo tendré mente y corazón solamente para Violeta.
Llegué a mi casa y solo quería olvidarme de todo, solo pensar en cómo solucionaré todo con Violeta y que me perdone. Mi abuela estaba en el despacho hablando con mi primo, al parecer algo sucedió, esperaré a que salga para ver si necesita de mi ayuda. Ross estaba en su habitación y mi madre dando indicaciones de lo que quería para cenar, solo da órdenes cuando alguien muy importante para ella viene, por su mirada no me va a gustar para nada.
—¿Por qué tantos preparativos, madre? ¿Quién viene? —Una sonrisa se posa en sus labios.
—Cuando llegue lo sabrás, anda a bañarte para que recibas a los invitados, yo buscaré a tu abuela —se va, dejándome con la duda.
No creo que sea Serena, hace rato nos vimos, es más, me lo hubiera comentado. Subo a mi habitación y me quito la ropa, me doy un baño rápido, decido ponerme algo casual, no importa quién sea que venga.
Salgo de la habitación, pero antes, paso para ver a Ross, pero al entrar en su cuarto está dormida, le doy un beso y cierro la puerta. Bajo y noto que los invitados todavía no han llegado, espero que no lo hagan, solo deseo descansar. Suena el timbre y el ama de llaves va a abrir, la primera que veo es a Serena, me susurra un lo siento, más atrás está su madre, no entiendo qué es lo que está pasando, Saludo a la señora Kenia.
—Hijo, estás muy guapo —Me abraza— Ya veo porque mi hija no te quiere dejar.
Solo sonrío y me acerco a Serena.
—¿Qué está pasando? —observo a mi madre y a Kenia mirando hacia donde estamos— ¿Por qué esta cena?
—Estoy igual que tú, Alexander. Al salir de tu oficina esta tarde, mamá me llamó para que la pasara a buscar porque teníamos una cena.
Mi madre no se cansa, mi abuela me mira pidiéndome explicaciones, ¡ni yo entiendo este circo que está montado! Nos sentamos a comer, mientras que todos están en una entretenida plática, Serena está incómoda y yo igual, hasta que mi mamá decide dejarnos sin palabras.
—Quiero darles las gracias a todos por estar aquí. Serena —La mira— Sabes que te quiero como una hija, eres parte de la familia.
—Madre… —Kenia me interrumpe.
—Alexander, sabemos lo importante que es mi hija para ti, solo queremos darte una pequeña ayuda, ambas familias estaremos encantadas cuando decidan comprometerse —Serena abre los ojos— Pero por el momento, sería bueno que formalicen su relación con la prensa.
Me levanto de la mesa, no podía creer hasta dónde podía llegar la obsesión de mi madre al querer verme con Serena, crear un falso compromiso. ¡Esto tenía que acabarse hoy mismo!
—Claro que daré un comunicado a la prensa, Gracias señora Kenia —Serena no sabe qué hacer ni que decir— Mañana mismo le diré a todos que tengo una relación, pero no con Serena, si no con Violeta, madre.
Todos se me quedan mirando, sin creer lo que acaba de salir de mis labios, si esta era la forma de acabar con todo, lo haría.
—¡Estás completamente loco, Alexander! —Mi madre se pone de pie— Esa niña jamás será parte de esta familia —Su amenaza no me intimida.
—Eres tú la que has perdido el juicio, madre, no quiero volver a verte manejar mi vida a lo que más te conviene. Yo decido con quien estar. La mujer que me hace feliz en estos momentos, aunque no te agrade en lo más mínimo la idea, es Violeta —Miré a Kenia— Disculpe, su hija es una excelente mujer, pero somos amigos, ella es importante, pero los dos sabemos hasta dónde es el límite.
Kenia, con una vergüenza que le duraría toda una vida, agarra a Serena del brazo y se retiran. Solo quedamos mi abuela, mamá y yo.
—¡No puedo creer que me hayas hablado así delante de Kenia! —Me recrimina.
—Yo no puedo creer que me estabas comprometiendo con Serena, solo faltaba que trajeras un cura y me obligaras a casarme.
—No entiendes que Serena es lo mejor para ti, esa chica solo tiene veinte años, es una niña y verás que no es lo que piensas —Se va.
Era lo único que me faltaba para completar el día, mi abuela decide hablar con ella, era lo mejor, yo no podía más, estaba cansando de tantas peleas por el mismo tema.
Necesitaba estar con ella, agarré las llaves del carro y salí de la casa, subí al auto, manejé hasta su apartamento, las calles estaban solitarias puse un poco de música, jamás se me hizo tan largo el camino como hoy. Al terminar la canción, llegué, apagué el carro y me bajé, saludé al conserje, subí en busca de la única mujer que me da la paz que necesito. Al llegar, tocó la puerta y me abrió la amiga de Violeta.
—Disculpa la hora, pero necesito ver a Violeta.
Ella me dice que espere, cuando ya estoy por entrar y buscarla yo mismo, ella sale, parecía un ángel, incluso recién levantada.
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Editado: 07.12.2025