Si me quisieras…
Capítulo 3
Hanna.
──¡Hey déjala pervertido!──gritó, embutiéndose encima de él, golpeándolo por la espalda, liberando a Milena del agarre de su verdugo.
──¡Maldito──exclamó Milena, echa una fiera, con el maquillaje corrido y parte de su camisa rasgada. ──Te vas a arrepentir, maldito.──se enfatizó, agitada.
──Vamos, acúsenme, vamos a ver a quien le creen. A un honorable profesor que presta servicio desde hace más de 20 años o a dos pequeñas zorritas como ustedes.──expresó el profesor.
──¡Maldito!.──vociferó ella, haciendo un intento de lanzarse a él para golpearlo, sin embargo, Olivia la detuvo.
──Esta situación o no se quedará así.──amenazó Olivia.
──¿O si no?. Sabes que puedo hacerte la vida miserable aquí adentro Olivia, no tienes dinero para pagar la matricula, así que, te conviene quedarte calladita.
──Perro inmundo──insultó Olivia, está vez, queriendo ella golpearlo, pero Milena la detuvo.
Con desdén, la chica le lanzó una última mirada al profesor que hace unos minutos le explicaba una clase.
—¡Vamonos!, pero téngalo por seguro, que no se quedará asi.
Tomando a Olivia de un brazo, salieron del salón hasta la calle, dejando que el frío insoportable las penetrara. Milena se cruzó de brazos, como si se abrazaré ella misma, luego, miró a Olivia y temblándole la boca por el viento recio, pronunció, —Gracias. No sé qué hubiese pasado si no…
—No es necesario nombrarlo Milena, pero… ¿Qué harás no puedes dejar este asunto así, se aprovechará de otras jóvenes.
—No puedo hacer nada, es verdad, es un maestro muy honorable vestido de cordero cuando en realidad es el mismísimo diablo, pero algo haré, te juro que más ingeniaré.
Un minuto de silencio.
—Oye Olivia, gracias. Dos años estudiando juntas y… esta es la primera vez que estamos hablando.
—Si, es extraño.
—Lo es…—dio un suspiro, y se llevó un mechon de cabello a la oreja—. Si necesitas cualquier cosa, puedes decírmelo, estoy en deuda contigo.
—Milena, no te estoy cobrando por este favor.
<<Aunque ganas no me faltan>>.
—Lo sé, pero quiero devolverte el favor.—interpeló ella—, bueno, ya me voy.
—¿Estarás bien?.
—Si. De verdad mucha gracias.—dijo, ingrensado a su auto. Olivia hizo lo mismo, y con todo cansacio condujo hacia su casa.
Era sumamente rara la situación. Milena nunca le hubiese hablado si ella no interviniera. Desde que la conoció, tuvo una imagen de ella distorsionada. Siempre pensó que era una mujer frívola y odiosa, sin embargo, se dio cuenta que, no era cierto y que no siempre la primera apariencia es la correcta.
Estacionó el vehiculo en el garaje de su casa. Se bajó con todo el monton de cuadernos colgando de un brazo y su mochila del otro. Hizo un gran bostezo, le esperaba una noche interminable por causa de un ensayo sobre la evolución de la comunicación social.
Sacó la llave de su mochila y abrió la puerta. Cerró con seguro y siguió avanzando adentro, hasta que, encontró a su madre en el suelo de la cocina.
—¡Mamá!—se asustó, al verla.
—Tranquila, estoy bien.—sonrió, con un rostro cansado.
—Por dios mamá que hacias aquí.
—Tenia hambre, me caí, y no pude levantarme. Me siento muy débil y casi no puedo respirar.—con nostalgia Olivia la miró, la levantó, la llevo a su cama y le colocó oxigeno.
—¡Todo estará bien mamá!.
—No seas ridícula hija. Sé que no me queda mucho tiempo, y en cualquier momento moriré.
—No digas eso mamá. No quiero que me dejes.
—Y no lo haré linda, te estaré protegiendo desde el cielo.
—Por favor mamá.—imploró, con sus ojos llenos de lágrimas.
—Tenemos que ser sincera la una con la otra. La muerte es parte de la vida, y es obvio que, pronto llegará mi hora Olivia.—tragó grueso la mujer, acto seguido, le lanzó una mirada de amor y cariño a su hija.
—Me preocupas tú. Las responsabilidades te han cohibido a tener amigos. Esta tan sola, que me duele dejarte sin ningún tipo de protección. No tengo nada para ofrecerte Olivia, solo mi amor durante todo este tiempo. Tú necesitas vivir, y no esclavizarte por un trabajo que detesta por mi culpa. No quiero ser más una carga.
—No lo eres madre y jamás lo serás. Te amo.—susurró Olivia, dejando salir aquellas lágrimas de dolor. Ella sabia que su madre tenia razón, pero se rehusaba aceptarlo. No podía ni imaginar que su madre se fuera de su lado, con el simple de hecho de solo pensarlo le desgarraba el corazón. Acarició el cabello de su mamá hasta dejarla dormida, quieta. Cuando cerraba los ojos, era el único momento donde no sentia dolor. Acostada, arropada con su cubrecama solo podía sentir alivio de un descanso libre de dolencias.
Lastimosamente, para Olivia no era asi, hasta en sus sueños las deudas la perseguían. Turbada, buscó su computador e inició con su ensayo.
Fugazmente, las horas pasaron como un abrir y cerrar de ojos. Dos horas, solo habia alcanzado dormir. Se metió a la ducha y dejó que esta vez el agua helada la despertara. No tenia animo ni fuerza de voluntad para trabajar, después de pasar una noche en vela.
Sé colocó su uniforme, y revisó su celular.
Emily: Olivia, estoy atorada con este ensayo, no encuentro la manera de desglosarlo, será que… me dejas ver el tuyo.
Olivia: Ni lo sueñes.
Emily: Por favor, solo le daré una ojeada y ya.
Olivia: No.
Emily: Por favor.
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Editado: 04.11.2020