VIOLETA
Los días pasaron y no podía con el dolor que sentía por lo ocurrido anoche con Alexander, no fui a trabajar y él no me envió, ni siquiera llamó, dejándome claro que no le interesa lo que suceda conmigo y que para él solo fui un cuerpo en quien descargar su deseo. Por otro lado, Marcos estaba furioso, había escuchado una conversación de él y Talía discutiendo sobre lo ocurrido. La tensión en la casa era insoportable y todo era mi culpa, la puerta se abre y entra Marcos, me pongo de pie y me limpio la cara, no quiero que me vea de esta manera.
—Al verte así, lo detesto más —Me jala y rodea mi cuerpo con sus brazos.
No podía contener las lágrimas y como una niña pequeña, abrazó con fuerza a Marcos. Me dolía mucho tener que pasar por esto de nuevo, me enamoré de alguien que solo me utilizo y lo deje hacer conmigo lo que él quisiera. Aunque me este matando su indiferencia, lo sigo amando.
Un toque en la puerta nos hace separarnos, Talía entra con una taza y un vaso de juego. Mi amigo decide salir y dejarnos solas para que yo pueda comer, pero al sentarme en la cama y oler de cerca la comida, me pongo de pie y salgo corriendo al baño. Me pongo de rodillas y subo la tapa del inodoro, expulsó todo, Talía me recoge el cabello y sigo vomitando, hasta que no sienta que mi estómago está vacío, no paro, los minutos pasan y me levanto, lavo mi rostro y regreso a la habitación.
Mi amiga me ayuda a recostarme en la cama y se sienta a mi lado.
—¿Ya estás mejor? —Asiento, sintiendo mi cuerpo débil y sin fuerzas—. No sé que ha ocurrido con Alexander y tú, pero deberías tratar de comer y salir. Estar encerrada no te está haciendo nada bien.
Me acurruco en la cama sin decirle nada. Suspira y se lleva todo, me conoce demasiado bien para saber que no voy a comer. Besa mi mejilla y apaga la luz, dejándome en una oscuridad que no se asemeja a nada de lo que siento en este momento. Me quedo dormida, dejando que los pensamientos me hagan sentir peor.
****
Los gritos que se escuchaban fuera de mi habitación me hicieron salir de la cama para ver qué estaba pasando. Me pongo una chaqueta que estaba en la silla y salí. Marcos tenía acorralado a Ignacio mientras que Talía intentaba calmar a mi mejor amigo.
—No te quiero cerca de Violeta, tampoco a tu amigo, así que déjaselo claro cuando lo veas —Marcos estaba fuera de sí—. No ha salido de su habitación, no sabemos qué hacer para que se sienta bien.
No podía permitir que culparán a Ignacio de algo que no había hecho. Desde un principio me habló claro de cómo era Alexander y yo solo dejé pasar las alarmas que pasaban frente a mi.
Carraspeó, ya que ninguno se había percatado de mi presencia.
—La culpa es mía y de nadie más —dejo claro—. Por favor, déjenme sola con Ignacio.
Talía toma del brazo a Marcos y se retiran a su habitación. Ignacio baja los hombros y se que se siente mal al verme en este estado.
—No se lo que pasó, pero no te mereces el daño que te está haciendo y me hierve la sangre porque confíe en que te haría feliz.
—¡Hasta yo pensé lo mismo! —chillo molesta— Pero sabes que es peor, me siento como si hubiera arruinado una relación y es una estupidez ¡Ella está muerta!
Estoy harta, cansada y agotada. Todo me da vueltas y cuando intento agarrarme de algo, mi cuerpo se desvanece, solo escucho el grito de Ignacio.
****
Escucho susurros y alguien toca mi mano con suavidad. Abro los ojos y solo está mi mejor amiga a mi lado.
—¿Qué me sucedió?
—Te desmayaste —me dice— Vomitas todo lo que comes y ahora esto, no estarás…
—Siempre nos cuidamos, sabes que tomo la píldora —Me abrazo a mis piernas y lloro—. No puedo estar embarazada, Talía.
—Lo mejor es salir de dudas, voy a comprar una prueba de embarazo.
—Por favor, no le digas nada a Marcos de nuestra sospecha.
—Está bien —besa mi frente y sale de mi habitación.
Marcos estaba con Ignacio afuera tratando de arreglar sus diferencias. Me quedo acostada, no quería salir y mucho menos hablar del tema de Alexander.
Las horas pasan y Talía nada que llega, ya no tengo uñas por los nervios que tengo. Agarro mi teléfono y miro mi registro de llamadas, se que estoy siendo muy masoquista al desear con todas mis fuerzas que me llame, pero no puedo evitar extrañarlo. La puerta se abre y mi amiga entra agitada, se sienta en la cama y deja sobre ella cinco pruebas de embarazo, la miro con la boca abierta.
—Solo era una.
—Me puse nerviosa y no se… —Habla tan rápido que me marea— Solo hazte la prueba y ya.
Me levanto y agarro una, no se que haremos con el resto, no es la primera vez que me hago una prueba de embarazo, así que se lo que debo hacer. Me siento en el suelo y coloco mi orine, la rayita sube y cuando aparecen dos, mi pulso se acelera y comienzo a sudar frío.
Los minutos pasan y no puedo apartar la mirada de la prueba de embarazo. ¿Ahora qué voy hacer? Estoy sola y con un bebé en mi vientre.
Talía abre la puerta con cuidado y al ver mi mano, suspira y se sienta a mi lado. Toma mi mano y la aprieta con fuerza.
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Editado: 07.12.2025