Si me quisieras...

✔️El concierto✔️ (18) parte1

Si me quisieras…

Capítulo 18

El concierto

La lluvia era la compañía perfecta para un acompañamiento oportuno. Ahí estaba, sentada en el auto junto al chico del café. Aquel muchacho con ojos claros, figura sombría, barba recién cortada. Mayormente, usaba trajes elegantes, en esta ocasión, solo una camisa blanca con jean. Aun así, se veía atractivo.

Le abrió la puerta del auto, como un caballero atento con su damisela. Condujo bajo el aguacero desbordado; aunque para Olivia era muy romántico.

De reojo trató de ver al muchacho. Su semblante era serio, pensativo y distraído. Olivia deseaba saber los pensamientos de él. Pero por más que esforzaba en adivinar su gestualidad, no lograba conectarse con el chico.

Todo estaba en silencio, solo el sonido de la lluvia al caer en el limpia parabrisas era el único ruido musical que se escuchaba.

──¿A dónde vives?──señaló, echándole una mirada a Olivia. Se cruzó de brazos para arroparse con sus manos del frio terrible que sucumbía su cuerpo.

──Creo que es mejor que me dejes cerca del club torrente. Yo me iré caminando el resto de lo que falte.

──No, de ninguna manera, te llevaré a tu casa.──dictaminó el joven, mirando furtivamente a la muchacha.

Olivia se sintió apenada. Decirle su dirección era mostrarle sus condiciones decadentes. No era nada a lo que Azael estaba acostumbrado.

Bajó el rostro apenada, entrelazando sus dedos. Por algún motivo, no podía evitar sentirse nerviosa, y eso le molestaba, ya que con Axel, la conversación fluía amenamente. No comprendía porque la situación con Azael era más complicada.

Tenía los nervios de punta, en realidad Azael le gustaba muchísimo. Se le quedó mirando un largo rato. Y el chico se percató de sus miradas. Aquella mirada expresaba más que cualquier palabra que ella pronunciaba.

Él lo sabía, Axel se lo había dicho.

Olivia no solamente lo quería, lo adoraba, cargaba a su chico en un pedestal, como un dios griego. Él era el centro de sus cartas, de sus suspiros, y de todos los pocillos rotos en la cafetería.

Si tan solo él lo supiera… Sin embargo, no había valor para articular. Una mirada era más que suficiente.

Él se sonrió con delicadeza, vio lo hipnotizada que se encontraba la muchacha y arrugó su frente.

──¿Qué tengo?.

──Eres perfecto…──susurró, sosteniéndole la mirada.

──Gracias…──resopló, mirándole los labios a Olivia.

El sonido del teléfono se hizo presente. Mostrando el nombre de la persona quien le llamaba. La muchacha se percató, y se dio cuenta que alguien llamado “la chica de la bufanda lo llamaba”. Con su dedo pulgar colgó. Y nuevamente sus facciones se tornaron serias-

¿Quién será?. Se preguntó Olivia, un poco inquieta.

Ella, le soltó la dirección y dudoso Azael se introdujo al barrio de mala muerte, como todos estaban acostumbrados a llamarlo.

Seguía lloviendo con ímpetu. Todo estaba totalmente despejado. El chico dio unas cuentas vueltas, y condujo unas cuadras hasta llegar a la residencia de Olivia.

Muerta de nervios se llevó un mechón de cabello a la oreja. Le sonrió con ternura a su chico y bajo la mirada.

──Gracias por traerme Azael.

Azael posó sus ojos en ella. Era tan tímida, y todo un desastre al estar cerca.

¿Qué tanto le gusto?, pensó en preguntarle, sin embargo, se cohibió en hacerlo, eso la haría sonrojar más de lo que estaba.

──De nada.

La chica sonrió con su boca cerrada y abrió la puerta del auto.

──Olivia espera──, la llamó él, haciendo que se detuviera──. Mañana Axel tendrá un concierto, y no sé si quisieras venir.

Su sonrisa se amplió exageradamente, no podía creer que Azael la estuviera invitando a algo.

──C-Claro, iré.

──Bien, te veo mañana.

──Adiós.

──Adiós──espetó el hombre, acompañándola con la mirada hasta que ella ingresó a su hogar.

El corazón de Olivia no dejaba de palpitar, estaba tan inquieto y agitado que parecía darle taquicardia. Hanna se le quedó mirando sorprendida, y curiosa. La pelinegra parecía estar en la luna.

La rubia le chasqueó los dedos cerca del rostro, ella no reaccionaba.

──¡Olivia!, ¡Reacciona!.

Soltó una risa loca, y tomó a su amiga por los hombros con entusiasmo.

──El chico del café me invito mañana a un concierto──soltó de repente.

La ojo claro se le quedó mirando sorprendida, con la boca entre abierta. No podía creerle a su amiga. Hace un par de días balbuceaba cuando tenía al chico de café cerca, y ¿ahora irá a un concierto?, nada de lo que decía era lógica para ella.

──¿Estas segura? O ¿solo lo soñaste?.

La chica la miró mal.

──Te digo la verdad…




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