Si fueras ella

CAPÍTULO 81

ALEXANDER

Ross se quedó dormida a mitad de la película, la cargo y la llevo a su habitación, la acomodo bien y cierro la puerta, vuelvo a mi habitación y reviso el celular, tengo varios mensajes de Violeta, nos quedamos un rato hablando, me despedí, apagué la luz y me acosté.

****

Me levanto con dolor de espalda y cansansio, me dirigo al baño y comienzo a cepillarme, lavo mi rostro y salgo, me visto y bajo a desayunar. Hoy tenía muchas cosas que hacer. Lo que me tenía preocupado era la situación con mi hermano, al llegar al comedor, estaban mi madre y mi abuela desayunando, me siento y solo pido una taza de café.

—Hijo —levanto la mirada para ver a mi madre— La semana que viene estaré realizando una pequeña fiesta, Kenia me ayudará con la organización, Invité a varios de tus amigos y por supuesto, Serena está incluida.

—Qué bueno, madre, pero no puedo complacerte con mi presencia —Ella se sorprende— Me voy de viaje.

—¿No puedes dejarlo para otro momento? —¿Que? Ni loco dejo dejo pasar esta oportunidad para estar a solas con Violeta—. Es muy importante para mí que tú estés.

—Madre, puede seguir siéndolo, pero sin mí —Me levanto— No puedo posponer este viaje, es muy importante, nos vemos más tarde.

Salgo de la casa sin esperar una respuesta de su parte, me subo al auto y nos dirigimos a la oficina.

Violeta me envió que ya estaba allá, aunque le dije que era mejor que se tomara este día también para descansar de todo lo que había pasado el día de ayer, pero era muy terca. Hoy no había tanto tráfico, lo agradecía, llegamos y bajé del auto. Al entrar, había un pequeño bulto de personas hablando, estaban tan sumidos en la conversación que no se percataron de mi presencia, me molestaban todas las barbaridades que estaban hablando esta gente de Violeta. Le di fuerte a la mesa que tenía cerca y cada uno de ellos se voltearon, sus rostros estaban pálidos, ellos sabían muy bien lo que les venía, ahora iban a conocerme de verdad.

—No sabía que mi vida privada fuera de su interés —exclame fuerte, quería que todos escucharan—. Si la señorita Violeta y yo somos pareja, no es asunto de ninguno. Ustedes vienen a trabajar, no a estar pendiente de lo que hago o no —Asienten y me piden disculpas—. Están despedidos, cada uno de ustedes, no los quiero ver por aquí mañana, pasen por recursos humanos.

Se quejan y me piden una segunda oportunidad, pero los ignoro y sigo mi camino hacia mi oficina. Violeta está en su puesto, como siempre, está hermosa, me acerco a ella y beso sus labios.

—¿Cómo estás, mi amor?

—Bien, ya me siento mucho mejor —Me sonríe— ¿Puedo pedirte un favor?

—Claro —Agarro su mano y la llevo a la oficina, para que hablemos mejor.

—No lo hagas —Se a lo que se refiere y no puede creer lo bueno que puede llegar hacer—. Aunque no me guste en lo absoluto lo que están diciendo de mí en los pasillos de la empresa, tampoco quiero que pierdan sus empleos por mi culpa, además he aprendido a ignorarlos.

Esta mujer cada día me impresiona más, me acerco a ella y la abrazo, me hace sentir el hombre más afortunado de tenerla conmigo, ella se ríe, vuelve a su puesto y yo paso toda la mañana trabajando.

Recibo varias llamadas de mi madre, pero horita estoy un poco ocupado para contestar, tocan la puerta y entra Ignacio.

—¡Me vas a matar! Pero no pensé que tu viaje con Violeta era algo secreto.

—¿Qué hiciste?

—Daniela me llamó, me preguntó del viaje que harías la próxima semana, sin mala intención, le dije que irías con Violeta —Por eso está como loca llamándome—. Disculpa si por mi imprudencia vas a tener problemas.

—No te preocupes, tarde o temprano se iba a enterar, pero quería que fuera estando ya lejos.

Ignacio salió de la oficina, el teléfono vuelve a sonar, lo apago. Esperaré hasta la tarde para escuchar lo que quiera decirme, al final haré lo que me de la gana. La mañana pasa rápidamente y llega la hora del almuerzo, invito a Violeta a comer afuera, recoge sus cosas y tomo su mano, sé que le molesta que haga esto, pero de esta manera puedo callar un poco los chismes y evitar que ciertos hombres de aquí se acerquen a Violeta.

Decidimos por un restaurante italiano que está cerca de la empresa, teníamos mucho trabajo y no quería perder mucho tiempo. No perdí la oportunidad de comentarle que quería irme de viaje la próxima semana con ella, sin previo aviso se levanta de la mesa y me abraza, la siento en mis piernas y la beso. Nadie nos vería, estábamos en una mesa apartada lejos del ojo público, mis manos empiezan a acariciar su cintura, el beso se vuelve más intenso y lo disfruto, ella con el corazón a punto de salirse, se separa.

—Creo que debemos parar —Se sonroja— No es el lugar adecuado.

No podía parar, la necesitaba ya, nos levantamos y agarro su mano, ella ríe cuando la llevo al baño de damas. Verifico que no hay nadie que nos vea y entramos, cierro la puerta, al verla no aguanto más, la beso, ella me recibe con la misma pasión y urgencia, la levanto y la coloco en el lavado, la acaricio. Disfruto cada momento, tenerla aquí, la hago mía, pero esta vez algo cambió, aunque no lo quiera ver, esta relación se está volviendo más real. ¡Jamás pensé llegar a este punto con ella!, necesitarla de una manera que ni yo mismo puedo entender. Ella se entrega a mí, le sonrío, ella me toma del cuello y me besa.

—No puedo creer que acabamos de hacer el amor en el baño —dige, muerta de la risa— ¡Hasta donde hemos llegado mi sexy jefe!

Beso su cuello, ella se viste y se acomoda el cabello, decido salir primero, así evitar que nos saquen del restaurante por incidentes. Al llegar a la mesa, comienzo a reírme, estamos locos.




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