Si Me Dejas Amarte

Epílogo

"¿Y dónde estás?
La verdad es que ya van mil noches malditas
Sin tu abrazo
Es algo raro estoy viciado a tu amor
A tu amor
A tu amor..."

Iñigo Quintero.

Cuando era joven, mi madre me decía que los hijos pequeños solían provocar cansancio físico, sin embargo, cuando estos se vuelven adolescentes, el cansancio comienza a ser psicológico.

Comienzan las salidas nocturnas, las amistades que no se pueden controlar, los enamoramientos no correspondidos y un largo sinfín de problemas que vienen de la mano de esta etapa.

Debía admitir que éramos unos afortunados, pues nuestra niña acababa de cumplir 17 años pero era un ejemplo de hija. Confiaba en nosotros, tanto en su madre, como en mí. Nos contaba sus cosas y hasta tenía demasiado en claro su vocación a pesar de su corta edad. Cuando la mayoría de los adolescentes no suelen discernir tan fácilmente qué quieren hacer con su vida.

Y no los culpaba, ¿cómo se supone que en la etapa plena donde los conflictos con uno mismo están a flor de piel, uno se empieza a conocer, surgen infinidad de cambios, sentimientos encontrados y hasta emociones imposibles de controlar, encima haya que estar apto y seguro para decidir sobre qué o quién ser el resto de tu vida?

Recordaba mis años de adolescente y ni opción a decidir había tenido. Mucho menos al encontrarme a cargo de mi familia desde tan temprana edad... Al menos podía ver los frutos de haber actuado de esa forma, de lo contrario, estaba seguro que jamás hubiera educado a nuestra niña como lo hicimos con mi esposa.

Nuestra niña mimada dirían algunos... Aunque físicamente era un calco mío, pues sus ojos verdes y su cabello castaño oscuro la delataban, en lo que refiere a su personalidad, podía afirmar que era completamente igual a su madre: audaz, aventurera, intrépida, segura y verborragica. Especialmente esto último.

A veces sentía que era tan perfecta, quitando mi subjetividad como padre, porque la vida no nos había permitido tener más hijos, entonces nos premió con ella. 
Es cierto que quizás en algún momento se sintió injusto y decepcionante no poder darle hermanos, pero luego entendimos que en verdad su vida era un milagro en sí mismo. O al menos eso nos habían transmitido los médicos especialistas cuando en su momento consultamos por no quedarnos embarazados de nuevo.

Así que desde que decidimos aceptar la idea de que Génesis sería nuestra única hija, todo fue más sencillo. Nos tocaron un par de años de sufrimiento hasta hacerlo, pero realmente éramos unos bendecidos por la historia que fuimos construyendo a lo largo de estos 17 años.

*

Llevaba durmiendo un par de horas cuando un sonido fuerte y molesto comenzó a retumbar muy cerca de mí. No sabía de dónde provenía porque desde mi inconsciencia era muy difícil descifrarlo. Casi decido ignorarlo por completo y volver a caer en el sueño profundo pero entonces recordé que Génesis había salido de fiesta.

No solía salir muy a menudo, únicamente a casas de amigas, con sus primos mayores o al centro comercial. Le dábamos la libertad justa para su edad, sin invadirle demasiado ni cortarle etapas de su vida que recordaría para siempre. Pero en esta oportunidad, con la excusa del fin de cursos, decidimos darle permiso para ir a una fiesta que tendría lugar en la casa de una chica del mismo curso pero de otro grupo.

Es verdad que yo era más difícil que su madre, me costaba un mundo soltarla de más. Pero entonces ahí estaba siempre Pilar para bajarme a tierra y hacerme entender que impidiéndole pasar por ciertas experiencias, solo le empujamos a desear eso "prohibido" aún más. Y quizás entonces generar una mala relación entre ella y nosotros que solo nos daría resultados negativos.

Como decía mi chica, (porque sí, aún con 49 años yo sentía que era su chico y ella mi chica y quién se atreviera a decirme lo contrario entonces se metería en un gran lío) la base de todo vínculo es la confianza y la libertad. Y nosotros como padres estábamos seguros que Génesis tenía las herramientas necesarias para ser libre y al mismo tiempo confiar en ella, así como ella en nosotros.

- Isaías, están llamando. Debe ser la niña, contesta rápido...anda...Isaías... - Pilar insistente era peor que ese sonido de mis sueños, pasaban los años y sin embargo seguía igual de ansiosa e impulsiva. Pero, ¿a quién quería engañar? Amaba eso de ella.

Rendido ante sus movimientos intensos con tal de despertarme, abrí los ojos de par en par y me senté en la cama rápidamente para coger el móvil.

No pude evitar observar la hora en la pantalla antes de contestar, daban las 4:25 am y recordaba haberle enviado un mensaje de texto sobre las 3 de la mañana para comprobar que todo iba bien. Contestó enseguida y nos hizo saber que estaba pasándolo de maravilla y que habían quedado en volverse juntas con su prima Milagros, una de las hijas de Gael y Lina para quedarse a dormir la mona en casa.

- Cariño, es papá, ¿todo en orden? - Dije apenas contesté la llamada. Y para mi sorpresa, había demasiado silencio del otro lado del móvil.

- Papá, ¿te he despertado? Jolines, lo siento mucho...es que...

- Génesis...no empieces a dar vueltas como tu madre cuando no quiere decir lo que le pasa. Habla conmigo. ¿Qué sucede?

- Es Kiko. Se ha metido en problemas por mí...

Cerré los ojos al escuchar sus palabras. Me esperaba lo peor al tratarse de él. Nuestro sobrino varón mayor, rebelde como ninguno y el que más dolores de cabeza nos traía a todos. 
Y no es que lo quisiera menos por ello, para nada, pues en lo que se refiere a la familia, siempre se ha mostrado atento y compañero, sin embargo su vida personal la vivía a base de riesgos.

Luego de cumplir su mayoría de edad no quiso continuar estudiando, sus amistades eran las comúnmente llamadas "malas juntas" y era reconocido como un Don Juan en el pueblo. Y no precisamente por ser bueno con las chicas... 
Así que me temí algo malo cuando supe que la llamada de Génesis venía por él. Se suponía que era demasiado mayor para asistir a la fiesta en la que estaban mi hija y mi sobrina.




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