02 de enero 1931
Querido amigo pintor:
Fue demasiado el tiempo que sufriste el rechazo de Romelia, ella nunca te lo decía en palabras, pero sí en actos, a tus ojos era imposible ver todas esas señales de desprecio, pero desde los míos siempre pude saber que no te correspondía. Me ha tomado por sorpresa que ahora estén en una relación amorosa, pero a su vez no negaba la posibilidad de que eso ocurriera. Una vez tuve la oportunidad de hablar con ella a solas y entre tantas copas aflojamos las reservas y cuando menos pensamos estábamos hablando de ti de manera inconsciente, ella describió a su hombre perfecto, cada detalle que decía y cada aspecto formaba cada vez más y más tu persona, pero parecía no ser consciente de que su hombre perfecto ya existía y que eras tú. Y yo por mi parte al hablar de ti descubrí muchas cosas que tú ya sabes por aquel día que te las confesé, mas nunca traté con profundidad. Pero basta de mencionar ese sentimiento que me aqueja cuando te veo y cuando estás en mi mente porque es un tema incómodo para ti y por ende lo es para mí. Hace años descubrí que el amor no correspondido duele más que cien cuchilladas. Aún me asombra el ingrato dolor que produce este sentimiento.
A pesar de todo lo que sabes, en serio deseo que su relación dure muchísimos años y que encuentres en su persona todo eso que siempre plasmabas con esperanza en tus pinturas.
Respecto a mis poemas, oh, amigo mío, estoy muy apenado de informarte de mi fracaso.
Conocí más al hombre del bar, se llama Matheus, tratamos varios temas en mi casa siendo los de los poemas y el encuentro fortuito los de mayor relevancia. Reparé en que en el bar solo él me recitó sus poemas, yo no tuve oportunidad de declamar los míos, y al escucharlos en la tranquilidad de mi hogar se llevó una enorme desilusión. Prácticamente se burló en mi cara, dijo que mis poemas le parecían insulsos y demasiado alegres, que para las buenas emociones ya existen los chistes.
Por más que traté de refutarlo insistió en que la poesía va ligada irremediablemente con la desdicha y el desamor. Me dio tantos fundamentos que al final terminé aceptando que pudiera tener razón. En cuanto se marchó lo primero que hice fue tomar pluma, tinta y papel para escribir poemas trágicos, pero por más que intenté no lo conseguí, me es imposible hablar cosas malas de la vida, sé bien que las hay a montones, pero a mí nada me toca y regocija el alma como lo hacen las emociones alegres.
Si alguien habla de la guerra, lo contraataco con el altruismo.
Si hablan de la malicia, instantáneamente se me viene la empatía a la cabeza.
Y si se quejan de las personas infames, siempre nos quedas tú.
Todo el mundo habla de las desgracias, me mortifica que incluso a la alegría le encuentren su lado trágico.
Mis poemas te los puedes quedar, la mayoría de los ellos te pertenecen aunque hayan sido escritos por mí, lo que sí acepto es la pintura que me regalarás, será grato tener aquí algo realizado por tus manos.
Te quiere, tu amigo el poeta.
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Editado: 15.04.2025