CAPÍTULO 05
Una mañana, luego de una ardua sesión matutina de entrenamiento en el simulador, los cinco miembros del Escuadrón A fueron al comedor por un desayuno balanceado para recuperar energías. Era un poco inusual ver a los cinco Rangers en el comedor al mismo tiempo, por lo que aquello levantó rápidamente el interés de los cadetes y el resto de personal presente.
Todos, en especial los más jóvenes, los venían de reojo desde sus respectivas mesas, y murmuraban entre ellos. Pero ninguno se atrevía a acercarse o hablarles. Algunos porque los intimidaba la fama y la posición de los cinco guerreros más sobresalientes de la Tierra; otros porque más bien los intimidaba un poco hacer o decir algo que lograra ofender a alguno de ellos, en especial a la Red Ranger.
Como fuera, los cinco no ponían de momento mucha atención en el efecto que su presencia tenía en los demás presentes. Lo único que les importaba era terminar su desayuno pronto, y acudir de inmediato a sus tareas de patrullaje.
Mientras comían, el resto del grupo escuchaba como su compañero Mark Davis, el Yellow Ranger, relataba su interesante historia sobre su noche anterior. Todos menos Zorath, el Blue Ranger; el warloriano de cuatro ojos y piel grisácea se limitaba a sólo comer lentamente de su plato, compuesto de una pasta azulada y morada, mientras repasaba en una pantalla holográfica reportes de misiones Ranger anteriores; una extraña afición que sus compañeros no comprendía, pero tampoco cuestionaban mucho.
—…y mientras estoy hablando con esta chica —relataba Mark entre bocado y bocado—, este sujeto se acerca por un lado, y literalmente se pone entre ella y yo, y me empuja hacia atrás con su espalda.
—Un movimiento atrevido, dale crédito —señaló Orien Walker, el Green Ranger, con tono burlón. Mark no le dio mucha importancia a su comentario, y prosiguió.
—Cómo sea, a mí no me agradó para nada su actitud. Así que lo tomé del hombro y lo giré hacia mí. Le dije algo como: la señorita y yo estábamos hablando, amigo. Él me miró, y dijo sin más: largo de aquí, enano. Y se giró de nuevo hacia la chica.
—¿Enano? —masculló Kioko Mikado, la Pink Ranger, con voz risueña—. ¿Y era más alto que tú?
—Un mastodonte enorme, en realidad —explicó Mark, alzando sus manos para ejemplificar lo grande que era.
—¿Y qué hiciste entonces? —preguntó Orien, curioso.
—Como oficial de la ley, lo correcto sería no causar problemas, darse la vuelta e irse de forma pacífica —explicó Mark con voz sosegada. Sus oyentes se le quedaron viendo con expresiones escépticas, y tras un segundo soltó una sonora risa burlona—. Pero no estaba en servicio, así que en lugar de eso lo gire de nuevo hacia mí, y sin decir nada le partí la nariz de un fuerte puñetazo. El mastodonte salió volando hacia una mesa y la hizo pedazos. De ahí en adelante todo se volvió un caos, y sus amigos se me lanzaron encima; o sólo eran unos tontos que querían meterse, no lo sé. Igual yo me limité a patear traseros a diestra y siniestra. Luego de un rato, la policía llegó a poner el orden, y los arrestaron a todos.
—¿A ti también? —inquirió Kioko, arqueando una ceja.
—Lo intentaron —rio Mark con suficiencia—. Pero cuando vieron mi identificación de la S.P.D. y confirmaron quién era, me dejaron ir, con una felicitación y todo por mi increíble trabajo lidiando con esos buscapleitos. Y algunos hasta quisieron tomarse una foto y me etiquetaron. Miren.
Mark tomó su teléfono móvil, abrió su perfil público de redes sociales como el Yellow Ranger, y les mostró a todos una fotografía de sí mismo, acompañado de tres oficiales civiles apretujados para aparecer en la pantalla.
—Increíble suertudo —masculló Orien con sorna.
—¿Cuál suertudo? Quisiera ver al pobre tonto que se atreviera a arrestar al Yellow Ranger de la S.P.D. Además, sólo estaba defendiendo mi posición. Imagina que dejemos que cualquier fulano venga a hablarnos así y lo dejemos pasar. Lo siguiente que tendremos es a todos los villanos de la ciudad haciendo fila para atacarnos.
—¿Y la chica? —escucharon los tres que soltaba de pronto Charlie Grayson, la Red Ranger y su líder. Hasta ese momento, aunque había estado escuchando toda la charla, no se había prestado a opinar nada, y estaba más concentrada en su comida. Pero aquello cambió en ese momento, y todos sus compañeros, incluyendo el Blue Ranger, se giraron a mirarla.
—¿Eh? —exclamó Mark, confundido.
Charlie dejó su tenedor en el plato, y se limpió la boca con una servilleta.
—La chica con la que hablabas —le aclaró—. ¿Qué estaba haciendo mientras tú hacías tu numerito de macho?
Mark caviló su respuesta, mirando pensativo hacia el techo unos segundos.
—En realidad, no lo sé —respondió encogiéndose de hombros—. Ya no la volví a ver luego de eso. Supongo que huyó durante el caos. Chica lista y linda, como me gustan.
—Ajá. Y, ¿cómo se llamaba? —insistió Charlie, obteniendo de entrada la misma reacción pensativa por parte de su Yellow Ranger.
—Sara… O Samantha… Ni idea —concluyó, encogiéndose de hombros una vez más—. ¿Eso qué importa?
—Eres todo un caballero, Mark —suspiró Charlie, con sarcasmo. Sin embargo, el Yellow Ranger no pareció captarlo de esa forma, pues sonrió satisfecho por el supuesto halago.