VIOLETA
Estaba paralizada. Alexander nos miraba esperando una respuesta de alguna de nosotras. Cuando voy a hablar y decirle toda la verdad, sin importar si me cree o no, ella se adelanta y jamás pensé escuchar de alguien decir tantas mentiras.
—Solo vine a disculparme contigo hijo y también con Violeta —me mira— Tienes razón, no puedo obligarte a estar con Serena cuando no quieres, por eso aceptaré su relación.
Quedé con la boca abierta por las palabras de esta mujer. Alexander me mira para confirmar si lo que acaba de decir su madre es cierto, no creo poder decirle la verdad, no quiero que tenga más peleas con ella, así que por el bien de todo decido seguir a Daniela en su mentira.
—Es cierto.
Él se queda callado por un momento, se acerca a mí.
—No creo en lo que mi madre está diciendo, la conozco y sé cuándo está mintiendo —Me quedo callada—. Tú y yo hablaremos luego, pero necesito estar a solas con ella.
—Claro, no te preocupes —Cuando estoy por salir, me agarra la mano.
—Eres importante para mí, no lo dudes —Me besa y los ojos de Daniela me atraviesan con odio.
Nos alejamos y salgo de la oficina. Agarro mi bolso y camino al baño, necesito respirar, poder pensar qué le diré a Alexander cuando estemos a solas.
Abro el grifo y lavo mi cara, me maquillo un poco y acomodo mi cabello, decido aplicarme un poco más de rubor, estaba demasiado pálida, no sé qué me está pasando estos días, me he sentido demasiado mal, debo hacer cita para verme con el Doctor.
Termino y salgo del baño, vuelvo a mi puesto, Daniela todavía estaba en la oficina, solo quería que se fuera, su presencia me altera de una manera que no comprendo. Se abre la puerta y sale, besa la mejilla de su hijo y se va sin mirarme. Alexander me llama, me levanto y al hacerlo siento que todo me está dando vueltas, trato de agarrarme de la mesa, y sentarme de nuevo. Alexander viene hasta mí, me agarra la cara y me pregunta qué me pasa.
—Violeta, mi amor —Al ver qué no reacciono, me carga y me lleva a su oficina.
Me acomoda en el mueble, me pasa un trapo mojado por la cara y eso me alivia un poco.
—Estoy bien, Alexander. No he comido, debe ser eso.
—No sé qué haré contigo —Agarra el teléfono de la oficina, habla con alguien.
Cierro los ojos por un momento, cuando estoy por quedarme dormida escucho ruidos, al abrir los ojos, entran dos muchachas con unas bolsas, se la entregan a Alexander, él le da las gracias. Dejó todo en su escritorio, acerca una silla, me ayuda a levantarme.
—Debes comer, Violeta —Me pasa mi comida y un tenedor— Me estás dando más complicaciones que mi antigua secretaria, solo te quedas porque esa carita hermosa que tienes me alegra el día —Me besa.
Me sonrojo, comenzamos a comer, no saca el tema por qué su madre estaba conmigo en su oficina y se lo agradezco. Las cosas están bien, para que las mentiras de su madre causen problemas entre nosotros. Me dice que le envió al chófer para que viniera por mí y así llevarme a casa.
—Ya me siento mejor Alexander, creo que estás exagerando.
—Exagerado o no, no me arriesgaré, Violeta.
Decido quedarme callada, terminamos de comer, voy a recoger mis cosas para irme. Alexander me acompaña, la mirada de todos está en nosotros, bajo la mirada, me incomoda, siento que me están juzgando. Al salir, está el chófer esperando por mi, Alexander me abraza mientras me besa, disfruto de tenerlo así, escucho unos flashes y me aparto.
—No te sorprendas si sales en una de las revistas más famosa del país —Abro los ojos y él se ríe— Sube, pasaré más tarde por tu apartamento.
El chófer me abre la puerta y subo, recuesto mi cabeza en el asiento, suena mi teléfono, me quejo, no quiero hablar con nadie, dejo que suene.
Llegamos a mi edificio, le doy las gracias, me bajo y camino, al estar en la entrada siento que me siguen, miro a todos lados, no hay nadie, un escalofrío baja por toda mi espalda, algo no está bien. Corro hasta estar dentro del edificio, mi corazón late desesperadamente, es mejor que me calme, debe ser imaginación mía, abro la puerta de mi apartamento, todo está oscuro. Talía debió haber salido con Marcos, dejo mis cosas en el mueble y voy por un vaso de agua, estos días me ha dado una sed que no puedo controlar. Ignoro esos pensamientos y me pongo a ver un rato la televisión, decido por una película romántica, mis párpados me pesan y me duermo.
****
Tocan la puerta, me levanto mientras me restriego los ojos, el sueño sigue intacto, al abrir la puerta no había nadie, pero en el suelo había una rosa con una nota, sonrió pensando que es un detalle de Alexander, pero al leerla me quedo sin palabras.
“Serás mía, solamente mía”
La dejo caer, siento que me falta el aire, miro para todos lados, pero no hay nadie. ¿Quién en su sano juicio sería capaz de esto? Agarro la rosa y la nota nuevamente, voy a hablar con el conserje, al llegar, me saluda, le explico la situación, me dice cómo exactamente era el hombre, siento otra vez el mareo, él me ayudó a sentarme. Era Diego, él fue que dejó la nota, trato de calmarme, necesitaba hablar con Alexander, me levanto para ir a mi apartamento y poder contarle lo sucedido, pero alguien me llama, al ver, era Serena, es raro verla aquí, me sonríe, pero al verme tan mal, se acerca.
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Editado: 07.12.2025