"In case you didn't know
Baby, I'm crazy 'bout you
And I would be lying if I said that I
Could live this life without you
Even though
I don't tell you all the time
You had my heart a long, long time ago
In case you didn't know."
Brett Young.
A veces es necesario que sucedan cosas para que nuestro mundo tiemble. Y mi mundo tembló cuando sentí que por segunda vez estaba dejando ir a la persona que estaba hecha para mí.
Siempre dicen que todos tenemos a alguien perfecto para nuestras imperfecciones. Esa era Pilar en mi vida. Y verla bajar del coche con tanta furia, tristeza y ansiedad hizo que por fin me jugara por lo que sentía. No podía seguir haciéndome el tonto, no podía seguir ocultando lo que me provocaba.
Así que dejé a un lado las dudas, los miedos y las malditas excusas que me ponía a mí mismo para no admitir que era un cobarde y salí tras ella.
Tan solo el contacto de su cuerpo con el mío hizo valer mi iniciativa. Pero como si eso no fuera poco, noté su aceptación, no solo en su respuesta, su cuerpo por sí solo hablaba, su mirada era transparente y el latido de su corazón acelerado terminaba por confirmarme que había tomado la decisión correcta.
La miré durante unos segundos y como si estuviéramos conectados, ella hizo lo mismo al abrir aquel par de ojos avellana que tan loco me volvían.
Humedecí mis labios para a continuación besar a los ajenos con una lentitud que podía jurar sería capaz de matarnos a ambos. Pero necesitaba esa calma para procesar todo lo que allí estaba pasando.
La besé sin prisa pero sin pausa, tomándome la molestia de recorrer sus labios con los míos con una delicadeza que hasta yo mismo desconocía que podía usar. La estaba amando, la estaba besando y la estaba sintiendo después de diez largos y jodidos años.
Mierda, mierda y más mierda. ¿Cómo era posible que un simple beso pudiera generarme tantas sensaciones nuevas?
Y es que no era un simple beso. Era su beso, eran sus labios y era ella.
Envalentonado y seguro de lo que hacía, la rodeé con mi antebrazo para pegarla aún más a mí. Más bien para reafirmar aquel agarre porque en ningún momento hubo distancia entre nuestros cuerpos, era imposible.
Las manos de Pilar subieron automáticamente hasta mi cuello logrando que mi piel se erizara ante el contacto de sus manos frías y suaves. Era increíblemente hermosa, toda ella, hasta sus manos eran perfectas… Podía sentir como sus uñas jugaban con mi piel, acariciando aquella zona sensible mientras nuestro beso comenzaba a carecer de delicadeza.
En ese momento perdí la noción del tiempo y el espacio. La noche oscura era la única testigo de nuestro encuentro y si no fuera por los focos del coche que habían quedado encendidos en nuestra dirección, no seríamos capaces ni de vernos la cara, algo que solo hacía que todo fuera más perfecto.
Por causas de fuerza mayor fue necesario respirar y sentí la queja de mi boca cuando Pilar tomó una corta distancia.
— Te han quedado los morros hinchados. — Susurré y dejé un corto beso sobre dichos morros.
— Me has dejado los morros hinchados.
— Lo siento pero creo que será mi pasatiempo favorito desde ahora.
— Puedo vivir con eso… — sonrió con algo de timidez y a mi me resultó extraño y tierno en partes iguales.
— ¿Estás bien? — Pregunté observando sus mejillas coloradas al tiempo que mis manos se encargaban de esconder sus mechones rebeldes por detrás de sus orejas.
— Sí y se siente raro.
— También me siento raro. Como si…
— Como si el tiempo no hubiese pasado. — Dijo con seguridad, reflejando así que los dos pensábamos lo mismo.
— Exacto.
Respondí dándole la razón y volví a besarla. Esta vez con más necesidad, dejando al descubierto mis más profundos deseos.
Dejé que mis manos fueran hasta los costados de su cintura y la separé del suelo levantándola con facilidad.
Como si entendiera mi propósito, Pilar rodeó mis caderas con sus largas y finas piernas, provocando que un jadeo escapase de mi garganta por verme en dicha situación con la mujer que tantas veces había sido la protagonista de mis sueños más íntimos.
Y ahí estaba ahora, no era un sueño y si lo era esta vez no pensaba despertar de él. Necesitaba de ella como un loco, de hecho, cada segundo que pasaba sintiendo su cuerpo contra el mío, su boca siendo una con la mía, y sus suaves pero notorios sonidos de aceptación ahogándose con mis besos, lograban confirmármelo aún más.
Sin saber cómo acabé sentado sobre el asfalto de la carretera. Pilar a horcajadas sobre mí, encajando su cuerpo al mío a la perfección. No podía dejar de besarla, de a ratos con más intensidad, luego la necesidad de tomar aire nos hacía aminorar el asunto, pero jamás fue opción separarnos.
— Necesito más… — Automáticamente todo mi cuerpo reaccionó a sus palabras.
Y cuando digo todo, es todo. Pilar tenía eso, con dos palabras era capaz de matarme y volverme aún más loco por ella.
— Joder, rubia…
— Lo digo en serio. — Susurró en un hilo de voz y yo creí que aquello sería suficiente para tomarla en brazos y llevarla adentro del coche para darle lo que necesitaba.
Pegué mi frente sobre la suya y quise controlar los impulsos que ahí mismo me nacían. Por más deseo y ganas que sintiera no sería capaz de tomarla allí mismo. Pero debía confesar que sus ojos vidriosos y su boca hinchada me lo estaban poniendo difícil.
La miré fijo a los ojos para que pudiera ver la certeza en mis palabras, no quería que nada se prestase a confusión. Por primera vez necesitaba ser claro y no dejarle opción a interpretaciones erróneas.
— Seré directo pero sincero, Pilar… Tengo las mismas ganas que tú de hacerte el amor como nunca nadie te lo ha hecho. Las mismas ganas de tomarte aquí mismo y demostrarte con mis besos durante horas lo perfecta que eres, por cada rincón de tu cuerpo. Pero te quiero — en ese momento fui testigo de cómo sus labios entreabiertos dejaban escapar un pequeño sonido de sorpresa— te quiero y sé que mereces más que eso.