Sí me quisieras...
Capítulo 30
La decisión de Axel...
Atolondrada, la pelinegra miró inmóvil al chico del café. Era como un sueño, y en casi ninguno, esa proposición se concebía. Azael, aquel chico que iba dos veces al día por dos años al mismo café donde trabajaba, se encontraba frente a ella pidiéndole un noviazgo.
--A-Azael...
--Shhh, solo di que sí--dijo, acercándose, cogiéndole la mano.
--Y si no funciona...
--Cada quien tomará su camino. Pero, como vamos a saber que no funcionara si no lo hemos intentado--explicó, con una sonrisa tierna en sus labios.
La chica parpadeó un poco y suspiró dejando salir un aire que se había acumulado en sus pulmones.
--Olivia, intentémoslo...
--Azael, no soy como las chicas que acostumbras a salir.
--Lo sé, por eso me gustas, porque eres diferente--intervino de inmediato.
Se acercó unos centímetros más, dejándolos frente a frente. Sus respiraciones se encontraban totalmente desestabilizadas, y su ritmo cardiaco aumentado de tal manera que Olivia se llevó las manos a su pecho.
Azael sagazmente, posicionó ambas manos en sus mejillas, y le otorgó un beso tierno, lento, suave. Su nariz rozaba con la suya, y su lengua se ligaban como el mar y la arena.
--¿Y entonces? --sondeó, lamiéndose sus labios.
--Intentémoslo... --respondió la muchacha, sellando con un beso el noviazgo que había anhelado por dos largos años.
***********
A todo esto, Axel que se había aseado y arreglado en la empresa, se dispuso a entrar en junta para explicarle a los presentes los riesgos que quiebra que andaba la asociación.
No era un secreto que, los padres de Azael y el mismo Azael eran dueños de la mitad de las acciones correspondiente de la compañía, por lo tanto, le correspondía un grado de decisión al llegar a un acuerdo para la mejora de la misma.
Milena, el padre de ella, y Axel disputaban por falta de dinero, y el bajo rendimiento que últimamente se había ocasionado. Ya no se podían pagan a los empleados, eso conllevaría como consecuencia el despido de muchos trabajadores.
Sin embargo, no era el plan de Axel, desde hace un mes, el chico se había preocupado en crear un vinculo con los obreros y personal de mantenimiento, y sabía toda conciencia que muchas personas dependían de ese empleo.
Su única opción era aceptar el recorrido musical que le ofrecía la rubia, la madre de Hanna. Viajar a Suiza por dos años le recopilaría un dinero que salvaría las acciones y la comodidad de Milena y su padre.
Era un sacrificio, una expiación de amor por aquellas personas que lo acogieron cuando no era nadie, cuando habitaba a las paredes blancas y mal pintadas de un orfanato. Su padre se merecía lo mejor, por haberlo rescatado y acobijado como un miembro más de su familia.
De todas formas, el único patrimonio y acciones que salían afectadas eran las de Milena y su padre de corazón. No se imaginaba ver a su familia en la miseria y en condiciones precarias cuando estaban acostumbrado a tener la buena vida. Aunque él ya conocía a la perfección la miseria, el hambre, el desamor, los malos tratos, el rechazo, y el abandono; no permitiría que ellos corrieran con la misma suerte.
Por lo tanto, no dudo en proponerle su plan para el buen funcionamiento de la asociación que hace muchísimos años atrás habían conformado con esfuerzos.
Los padres de Azael eran materialista, se movían por dinero y no sentimentalismo. De algo Axel estaba seguro, de su fortuna y su carencia de empatía y solidaridad, a pesar de que Marcos, su padre había sido generoso para con ellos por ser familia.
Silvia Presto y Juan Vicente Echeverría, dos seres humanos impecables, pulcros por fuera, pero lleno de basura por dentro. Azael se había criado en esa cultura, en ese ambiente, en ese consentimiento la cual se sometían. Azael era su único hijo, el favorito, la luz de sus ojos. Por eso, se le permite todo tipo de rebeldía y deseo que el chico quisiese, e incluso, follarse a todas las mujeres que le apetecía, incluyendo a la chica de la bufanda.
--Axel, ¿estas seguro de eso? --se preocupó Milena, sobre exaltado.
--Ya es una decisión.
--Me parece genial primo --habló Azael, con un toque de arrogancia.
Marco, con su traje blanco, su anillo de oro en uno de sus dedos, miró a su muchacho a los ojos y se sintió orgulloso de haberlo criado.
--¡Ese es mi muchacho! --exclamó, sumergiéndose un enorme abrazo. En uno de esos que solo un padre que te ama puede dar.
Al cabo de pocos segundos, el problema de la empresa estaba resuelto. Gran peso cargaba en sus hombros. Misteriosamente, pensó en Olivia, y sonrió para sí mismo. Ella merecía saber que el fue el hombre misterioso, y esa mañana, decidió decírselo.
Echó un vistazo a todos lados, y observó a su padre y a Milena conversando junto a los progenitores de Azael.
--¡Primo! --profirió Azael emotivo--. Me alegro que emprendas ese gran proyecto.
--Si, yo también estoy entusiasmado.
Azael abrió sus dos manos y se carcajeó mordiéndose los labios...
--¡Felicítame!
Axel se rio y frunció el ceño. --¿Por qué?
--Porque Olivia aceptó ser mi novia.
Maravillado el chico abrió su boca, y sus gestos fueron de desaprobación.
--¿Qué pasa, porque no me felicitas?
--¿La amas o sientes algo por ella? --preguntó cortante Axel, tomando por sorpresa a su primo.
--No lo sé. Pero es linda, veremos como avanzan las cosas. Tenías razón, ella es especial.
Esa última palabra hizo que el corazón del muchacho se rompiera en trozos. Azael no había perdido el tiempo para conquistarla mientras que él se sumergió por todo un mes entero en la empresa y las condiciones de su familia.
--No le hagas daño Azael, es una buena muchacha --soltó desanimado.
--Axel..--pausó un poco y en un tono serio pronunció--. ¿Qué tan cercanos eres a Olivia?.
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Editado: 04.11.2020