Si me quisieras...

✔️Confesión✔️ (04)

Si me quisieras…

Capítulo 4

La confesión

Profesora, la situación no es así.—trató de explicar Oliver, hirviéndole la sangre por lo que le había hecho Emily, su supuesta amiga.

—¿Cómo son las cosas entonces Olivia?. Admítelo, trataste de copiar el ensayo, y sabes que en esta institución el plagio no está permitido, así que, estas expulsada tres días. Y espero que reflexiones por lo que hiciste.

—Está cometiendo un error, es injusto lo que está haciendo.

—Más bien señorita, es lo justo. Buenas noches.—dictaminó, agarrando su cartera de cuero negra y saliendo del salón.

Era inevitable, Olivia se sentía totalmente enojada. Respiró hondo, pero eso no hizo que se sintiera mejor. Como alma que se lleva el diablo, salió del salón, hasta afuera. Ahí la esperaba Paul y Emily sentados en el andén.

—Me imagino que estas contenta.—gritó, furiosa.

—Olivia…—habló Emily.

—Fui expulsada por tu culpa.

La chica entre abrió su boca y se llevó la mano al corazón. Paul estaba en shock..

—Sabes que Emily no quiero verte más.—refunfuñó, subiéndose al auto.

—Olivia, lo siento.—se disculpó la chica, pero era muy tarde, Olivia arranco sin importarle nada.

Antes de llegar a su casa, hizo parada en una panadería. Compró algunos panes y luego, se dirigió a su casa.

—¡Mamá!.—llamó, caminó hacia la habitación y esta, se encontraba mirando una telenovela.

Olivia sonrió, se sentó al borde de la cama y le dio un beso en la frente.

—¡Hola mami!.

—¿Cómo te fue?.—resopló, sin fuerza.

—Bien. Fue un día magnifico.—mintió, solo para no preocuparla.

—Eso me alegra.

— ¿Estás viendo telenovela.

—Tú sabes cuánto me encanta.

—Lo sé mamá.

Acostó su cabeza en las piernas extendida de su madre y dejó que la suavidad de las manos de su matriarca acariciara el cabello, haciéndola caer en un profundo sueño.

Estaba cansada.

Cansada de todas sus responsabilidades

 

 

Despertó a tiempo. Se echó una ducha, preparó el desayuno, se despidió de su madre y acto seguido se marchó a la cafetería.

—¡Estoy expulsada!.—le contó a Hanna, que con la boca abierta comía nutella.

—Lo siento, pero esa amiga tuya es una maldita.—opinó Hanna.

—Estoy furiosa con ella, ahora debo esperar tres días para volver asistir.

—¡Bueno, mírale el lado positivo!. Podremos ir a una fiesta.

—Olvídalo Hanna, tengo que cuidar a mi madre.

—No seas aburrida Olivia. Sé que tienes que cuidar a tu madre, pero, joder tienes que salir también.

—No puedo…—trapeando el suelo, se detuvo por unos minutos.—Oh, olvide que Paul quería decirme algo.

—Me imagino que se declarará.

—¡Que!.

—Por dios Olivia, no hay peor ciego como el que no quiere ver. Es obvio que Paul está loco por ti.

—No Hanna. Él es mi amigo

—¿Y?.

—No está interesado en mí. Además, Paul y yo somos tan parecidos que, es como enamorarme de mi misma.

—En eso tienes razón, te apoyo. Paul es un chico aburrido, y tú tienes una vida aburrida. Aburrido más aburrido no es compatible. Tú lo que necesitas amiga mía es un hombre que te haga vivir, que te divierta, y te haga enloquecer.

—Estás loca Hanna.

—Es la realidad. Veo tu vida y me una flojera horrible.

—Sabes estamos habla que habla y son más de las nueves. El chico del café ni el de la guitarra han venido hoy.—dijo Olivia, mirando a todo el local.

—Es cierto, habrán tenido problemas.

—No lo sé.

—Quizás vengan en la tarde.—optimizó Hanna.

—Probablemente.

Transcurrió todo el día, y ambos no aparecieron. Era raro, el chico del café y el de la guitarra nunca faltaban. Todos los días iban por su coca- cola y un café oscuro. Quizás algo les había ocurrido, pero Olivia no podía descifrar el que. Lo único que sabía era que, lo extrañaba, lo echaba de menos y lo único que podía hacer era imaginárselo, recordarlo. Su olor, sus labios, su traje, su barba recién cortada, su cabello. Dios, ese hombre la estaba volviendo loca.

Si tan solo el supiera que ella lo quiere.

Que lo quiere con locura.

Quizás se fijara en su presencia.

Admirarlo desde la distancia ya no era suficiente, había momentos en que quería avanzar. En conocerse o hablar, sin embargo, cuando se encontraba cerca de él, las palabras no le salían. Era como si un nudo se incrustara, limpiándole hablar.




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