Si me quisieras...

✔️Paul✔️ (11)

Si me quisieras…

Capítulo 9

Paul

—¿Qué haces aquí?.—preguntó Olivia, con un tono áspero, un poco fastidiada.

—Quería saber cómo estabas…

—No es un buen momento Paul.

—¿Cuándo será el momento Olivia?.—sin permiso, ingresó a la casa, y observó la vivienda por dentro con desdén.

A las paredes le faltaba pintura. Una pequeña filtración se veía en el techo, la cual, provocaba que la pintura blanca se cayera. La casa estaba un poco oscura y fría, cargada de húmeda por doquier. Para sus gustos y a lo que Paul estaba acostumbrado, no era nada agradable ante sus ojos.

—¿Qué vez?.—se enojó Olivia, al observar sus gestos de repulsión.

—No nada, solo que… nadie debería vivir en estas condiciones.

—Son las condiciones que se me permiten vivir Paul.—la muchacha se rascó la cabeza e inspiró hondo,—Paul, de verdad no es un buen momento.

—Olivia, yo… yo… te quiero, podríamos darnos una oportunidad.—sus ojos estaban fijos, buscando encontrarse con los ojos de Olivia. Su cabello se encontraba perfectamente peinado. Su camisa era manga corta color azul, combinado con unos vaqueros blancos y zapatos deportivo.

La chica apretó los puños, cerró sus ojos con fuerza y pareció perder la cordura. Le había advertido a Paul que no era un buen momento, no se sentía en condiciones para hablar de una relación después de lo que ocurrió. Vender su cuerpo  le dolía tanto o más que una herida en cualquiera de sus extremidades.

—¡Ya basta Paul!.—le gritó, mostrando una vena en su frente. —Entre tú y yo no pasará nada, porque no estoy interesada en ti, no te veo como un novio, ni una pareja. Te veo solamente como un amigo. Te quiero como el hermano que nunca tuve.

Como un papel se colocó el rostro de Paul. Sintió como a  su corazón le faltaba oxígeno, y se ahogaba lentamente. Pequeñas lágrimas se formaron en sus ojos, sin embargo, mantuvo la cordura para no llorar frente a ella. Aunque ganas no le faltaron. No podía hablar, un nudo se empoderó cruelmente en su garganta.

Cinco minutos después, no habían cruzado palabras. Paul estaba con la cabeza agachada, como un caballero después de perder la batalla.

Olivia lo miró con pena, no obstante, las palabras ya estaban dichas. Era consciente que, había lastimado a Paul.

—Paul, lo siento. —se disculpó, pero esté, no se atrevió a mirarla.

—N-no tienes que compadecer de mí.—inspiró hondo y se lamió el labio inferior,—me quedó todo muy claro.

—Paul, lo siento, tuve un día muy difícil.

El timbre sonó.

La muchacha se aproximó a la puerta y esta vez, s encontraba Hanna parada frente a ella. La rubia no tardó en ingresar y en darse cuenta en el momento de tensión que estaban los dos sumergidos.

—No sabía que Paul estaba aquí—comentó Hanna, moviendo los ojos de un lado a otro.

Paul no contestó nada, estaba como hipnotizado.

Hanna tomó a Olivia se un brazo y se la llevó a la cocina rápidamente; fingiéndole una sonrisa a Paul. Sonrisa que el chico nunca notó.

—Mierda Olivia que le hiciste a ese pobre chico…—susurró Hanna, echando un vistazo a la sala.

—Le dije que no estoy interesada en él, y fue de la peor manera…

—Doble mierda, lo dejaste pasmado. Ni se mueve…—murmuró, mirando a Paul.

—Me siento terrible.—rápidamente, Olivia nuevamente se dirigió a la sala. Se acercó a Paul que se había aproximado a la mesa.

—Paul, lo siento de verdad.

—Creo que no tengo nada más que hacer aquí…—masculló, sin mirarla a los ojos.

Y, fugazmente, salió de la casa.

Suspiró y exhaló hondo, se sentó en la mesa y se llevó las dos manos al rostro e inició un estallido. Tenía que llorar para sentirse bien, era la única forma.

Hanna se acercó y cautelosamente se incorporó. Acarició su hombro y guió su cabeza hacia su hombro. Rápidamente, su camisa amarilla se mojó, de todo lo que ella había llorado.

Olivia trató de clamarse. Sus ojos se encontraban totalmente rojos al igual que su nariz. Se sentía desfallecer por completo, sucia y miserable a la misma vez.

—¿Qué paso?—formuló Hanna, más ella respondió con sollozos.

—¿Lo hiciste?.

La chica asintió.

—Trata de calmarte, llorar no te resolverá nada.

—Cuéntame que paso. ¿Cómo fue?.

La muchacha cerró los ojos y soltó un fuerte bufido.

—No sé qué decirte… pero fue totalmente diferente de lo que esperaba. El hombre me vendó los ojos, me llevó a un hotel muy lujoso, a una suite. Me trató como todo una dama. Me acarició, me beso sutilmente, y fue tan amoroso y cuidadoso al estar conmigo, además me pago 50 mil dólares.

—Santa mierda… no puedo creer que hayas recibido 50 mil dólares en una noche. Tendré que meterme a zorra.

Olivia la miró mal.




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