Si fueras ella

CAPÍTULO 92

VIOLETA

La alarma empieza a sonar y veo la hora, son las 2 de la tarde, tenía que limpiar la habitación de Talía y tener todo ordenado en casa para cuando ella llegue en la tarde. Salgo de la cama y voy al baño, me cepillo y lavo mi rostro, para así espantar un poco la flojera que tengo. Me visto lo bastante cómoda para estar en casa, al salir, el silencio que había me molestaba mucho. Busqué en mi teléfono algo movido para escuchar, Selena Gómez sería la mejor opción, comienzo a limpiar mientras que cantó, voy a la habitación de Talía y saco su ropa sucia, las sábanas y las dejo en el mueble para después lavarlas, busco unas sábanas nuevas y las coloco.

La semana que viene íbamos a comprar la cuna porque pensábamos que la bebé llegaría en ese momento, pero se nos adelantó, así que dormiría con su madre en la cama mientras tanto. Termino todo y cierro la puerta, busco en internet lo que debe de comer una persona recién dada a luz, me da varias opciones y comienzo a cocinar, al tenerlo todo listo, lo guardo y lo dejo en el microondas. Termino de arreglar la sala y la cocina, recibo un mensaje y es de Marcos que en media hora estarán aquí, abro los ojos y me apresuro, no pensé que la dieran de alta tan temprano. La limpieza me hizo sudar mucho, me baño, me lavo mi cabello y salgo con la toalla puesta, me visto y peino mi cabello.

Escucho la puerta abrirse y al salir, entra Talía con la bebé, corro y agarro la princesa, tiene los ojitos abiertos, son azules, bosteza y beso sus cachetes. Marcos entra con los bolsos, nos vamos al cuarto y ella se acuesta.

—El agotamiento se te nota en la cara, amiga.

—Solo quiero dormir un poco más.

—Hazlo, cuando la bebé de duerma, la acomodo a tu lado —Mi amiga me lo agradece y al recostar su cuerpo en la cama se queda dormida.

La bebé se me queda mirando y no puedo con tanta ternura, me quedo un rato consintiéndola, hasta que se queda dormida, acomodo un poco la cama y la acuesto al lado de su mamá, busco las almohadas y se las pongo alrededor. Apago la luz y prendo la lámpara, con cuidado salgo del cuarto, veo a Marcos dormido en el mueble, busco al cuarto una sábana y se la coloco. Voy a mi habitación, busco una película para ver, mi teléfono suena, al ver, era Alexander. Mi corazón se quiere salir de mi pecho, una lágrima se escapa, dejo que suene, no puedo dejar que me lastime de nuevo, así que lo apago y lo dejo en la mesita de noche.

Debo cambiar de número, no quiero saber más nada de él, no merece más nada de mí, creo que fui muy estúpida al entregarle mi corazón y no lo valoró. Ahora mi hijo es lo único que me importa, lo odio y jamás lo voy a perdonar, me levanto y salgo del cuarto. Marcos está despierto, me siento a su lado y lo abrazo, solo necesito esto, el saber que no estoy sola y que a pesar de todo siempre voy a tener su apoyo. Él no pregunta, solo besa mi frente, así nos quedamos un rato hasta que escuchamos la puerta abrirse y era Talía, me levanto.

—¿Tienes hambre? —Asiente.

Le paso su comida, al verla no le agrada en lo absoluto, le explico por qué y ella se lo come, obligada. Cuando termina, ella se levanta y se va al cuarto para darle comida a la bebé. Un olor bastante desagradable me llega, voy al baño corriendo y vomito todo lo que ingerí en la mañana, ¿hasta cuándo será esto? Me levanto, me cepillo y me lavo la cara, al salir me sentía un poco mareada, Marcos me trae un vaso de agua y me la bebo.

—Montaré un negocio de cómo atender a mujeres embarazadas, creo que con Talía y ahora contigo ya soy un experto.

—Sabes que eres el mejor.

—Duerme un poco, estás pálida, Violeta.

Besa mi frente y sale de la habitación, le haré caso, veo la hora en mi despertador y son las tres de la tarde. Me quedo dormida y una vez más, sueño con Alexander.

****

La cama estaba muy cómoda, no quería levantarme, el bebé quiere seguir durmiendo, comienzo a reírme, es raro hablarle a alguien que todavía debe ser un frijolito, me levanto y voy al cuarto de Talía y le está dando comida a la pequeña, me acuesto a su lado y mis ojos se están cerrando.

—¿Todavía tienes sueño? —Asiento con poco ánimo—. Violeta si acabas de despertarte.

—No es culpa mía, es del bebé —Señale mi plano vientre.

Ella comienza a reírse, me levanto fingiendo estar molesta y salgo del cuarto, voy a la cocina, me preparo una merienda que consiste en una ensalada de frutas, además es lo único que me cae bien. Me siento en el mueble y como mientras veo una película. Marcos se había ido, pero viene más tarde, se quedaría con Talía a partir de hoy.

Me gustaba la idea, no quería que mi amiga se quedara sola cuando me fuera y menos con la bebé. El pensar en mi viaje a España, me pone triste, toda mi vida está aquí en México, ahora me tengo que ir por un desgraciado que no tiene corazón y con su hijo. Al terminar dejo mi plato en la mesa y voy por mi teléfono, creo que se habrá cansado de llamar, al prenderlo tengo varias llamadas de Ignacio. Le envío un mensaje y espero que me conteste. Sigo viendo la película, suena el teléfono, es un mensaje, me pregunta si ya estoy en casa, necesita hablar conmigo de algo importante. Me preocupé, le digo que sí, no me contesta, una hora después tocan la puerta, al abrir era él, entra y vamos al cuarto.

—¿Qué pasó? ¿Sucedió algo en la empresa? —La manera en que me está viendo, me está preocupando.




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