"𝑀𝑎𝑑𝑟𝑒 𝑚í𝑎, ¿𝑐ó𝑚𝑜 𝑠𝑒 𝒉𝑎𝑐𝑒 𝑝𝑎𝑟𝑎 𝑡𝑎𝑛𝑡𝑎 𝑐𝑜𝑛𝑒𝑥𝑖ó𝑛?
𝑇ú 𝑙𝑜 𝑠𝑎𝑏𝑒𝑠, 𝑦𝑜 𝑙𝑜 𝑠𝑖𝑒𝑛𝑡𝑜, 𝑣𝑎𝑚𝑜𝑠 𝑎 𝑜𝑡𝑟𝑎 𝒉𝑎𝑏𝑖𝑡𝑎𝑐𝑖ó𝑛
𝐷𝑜𝑛𝑑𝑒 𝑛𝑎𝑑𝑖𝑒, 𝑛𝑎𝑑𝑖𝑒 𝑝𝑢𝑒𝑑𝑎 𝑜í𝑟𝑛𝑜𝑠
𝑆𝑒 𝑛𝑜𝑡𝑎 𝑒𝑛 𝑚𝑖 𝑏𝑜𝑐𝑎 𝑞𝑢𝑒 𝑦𝑜 𝑛𝑜 𝑞𝑢𝑖𝑒𝑟𝑜 𝒉𝑎𝑏𝑙𝑎𝑟."
𝐴𝑖𝑡𝑎𝑛𝑎 + 𝑁𝑖𝑐𝑘𝑖 𝑁𝑖𝑐𝑜𝑙𝑒.
Luego de haber regresado de casa de Isaías, decidí que la mejor manera de pasar la tarde era leyendo.
Saludé a mamá cuando la vi en la cocina y subí a mi habitación para ponerme mis ropas de andar por la casa.
No puedo decir si es algo a lo que todo el mundo acostumbra, pero al menos yo, no solía andar muy arreglada si no iba a salir. Mucho menos en verano. Me encantaba ponerme ropa cómoda, floja y si era una camiseta ancha de esas viejas que tienen años conmigo, mejor aún.
Tomé mi favorita del armario y pasé la prenda por mi cabeza. Me miré en el espejo y fruncí el ceño al notar lo descolorido que estaba ya el Homero Simpson estampado. Tenía años, su apariencia lo demostraba. Quizás por eso le tenía tanto cariño.
Ya lista, tomé el libro de encima de la mesa de luz y abrí el mismo donde había quedado la última vez. Mi cuñada Lina me había sugerido leer uno de sus libros favoritos, que casualmente, se trataba de una novela escrita por una compatriota.
Lo había comprobado con libros anteriores, pero sí que tenía buen gusto la futura esposa de mi hermano a la hora de elegir qué leer. Y no lo dudaba, su profesión como escritora de seguro le daba un plus a la hora de llevar a cabo su elección.
Las siguientes dos horas me perdí en la historia de Ginger y Rhys. Y madre mía del amor hermoso, no podía estar más enamorada de ese par. Desde la primera línea me había metido de lleno en su historia, y aunque ya llevaba más de medio libro, no dejaba de sorprenderme con lo buena que era Alice Kellen para transmitir sentimientos y emociones.
Cuando la vista comenzó a molestarme debido a la gran cantidad de tiempo que llevaba metida en aquel mundo paralelo, y contra toda mi voluntad, cerré el libro y me dispuse a prepararme para la noche.
En cualquier momento Lina llegaría de Madrid y habíamos quedado con ella, mis hermanas y primas para festejar el fin de su soltería.
Terminaba de ondular algunos mechones de pelo cuando la puerta sonó. Tenía que ser ella. No había otra persona en esta casa capaz de hacer sonar delicado hasta el hecho de golpear una puerta.
Caminé el par de pasos que me separaban de la puerta y abrí la misma encontrándome del otro lado a mi amiga. Sí, está bien, era la novia, prometida y casi esposa de mi hermano mayor, pero durante el tiempo que la llevaba conociendo, se había ganado también aquel título.
Y es que Lina era, junto a Noe y Ángeles (mis amigas de toda la vida) la persona en quien más confiaba para hablar de temas con los que no me sentía cómoda hablando con nadie más.
Las primeras veces al tratar con Lina, debía admitir que me ganaba la timidez, no por ser una persona tímida precisamente, sino por tratarse de la chica de mi hermano Gael, pero luego todo eso fue pasando y nuestra relación solo ha ido viento en popa.
- ¡Estás aquí! Lina Catalina… - Nos abrazamos con alegría. Llevábamos meses sin vernos. Había regresado de su país natal, Uruguay, algunas semanas atrás pero tenía asuntos que cerrar en Madrid antes de venir a instalarse del todo aquí.
Mi hermano y Lina se conocieron aquí en España, ella había venido por estudio. Pero su mamá enfermó y tuvo que viajar de regreso. Sin embargo, el tierno y enamorado de mi hermano, no pudo seguir sin ella, así que la fue a buscar. La acompañó durante su estadía allí y ya de paso le pidió matrimonio, todo muy casual.
Así era él. Decidido y con las ideas claras cuando quería algo con todas sus ganas.
- Pili, ¡pero qué preciosa! Estás tan hermosa y te extrañé tanto estos meses…
- Y yo a ti. No puedo creer que se casen, no puedo creer que en 7 días ya seas parte de esta familia oficialmente. – Comenté notoriamente emocionada por la idea.
- Tu hermano me ha sorprendido, no te haces una idea de todo lo que me hizo pasar para hacerme la propuesta.
- Algo sabía sobre eso… - admití con picardía. Gael era un poco raro pero últimamente un romántico empedernido.
- Pues nada, luego hablaremos de eso. Cuéntame de ti. Quiero estar al día antes de nuestra gran noche.
- Pues no mucho, cuñis. Estoy pensando seriamente qué es lo que quiero estudiar ahora que he acabado el instituto. Me queda un mes para decidir y ya no estoy tan segura de seguir con medicina. Por otro lado, casi muero ahogada ayer en el río por culpa de la tormenta. Isaías llegó a tiempo y me salvó, motivo por el cual hablamos por primera vez. Hoy fui a verlo a la casa, no quiso que entre y me pidió vernos básicamente que a escondidas unos metros más alejados, luego he pasado la tarde leyendo y ya…
Terminé de escupir todo aquello y casi suelto la carcajada al notar el rostro de Lina completamente anonadado por las buenas nuevas.
- “ Y ya” dices… Pilar, ¿tus padres saben lo del río?
- No, y tampoco lo sabrán. Eres la única a quien se lo he comentado. Lo prometimos con Isaías.
- Vale, déjame procesar todo. Entonces, ¿con el vecino qué?
- Pues nada. - Respondí con obviedad.
- ¿Pero te salvó?
- Eso dije -comenzaba a exasperarme la lentitud de aquella chica.
- Eso debe significar algo.
- Vale...entonces según tu razonamiento, ¿tuvo que haberme dejado morir, porque de lo contrario tiene algún tipo de interés romántico conmigo?
- Bueno...dicho así, sí que suena ilógico.
- Nos vamos entendiendo. De todos modos…
- Ahhh, ¿ves como sí hay algo más? – la notoria alegría inundó el rostro de Lina con soberbia. Era una bruja.
- Shhhh, no de su parte - le hice saber antes de que se emocione- pero sabes que a mí me da un cosquilleo cada vez que le veo. No sé el motivo. Hasta ayer no habíamos cruzado ni palabra, pero ahora que hemos avanzado en ese sentido, solo siento que me atrae más.