"¿𝑌 𝑞𝑢é? 𝑆𝑖 𝑚𝑖 𝑘𝑎𝑟𝑚𝑎 𝑒𝑠 𝑡𝑢 𝑏𝑜𝑐𝑎 𝑝𝑟𝑜𝒉𝑖𝑏𝑖𝑑𝑎
¿𝑌 𝑞𝑢é? 𝑆𝑖 𝒉𝑎𝑠𝑡𝑎 𝑒𝑙 𝑎𝑙𝑚𝑎 𝑝𝑜𝑟 𝑡𝑖 𝑣𝑒𝑛𝑑𝑒𝑟í𝑎
¿𝑌 𝑞𝑢é? 𝑆𝑖 𝑚𝑖 𝑐𝑖𝑒𝑙𝑜 𝑠𝑒 𝑙𝑙𝑒𝑛𝑎 𝑑𝑒 𝑒𝑠𝑝𝑖𝑛𝑎𝑠
𝑆𝑖 𝑝𝑟𝑜𝑏𝑎𝑟𝑡𝑒 𝑒𝑠 𝑢𝑛 𝑎𝑐𝑡𝑜 𝑠𝑢𝑖𝑐𝑖𝑑𝑎
𝑌𝑜 𝑝𝑟𝑒𝑓𝑖𝑒𝑟𝑜 𝑚𝑜𝑟𝑖𝑟, 𝑎 𝑡𝑢 𝑙𝑎𝑑𝑜 𝑎 𝑣𝑖𝑣𝑖𝑟 𝑠𝑖𝑛 𝑡𝑖."
𝐴𝑥𝑒𝑙.
Haberme encontrado cara a cara con Pilar después de 10 años fue más movilizador de lo que hubiera imaginado. El día que decidí escapar sin mirar atrás, me prometí a mí mismo no contactarla, no buscarla y específicamente olvidarla. Se merecía una buena vida, una buena compañía y un buen futuro. Algo que en ese momento yo no podía darle.
Mentiría si dijera que no me inquietó volverla a ver. Maldita sea, de no haber abierto la boca podía haberme enamorado nuevamente. Era perfecta, aún con sus malas pintas y todo rastro de vicios malos. Su pelo rubio estaba más claro, sus curvas aún más pronunciadas y ni que hablar de esa manera de mirar que tenía. Sus ojos llenos de rencor no dejaban de verse bonitos y llamativos.
Pero todo eso se quedaba en lo superficial. El único motivo que me haría estar cerca de ella nuevamente sería el de la culpa. Culpa por no haberle dado una explicación años atrás, culpa por dejarla sola aún sabiendo todo lo que estaba atravesando y culpa porque algo innato en mí me llevaba siempre a estar cerca de quién más me necesita.
Por un lado sentía la necesidad de ayudarla. Era evidente que lo necesitaba y verla tan a la defensiva y molesta con la vida misma solo me provocó dolor. Más temprano cuando sentí la discusión acalorada que estaba teniendo con Gael, no pude evitar saltar para cubrirla.
Su hermano mencionó durante la reunión que el comportamiento de Pilar le tenía demasiado preocupado. Lo menos que podía hacer era evitarle el dolor de cabeza que le traería saber que la regresé a la casa en un total estado de inconsciencia. Así como a ella, no le sería favorable que su hermano se enterara.
No llevaba más de 24h aquí y ya me sentía sofocado y sobrepasado.
- Al carajo todo. – Murmuré en voz alta levantándome de la cama.
Caminé seguro hasta el armario, saqué la única maleta que había llevado y comencé a meter mis pertenencias dentro de ella: camisas, pantalones, zapatos, trajes, todo. Así como lo tomaba del estante lo pasaba a la maleta, perfectamente ordenado pero sin perder tiempo en detalles que en otra circunstancia hubiese tenido en cuenta. Como el de organizarlo todo dependiendo de su tamaño y color. Los años me habían vuelto más mañoso de lo habitual.
Necesitaba regresar a casa. Le pediría a mi abogado que redactase un comunicado con mi firma para renunciar a todo lo pedido por Luis. No podía seguir adelante. No luego de haberme reencontrado con Pilar, sintiendo la necesidad desmedida de salvarle de toda esa mierda. Tenía que salir de ahí antes de que fuera demasiado tarde.
Mi móvil sonó mientras continuaba guardándolo todo. Miré el identificador y hubiese preferido no haberlo hecho. Al menos si decidía no contestar la culpa hubiese sido menor.
Resoplé frustrado, al final todo parecía estar en mi contra.
Dejé pasar un segundo, dos, tres, pero la llamada no se descolgó, siguió insistente obligándome finalmente a responder.
- Gael. ¿Pasa algo? – Cuestioné por el horario. Eran cerca de las nueve de la noche y me había retirado de su casa algunas horas atrás.
- Es Lina. Algo no va bien con los mellizos y no logro dar con Pilar. Sé que…sé que quizás es demasiado lo que voy a pedirte pero, ¿puedes acercarte a la casa? No tenemos con quién dejar a los tres pequeños y…
- Enseguida voy para allí - le corté tajante- no me tienes que explicar más. Dame 15 minutos.
Colgué la llamada y empujé con bronca la maleta abierta de arriba de la cama, haciendo que todo termine desperdigado por la habitación. Tenía que ser una puta broma.
Tomé los documentos de arriba de la mesita de noche, guardé el móvil en el bolsillo del pantalón de chándal que llevaba y salí lo más rápido que pude del hotel, camino nuevamente a casa de los Fernández. Al parecer, mi lugar en el mundo.
Llegué a la casa en menos tiempo del prometido, no quería que por mis demoras algo fuera mal con los bebés.
Entré a la casa principal luego de haber dejado el coche literalmente tirado en la entrada, no me molesté ni en estacionarlo correctamente.
- Vine lo más rápido que pude. ¿Qué ha ocurrido? – Cuestioné agitado por el apuro.
Lina y Gael estaban ya esperando en la sala, el rostro de ella se veía pálido y dolorido.
- Lina ha comenzado a tener algunas contracciones fuertes y bastante frecuentes, tiene unas 28 semanas por lo que es muy pronto para que nazcan.
- Entiendo –mentí, no tenía idea cómo se calculaba aquello de las semanas – vayan tranquilos que yo me haré cargo de todo.
- Lo siento tanto – murmuró Lina inclinada sobre el sofá, al parecer el dolor estaba siendo más duro en ese momento- mamá y papá han ido de visita a Uruguay y no regresan hasta pasadas las navidades. Y…
- Shhh – le pidió amorosamente Gael- no te fuerces. Pilar no tardará en regresar y entre los dos podrán cuidar de los pequeños hasta que regresemos o al menos hasta que vuelva mamá. – Comentó intentando tranquilizar a su esposa.
- Eso…eh…yo me llevo genial con los niños y tengo en el móvil una buena lista de deliverys. – Me acerqué hasta ellos y tomé la maleta que descansaba a su lado para llevarla hasta su coche.
- Francisquito aún no come del todo solo, debes acompañarlo y darle su muñequito para que logre dormirse. Ya todos…ya todos duermen en sus habitaciones, revisa que estén bien antes de dormir tú, por favor.
- Lina deja ya de hablar, todo estará bien. – Esta vez el tono de Gael fue más severo, debían irse ya o la cosa iría a peor.
Ayudándola caminaron hasta la puerta. Fui detrás con la maleta y luego de colaborar para que Lina se ubicara cómodamente en el asiento trasero, guardé su equipaje en el maletero y me despedí viendo como el coche se perdía rápidamente por el camino de salida.