Si me quisieras...

✔️Te odio ✔️(13)

Si me quisieras…

Capítulo 11

“Te odio”

Como un silbido aturdidor, eran las palabras de Paul. Su rostro reflejaba menosprecio, acompañado de una burla sarcástica.

—¿Estas bromeando?—preguntó, posando sus ojos en él. En aquel chico que hace unos días atrás le había dicho que la quería. ¿Cómo alguien que quiere, puede hacerte semejante propuesta?.

—¿Tengo cara de que estoy bromeando?.—se cruzó de brazos, y sonrió de medio lado.

—No puedo creer que me estés proponiendo esto.

—¿Por qué?, ¿Qué te sorprende?.

Olivia se calló. Analizaba cada gesto y palabra de su amigo.

—Ah, ya entiendo. Quieres que te pagues.—pausó un poco, y se llevó las manos a la cintura,—dime, ¿Cuánto cobras?.

—No seas estúpido Paul.—refunfuñó, con sus ojos llenos de lágrimas.

—Dime el precio, y lo que pidas te lo daré. Al fin y al cabo, eres una prostituta.

<<Prostituta>>. Resonó en su mente como un eco. Sintió como el cólera le llegaba a la cabeza, y como su corazón se agitaba severamente.

No coordinó sus movimientos. Dejó que su mano súbitamente se moviera sola. Cuando se dio cuenta, había abofeteado a Paul con gran fuerza, de manera que, le quedó un poco de sangre en sus dedos.

La boca de Paul, al igual que su nariz sangraba. Pero Olivia, estaba tan llena de rabia que solamente se le quedo mirando sin pronunciar palabras. Temblaba, y las lágrimas cargadas de enojo salían por sí sola.

Se acercó a Paul, y el chico retrocedió, tocándose el labio y la mejilla totalmente enrojecida.

Los ojos de la muchacha, se encontraban extremadamente abiertos. Paul nunca la había visto así, tan fuera de sus casillas. Con la cordura totalmente perdida.

—Haz lo que quieras con la nota. Te odio, te odio con toda mi alma.—le gruñó, apretando sus puños—. No quiero volver a verte nunca jamás.

Temblando, Olivia se lajea de él, se condujo hacía la puerta y antes de salir, le echó un último vistazo a su amigo. A aquel que la había hecho reír en ocasiones. Que le abrazo e sus momentos más angustioso. Una oleada de recuerdos se produjo en su memoria. Recapituló el beso que noche anterior su amigo le había robado porque la amaba.

Ahora, entre ambos no quedaba más que cenizas de un odio.

Paul se le quedó mirando. Con la mano puesta en la mejilla. Asustado, como un cordero golpeado por su pastor. Realmente, se encontraba sorprendido y dolido por el rechazo de su amiga. Estaba ardido, por el hecho de pensar que su amor, su admiración, su amiga, se hubiera acostado con otro hombre. No podía imaginárselo. Le dolía, le daba nauseas, asco. Era como si lo bajaran de una nube donde el solo se encontraba flotando por un amor que, ella nunca corresponderá.

  Olivia hirviendo como antorcha, salió de ese lugar. No podía respirar, no podía hablar, solo quería llorar.

Hanna aturdida, la miró. Sin preguntar nada, se introdujo en el auto y espero a que ella hiciera lo mismo.

Como dos desconocidas, condujo, sin preguntar nada. Por su reacción podía comprender que la conversación entre ella y Paul había salido fatal.

No estaba de acuerdo con lo que Olivia había hecho, pero tampoco podía elevar juicios contra ella. Hanna conocía muy bien los motivos  por las cuales Olivia tomó esa decisión tan apresurada y precipitada.

Abrió la ventana del auto, y dejó que el aire golpeará su rostro. Quería que el viento se llevara toda la tristeza acumulada de su corazón. Se sentía vacía, sucia, y completamente miserable. Olivia comprendía que su decisión fue el peor error de su vida, sin embargo, ya no podía cambiarlo. Tenía que enfrentar   las consecuencias de sus actos.

Al llegar, ambas jóvenes bajaron del auto. En silencio. Acto seguido, antes de entrar, Olivia tragó grueso y miró a Hanna. Finalmente, estalló en llanto.

La rubia hizo lo que mejor podía hacer, prestarle su hombro y solidaridad como amiga. Acarició su cabello negro. Su flequillo cubrió su frente hasta el tope de los ojos. La nariz se enrojeció totalmente al igual que su pequeña boca.

Con las pocas palabras que le quedaban, le contó a Hanna lo que había ocurrido con Paul, lo mucho que lo golpeó.

—Es un hijo…—se delimitó a pronunciar la frase; se llevó las manos a la cadera y rechinó los dientes como león enfurecido.

—Como pudo proponerte eso… Mierda, hasta yo lo hubiese golpeado. Tiene bien merecido su bofetada.

Olivia bajó el rostro, y lamió sus labios.

 —Claro, esta ardido. Como lo rechazaste. Quiere hacerte sentir mal.

—Quiero olvidar este tema Hanna. Cerrar este ciclo y seguir siendo la misma Olivia. —susurró la chica, mirando la decadencia de la zona donde vivía. —Quiero salir de aquí Hanna. Comenzar en un lugar nuevo; esos nos haría bien a mi madre y a mí.

—Estoy totalmente de acuerdo contigo.—ánimo la rubia, levantándole el rostro—, Sal de este lugar de mala muerte. Pagarás un poco más, pero… estarás mucho mejor en otro lado. Ánimo amiga, todo saldrá bien.




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