Si me quisieras...

✔️Milena ✔️(15)

Si me quisieras…

Capítulo 15

Milena.

—Es una prostituta.—gritó Kay. Con la mano en el ojo izquierdo por el golpe proporcionado—.Me las pagarás.—amenazó, marchándose del lugar.

Olivia estaba atónita, no podía creer lo que había sucedido. Sus ojos estaban extremadamente abiertos, y sus labios se tornaron pálidos, como si hubiese visto a un fantasma. El chico de la guitarra se acercó, y le extendió la mano. Espero, pero Olivia no respondía a su gesto de ayuda.

Estaba como perdida, y a la vez avergonzada, el chico de la guitarra conocía al hombre con quien ella había suspirado tanto tiempo. ¿Qué pensará cuando su amigo le diga que es una prostituta, de seguro, no querrá ni hablarle?. ¿O sí?. Su cabeza le daba vueltas, y su vista parecía nublarse.

—Disculpa, ¿estás bien?.—insistió, con la mano extendida.

Su voz le era familiar, tan frecuente como todas las coca- cola que pedía en la cafetería, y como aquella vez que intervino solo para decir un bonito pensamiento.

—¿No me responderás?—preguntó, al verla tan pensativa.

—G-gracias.—y se levantó por sí sola.  Él sonrió, y cerró el puño ligeramente.

—Te ofrecí mi mano—le dijo. Ella solo podía ver como sus libros y algunas cosas de su mochila estaba regada por el estacionamiento, así que, se dispuso a recogerla. Y él al mirarla, la ayudo.

—Aquí están tus libros.—le entregó tres sobre historia periodística, comunicación social y uno de ciencia-ficción.

Olivia no se atrevía hablar.

—Oye, eres la chica torpe de la cafetería, déjame decirte que haces unos espectáculos muy particular, la cual, hace que me ría.

La muchacha lo miró mal. Arrugando sus cejas, hizo un mohín con la boca.

—Oye muchas gracias por ayudarme, pero creo que puedes irte.

—Auch, eso duele, ninguna chica me había rechazado mis encantos tan directamente.—expresó, cruzándose de brazos.

—¿Acaso quieres algo de mí?. —gruñó, expectante.

—Quizás tu nombre.

—¡Vete al diablo!—exclamó enojada.

—Oye, porque eres tan grosera conmigo, si te salve de ese tipo.—articuló, un poco enfadado.

—¡Lo siento, tienes razón y gracias nuevamente!.

El chico de la guitarra se acercó, y Olivia no pudo evitar ruborizarse, pelar sus ojos y retroceder algunos pasos.

—Soy Axel.—le extendió la mano, con una risita de medio lado.

—Yo soy… yo…

—Olivia—escuchó decir. Milena se aproximaba hacía ellos.

—Asi que ya conociste a mi odioso hermanita. —los miro a ambos y sonrió—. Olivia él es Axel, querido hermano ella es mi compañera de clase Olivia.

—Sí, trabaja en la cafetería que frecuento con Azael.

¿Azael?, acaso es el nombre del chico del café. Estaba confundida.

—A tu amiga, casi un tipo la trata de violar, si no hubiese sido por mí y mis atributos conocimientos sobre cómo darle una paliza a los degenerado; la pobre Olivia estuviera…—se detuvo y miró a la muchacha.

—¿Quién te hizo eso Olivia?—se alarmó la pelirroja.

—Kay, pero estaré bien.—señaló, echándole un vistazo a Axel. Quien estaba parado en su vehículo, apoyado de la puerta. Llevaba una hermosa chaqueta de cuero y una camisa blanca, con unos jeans y zapatos deportivos. Su cabello estaba peinado varonilmente hacía atrás.

—Dios tienes que hacer algo, denunciarlo.—propuso Milena.

—No es necesario, no deberíamos agrandar más este lío.—repuso la muchacha.

—Nos vamos, tengo un concierto esta noche.—intervino Axel, mirando a Milena.

—Sí, estoy cansada.—contestó la pelirroja, bostezando—. Nos vemos Olivia.

—Nos vemos.—dije, mirándola. Milena era hermosa. Su cabello era rojizo, sus ojos café. Una falda corta mostraba sus lindas piernas y una camisa descotada sus grandes senos.

—Nos vemos chica torpe.—le susurró Axel, haciendo que Olivia salte del susto.

—No soy torpe.

—Es verdad, solo lo eres cuando vez a Azael.

La chica se sonrojó.

—No es cierto.

—Entonces, ¿Por qué te sonrojas?.

—Acaso,  eres siempre así.

—¿Cómo?, ¿sincero?, es una de mis cualidades.

—Me caes mal—se cruzó de brazos Olivia.

—Pero tú me caes muy bien. Por lo tanto, seré solidario contigo, si necesitas de mí, llámame. —de su bolsillo sacó una tarjeta de presentación y me la entregó. Subiéndose al vehículo.

Olivia se insertó en su coche. Dejó todo a un lado incluyendo la tarjeta del chico de la guitarra. Condujo hacía su casa pensando en el nombre del hombre que ella había observado durante dos años, Azael.

Al llegar, saludó a su madre, le proporcionó un beso en la frente, y esa noche durmió con ella.




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