Si Las Cosas Fueran Diferentes

Capítulo dos

Un arma apuntaba de lleno a mi pecho

--¡Qué carajos! --grité con mi corazón queriendo salir de mi pecho, no podía ver el rostro de la persona frente a mí, pero se notaba que su cuerpo era mucho más grande que yo. El triple. Iba a matarme

--¿Qué es lo que intentas hacer? --Su voz salió en un gruñido y la punta de su arma se clavó en mi pecho, haciéndome retroceder.

Estaba perdida. Este hombre estaba dispuesto a matarme.

--Yo…--Mi voz temblaba– puedo explicarlo–Podía sentir el nudo formándose en mi garganta, mis ojos están fijos en el arma que solo se ajustó aún más en mi pecho. Eso dejaría marcas.

Pero solo si estoy viva para contarlas

--Explícate–Volvió a gruñir

Este hombre parecía un animal. No hablaba, solo gruñí

No debería ponerme chistosa en situaciones así.

--Solo trataba de entrar a mi...

--No. No trates de mentirme —su voz sonó fuerte y su arma subió a mi garganta, haciendo que mi sangre se congelara y que esté a nada de hacerme en mis pantalones. De nuevo vuelvo a estar aterrada. Hubiera preferido que gruñera.

--No estoy mintiendo—Trate de decir, pero mi voz salió entrecortada – y mucho menos tratando de robarte

--Conozco a los adolescentes como tú y mi casa no es lugar para ustedes –Dijo y aflojó el agarre en su arma, dejándome respirar–La policía está de camino— si es cierto que la policía está de camino, podría vivir.

Si la situación fuera otra me alegraría que me confundieran con un adolescente, pero ya estaba rozando la crisis de los veinticinco. Estaba muy alejada de ser uno.

--Bien

--¿Bien? Voy a hacer que te encierren, estoy cansado de los jóvenes que se la pasan tratando de meterse en la casa para robar algo solo por diversión

Yo no soy ningún joven ladrón.

--No voy a robarte

--Si claro

Este hombre era demasiado terco

Tenía que darle algo que probara que no le robaría, porque si no seguiría apuntando con su arma hasta que llegara la policía.

En mi auto están los papeles de la casa y también mis documentos.

--Puedo darte algo que prueba que no voy a robarte, pero no lo tengo aquí— empecé, pero me interrumpió ajustando su arma hacia mi

--No voy a dejarte ir

--No soy tan estúpida para escaparme cuando me estás apuntando con un arma—Mi voz sonó enojada, este hombre era un estúpido.

Mi tono de voz pareció molestarle porque gruñó en respuesta:Recuerda que soy el que tiene el arma.

–Lo tengo claro. En mi auto están los papeles que muestran que la casa me pertenece y que te dejan a ti como un usurpador.

Una risa sarcástica salió de su boca

–¡Esa casa es mía!

–¡Mis papeles no dicen eso!

--Camina—Me dijo y su arma me dio un suave empujón hacia el camino de piedras donde estaba estacionado mi auto– Quiero ver esos estúpidos papeles.

–Los papeles están en el baúl—Dije cuando estuvimos frente a mi auto y gracias a dios, decidió bajar su arma – ¿quieres abrirlo? -- pregunté acercando mis llaves hacia él, pero negó

--Abre

Me acerque hacia la parte trasera con él siguiéndome de cerca y presioné la llave para abrirlo. Sabía que debajo de toda mi ropa estaría la carpeta con los papeles porque fue lo primero que guardé, solo que no sería fácil sacarla. Toda mi ropa estaba sobre ella.

–¿Qué mierda es eso?

–¿Ropa?

Lo escuche gruñir

–Con toda esa ropa puedes vestir al pueblo entero

Mis movimientos se frenaron para darle una pequeña mirada. Ahora se creía chistoso. Todavía tenía la sensación de su arma clavada en mi garganta.

–¿Qué?

–Nada, solo espero que cuando la policía llegue, te apunten con un arma. Esta es la carpeta--Le enseñé sacudiéndola frente a su cara y él la tomó bruscamente de mis manos. Imbécil

--Iba a dártela

--Necesito una linterna— pidió de malas maneras

--Usa la de tu celular

--No tengo

--¿No tienes celular o linterna?

--No necesito

Dios. Este hombre

Saqué mi celular del bolsillo y encendí la linterna apuntando a la carpeta. Sus dedos no tardaron en abrirla y vi como rápidamente ojeaba los distintos documentos

La mitad de mis contratos estaban ahí.

--Creo que están a la último

--O a lo mejor no están y solo eres otra ladrona

--No soy una maldita ladrona, y si lo fuera, crees que te tendría aquí revisando mis documentos privados.

--Eso dicen todos

--Nadie dice eso

Mi brazo salió disparado cuando mis ojos vieron los papeles de la casa

--Son esos—Di un mini grito y me gané un empujón, no noté que me había pegado a su cuerpo. -- Ahí dice que la casa me pertenece. Es mi casa.

Pero él me ignoró y siguió leyendo cada palabra de los documentos.

–Malditos bastardos–Lo escuché maldecir a mi lado y me devolvió la carpeta de malas maneras, obviamente.--¿Cuándo la compraste?

Estaba…

–Estás aceptando que la casa me pertenece, espero que mantengas tus palabras cuando la policía aparezca.

–Soy la policía maldita, niña. Ahora dime cuándo compraste la casa

Sus palabras me sorprendieron.

El es mi vecino policia.

Sabía que tenía un vecino que es policía, pero el.

–¿Eres policía?

–Si, ¿cuándo?

–La compré hace una semana. Mi amiga Cindy hizo entrega del dinero en persona al dueño de la casa, Toby Machan.

Su rostro era un maldito cuadro.

–Ese estúpido dinero—. Sus manos fueron directamente a su cabeza y se enroscaron en su cabello. El cual era un poco largo– Toby, no es el dueño de la casa. Maldito infeliz.

Mierda

–El puso un anuncio en una página diciendo que la casa estaba en venta por falta de tiempo…

–¿Por falta de tiempo?

Asentí

–Era mi casa también. Es mi casa–Corrigió fulminándome

–Yo… lo siento. Pensaba que todos decidieron venderla.

Dios.

Lo estaba sacando de su casa.

¿Él vive ahí? En mi casa




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