"It's the beat that my heart skips when I'm with you
But I still don't understand
Just how your love can do what no one else can."
Beyoncé.
Sobre la hora de la fiesta me vestí con el traje de etiqueta que mamá había comprado. Tenía buen gusto y solía elegir algunas prendas cuando yo se lo pedía. Algo que sucedía bastante seguido ya que me resultaba demasiado tedioso perder tiempo en esas cosas.
El elegido para esta noche era completamente negro, tanto el traje como la camisa y corbata. Para lo elegante no había como lo tradicional, el negro desprendía fineza y mamá tenía tan buen ojo que lograba que todo me quedara como hecho a medida, sin la necesidad de haberme probado nada hasta en el mismo momento de vestirme para salir.
Me peiné con gomina hacia un costado y elegí uno de mis relojes favoritos. Resultaba increíble pensar que ese mismo objeto había sido usado por mi abuelo durante muchos años. Aún se veía como nuevo, detalle que delataba la buena calidad del mismo.
— Joder se hace tarde…— Caí en cuenta al comprobar la hora que marcaba el reloj.
Quedé a gusto con lo que el espejo me devolvió, a pesar de que nunca variaba mucho mi manera de vestir para este tipo de fiestas. Así que conforme con lo logrado me despedí de Mamá y Juan para luego dirigirme a la oficina. Ya iba un poco tarde para mi gusto.
Conduje 15 minutos hasta la empresa, cuando usualmente me tomaba solo 5 minutos hacerlo. Pero es que las calles estaban atestadas de vehículos. La ciudad comenzaba a estar más movida con el cambio de clima y las noches se disfrutaban más. Eso podía notarse en el humor de la gente también.
Aparqué mi coche en el estacionamiento del edificio y guardé las llaves en el bolsillo de mi pantalón ya que no volvería por él hasta acabada la fiesta.
Uno de los pedidos personales que me había hecho mi jefe para esta noche fue el de llegar al salón en el coche de alta gama que ahora mismo promocionaba nuestra empresa. La única persona que se encontraba por encima de mí en la pirámide de autoridades, tenía que ser lo suficientemente ostentosa como para hacer pedidos de ese tipo…
No pude ni rechistar, al final sería la cara visible de la empresa ya que él se encontraba de viaje, como el 90% de su tiempo, así que ahí estaba yo a cargo de todo esa noche.
Las llaves del coche estaban en la caja fuerte de mi oficina, fui directamente por ellas, con apuro para no tardar más de lo necesario. Tenía que llegar con anterioridad a la fiesta. Estaba bien visto recibir a los invitados.
En mi afán por no perder tiempo y salir rápido de allí, choqué fuertemente con alguien, sin notar de quién se trataba hasta que le sentí la voz.
— Pero mira nada más a quién tenemos aquí. — Su voz seductora era inconfundible.
— Vaya, Clara…qué sorpresa — ¿qué demonios hacía ella en la oficina? — disculpa que suene tan bruto pero, ¿qué haces tú aquí?
— ¿No te has enterado? — Su sonrisa socarrona me puso de mal humor sin saber lo que vendría a continuación. — He vuelto. Me llamó tú propio jefe para pedirme que regrese.
Llevaba tiempo sin saber de Clara. Luego de nuestro último encuentro sexual, aquella vez en el que terminó enfadada porque no quise pasar la noche a su lado, pareció como si la tierra la hubiese tragado. De todos modos no tuve intención de buscarla o saber de ella.
Por un momento volví a esa época de mi vida. Me resultaba tan distinta y lejana a lo que hoy era. Si tiempo atrás me hubiesen dicho cómo estaría ahora, de seguro me habría reído en su cara.
El tiempo pasa y con eso los cambios van surgiendo sin siquiera imaginarlo. Con el tiempo y las circunstancias que la vida misma nos presenta. Me veía terco y negado meses atrás, sin querer aceptar que era posible ser feliz después de tanto sufrimiento. No bastaba con estar solo tranquilo, podía sentir más que eso. Hoy lo sabía a la perfección.
Y es que es cierto cuando dicen que el corazón no entiende de razones. Era extraño recordar cómo antes no lograba dormir con alguien, más ahora se me hacía una pesadilla dormir sin una mujer. Sin Pilar.
Volví a la realidad. Al final nada tenía que ver lo que me generaba la mujer frente a mis ojos, con la mujer que estaba robándome los pensamientos ahora mismo.
Volví a la realidad porque no podía dejar de sentirme alerta por tener a Clara cerca. La conocía lo suficientemente bien como para saber que siempre buscaba salirse con la suya. A costa de quién sea. Y su mirada, su tono de voz, su presencia entera, me delataba que algo se traía en manos.
— Bueno, por lo visto, mi propio jefe, el dueño máximo de esta empresa, consideró innecesario que yo estuviera al tanto.
Mi jefe, el maldito Javier, que no se hacía presente jamás en nada y de pronto ahora se dedicaba a tomar personal.
— ¿No te pone contento? Podemos estar cerca mucho tiempo nuevamente, los dos… — Mis sentidos se pusieron en alerta al instante, su actitud coqueta no me sorprendió pero me desagradó completamente y sentí necesario aclarar los tantos.
— No quiero ser bruto pero siento que no estamos en la misma realidad. O lo dejamos claro desde ya o acabaremos mal. Tengo novia, Clara. — Solté sin rodeos, mejor ser bien directo a dejar lugar a la duda.
Mentí, vale, pero poco me importaba entrar en detalles con ella. Solo necesitaba dejarle cero posibilidad de nada entre nosotros y aquella manera fue la más rápida sin necesidad de dar más explicaciones.
— Vaya, vaya, vaya… — se cruzó de brazos dando dos pasos hacia mí. — ¿Qué me dices? ¿Qué pasó con el hombre fuerte, duro y anti compromisos con el que follaba todas las semanas?
— Se enamoró. — Respondí tajante y quise pasar por su lado para salir de una vez de esa situación.
— ¿Te han dicho que debes llevarme a la gala? — Sus palabras hicieron que me detenga.
— ¿De qué hablas? — Cuestioné con notoria disconformidad enfrentándola nuevamente.