Si fueras ella

CAPÍTULO 78

VIOLETA

Alexander se quedó junto a mí una segunda noche, me levanté temprano y lo dejé dormir un poco más. Sali de mi habitación, hice café y me senté en el mueble. Todavía no creo todo lo que estaba pasando con Alexander estos últimos meses, podía poner mis manos al fuego por él, me ha demostrado que vale la pena luchar por este amor.

Me levanto, comienzo con el desayuno, le preparo cereal y pan tostado, más un jugo de naranja, pongo todo en su lugar y se lo llevo, al entrar, todavía sigue durmiendo. Coloco el desayuno en la mesita de noche y comienzo acariciar su cabello para que despierte, se queja y me da la espalda, me río, beso su espalda, él me agarra de la cintura y termino quedando debajo, él quita parte de mi cabello de mi cara.

—¡Deberíamos amanecer así, todos los días! —Me besa— Trabajaría de buen humor.

—Déjame pensarlo, porque la verdad te hace falta, además tus trabajadores me lo agradecerán bastante.

—Tampoco soy un ogro, deberían de estar agradecidos que aún conservan sus empleos, así que mejor dejamos el tema hasta aquí.

Comienzo a reírme, se acomoda en la cama y comienza a comer.

—Le diré al chófer que pase por ti, tengo que ir a mi casa a cambiarme para ir a la oficina, nos vemos allá —Besa mi frente— No llegues tarde, Señorita Violeta.

Me burlo de él, agarra su teléfono y lo acompaño hasta la puerta, estando ahí lo beso, él me agarra la cintura.

—No sabes lo adictiva que puedes llegar a ser —besa mis labios nuevamente— Necesito calmarme, no quiero que llegues tarde.

Nos despedimos y cierro la puerta, mi corazón no se cansa de amarlo cada segundo, estoy perdida.

Voy al cuarto a vestirme, decido por un pantalón y una camisa manga larga, me coloco unos tacones, dejo mi pelo suelto, me maquillo un poco, quiero verme hermosa para él. Agarro mi teléfono y mi cartera, apago las luces del cuarto y salgo, voy a la cocina, empiezo a desayunar, recibo un mensaje de Alexander que ya el chófer viene por mí. Coloco el desayuno de Talía en el microondas y salgo.

Al bajar, el chófer está aquí, lo saludo y me subo. Había mucho tráfico, esperamos y nada que avanzaba, así que el chófer tomó otra vía, le envié a Alexander que iba a llegar tarde y le expliqué el motivo. Tantas vueltas hicieron que el estómago se me revolviera, estoy mareada. Llegamos a la empresa y le dije al chófer que esperara, que no me sentía bien. Al verme tan pálida, decide ir por Alexander, recuesto mi cabeza en el asiento, respiro una, otra vez. Abren la puerta y es Alex.

—Ya bajo, solo necesito un poco de aire —digo.

—¿Qué te pasó?

—Para evitar el tráfico y llegar a tiempo, tuvimos que tomar otras rutas, solo fue un leve mareo, no te preocupes.

—No debieron hacer eso —Mira de mal humor al chófer.

—Él no tiene la culpa, yo le sugerí que tomáramos otra vía —El chófer me agradece.

—Vamos —Me ayuda a salir del auto.

Entramos a la empresa, todos nos miraban, me estaba sintiendo incómoda. Alexander me tenía agarrada de la cintura, aunque yo trataba de alejarlo, él no me hacía caso, entramos a su oficina, me senté y fue a buscarme un vaso de agua, me lo pasa y me lo tomo.

—¿Estás segura de que te sientes bien? Puedes tomarte este día libre —Se sienta a mi lado.

—¡Claro que no! Ya están murmurando de mí, por la escena que acabamos de dar, no me imagino lo que hablarán si me voy —Él quiere decirme algo, pero lo interrumpo— No, sé que a ti te importa en lo más mínimo lo que puedan decir aquí, pero a mí sí, Alexander.

—Está bien —Se levanta— Señorita Violeta, vaya a trabajar.

Me río y me acerco para besar sus labios, cuando intenta agarrarme de la cintura, lo alejo y salgo corriendo de la oficina. Toda la mañana me la pase agendando citas para estas últimas semanas del mes. Alexander salió para un almuerzo que tenía y regresaría en la tarde, alguien me llama y al levantar la mirada, es la Señora Daniela.

—Buenas tardes, Alexander no está —Le informo.

—Lo sé, vine a hablar contigo —Señala su oficina— Vamos.

Me levanto, ella entra primero y después yo, me quedo parada.

—¿Cuánto quieres para que te alejes de mi hijo y desaparezcas de nuestras vidas? —Ella me mira fijamente— No eres buena para él, él merece algo mejor.

—Como Serena, ¿cierto? —Cruzo mis brazos.

—Nos estamos entendiendo, Anne era como tú —Su mirada se dirige a la foto que tiene Alexander de su esposa—. Le permití que estuviera con ella, aunque no me agradara en lo absoluto, la traté mejor para que mi hijo no sospechara, pero ella venía de una familia algo disfuncional, a causa de eso sus abuelos la criaron, pero era poca cosa, al igual que tú. Alexander merece una mujer de su misma clase social, de su estatus —Se acerca a mí— Serena es la indicada.

Todavía no creía las estupideces que esta mujer estaba diciendo, ¿cómo podía hablar así de una mujer que no está aquí para defenderse? Su manera de hablar de ella, creo que Alexander no sabe la clase de madre que tiene, egoísta, que solo piensa en ella.

Cuando estoy por decirle unas cuantas cosas de una manera nada amable, la puerta se abre dejando ver a Alexander, Ignacio está detrás de él. Al ver mi cara, sabe que no tuve una linda conversación con Daniela, él está esperando una respuesta y no sé qué decirle, aunque estuviéramos juntos sé que no me creería todo lo que me ha dicho su madre, mis manos sudan y mi mente no deja de pensar en qué hacer. Alexander se acerca a nosotras.




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