CAPÍTULO 09
La noticia de lo ocurrió a Merlandia no tardó en esparcirse por la base como un secreto a voces. El aviso oficial no tardaría en hacerse, pero primero Cruger deseaba informárselo personalmente a su equipo de Rangers. Por eso mismo, luego de la charla con Kat en su oficina, y de que le pidiera que citara al Escuadrón B en la Sala de Mando, él hizo lo mismo con el Escuadrón A.
Los cinco Rangers acudieron al llamado de su comandante, incluida la Oficial Charlie Grayson. Como bien Cruger le había comentado a Kat, la Red Ranger y él había llegado a un acuerdo, y ésta había aceptado seguir las órdenes y cumplir con su responsabilidad como Power Ranger; al menos hasta que esta amenaza fuera neutralizada.
Ya en la Sala de Mando, los miembros del Escuadrón A se pararon firmes uno al lado del otro, escuchando atentamente la explicación de Cruger, un tanto menos detallada que la que había compartido con Kat más temprano, pero igual de impactante. Ayudó además que junto con su relato de los hechos, había proyectado una recreación en holograma de la destrucción del planeta, hecha en base a las imágenes satelitales y el testimonio de los sobrevivientes.
Ver el planeta entero siendo destruido por un disparo directo de la Terror Espacial, fue algo sumamente impresionante para los Rangers, y lo dejaron ver vívidamente en las expresiones pálidas de sus rostros; o, al menos, cuatro de ellos lo hicieron, pues Charlie contempló la recreación con su habitual expresión estoica, sin dejar muy claro qué era lo que le pasaba por la mente.
—Si hubiéramos ido, quizás… —murmuró Kioko, la Pink Ranger, lamentándose.
—Quizás hubiéramos muerto, también —zanjó Mark, el Yellow Ranger, exasperado.
—Eso no lo sabes —le respondió Orien, el Green Ranger, sonando claramente irritado.
Zorath, el Blue Ranger, como de costumbre permaneció en silencio. Sin embargo, sus cuatro ojos no se apartaron de la recreación de la destrucción que se repetía una y otra vez, hasta que Cruger la retiró. En cuanto lo hizo, pareció sobresaltarse un poco, como sacado abruptamente de un sueño; o de un mal recuerdo.
—No es momento de lamentarnos por el planeta por el que ya no podemos hacer nada —sentenció Charlie, con voz sorprendentemente fría y calmada—. Hay que seguir y procurar que la Tierra no pase por el mismo destino.
—Me temo que la Oficial Grayson tiene razón —secundó Cruger con seriedad—. Ya habrá tiempo para llorar y reconstruir. Por ahora, hay asuntos importantes que atender, como bien todos ya saben.
—Supongo que ha llegado el momento de ir al frente, ¿no es cierto, señor? —inquirió la Red Ranger, aunque no sonando precisamente como una pregunta—. ¿Cuándo partimos?
—Antes de eso, deberán recibir un último entrenamiento intensivo. El combate en el espacio presenta varias singularidades diferentes al combate en tierra, con las que inevitablemente se encontrarán en su próxima misión.
—Ya hemos peleado en el espacio, señor —intervino Kioko, un tanto confusa.
—No bajo estas circunstancias. Como ya les he dicho, la preparación es la clave de la defensa táctica. Por tal motivo, antes de irse, se reportarán a la Estación Espacial Red Lion-III con la Capitana Earhardt, para pasar por una serie rápida de simulaciones de vuelo.
—Bien, me agrada la Capitana Earhardt —declaró Mark, elocuente—. Es bonita para tener… ¿cuántos años crees que tenga? —le murmuró en voz baja a Orien, pero éste se limitó a darle un pequeño codazo para indicarle que guardara silencio.
—Descuide, comandante —intervino Charlie con firmeza—. Pasaremos sus pruebas sin ningún problema.
—Confío firmemente en que así será. Recuerden que el destino de la Tierra, y ahora el de toda la galaxia, está en sus manos. Buena suerte, Escuadrón A.
—Sí, señor —pronunciaron los cinco al mismo tiempo, incluido Zorath, al tiempo que le ofrecieron el saludo a su comandante. Éste asintió, complacido. Era bueno percibir que ese mal rato que habían pasado había quedado atrás; al menos, de momento.
—Ya lo oyeron —exclamó Charlie en alto con voz de mando. Sacó en ese momento su Delta Morpher, extendiéndolo al frente con firmeza, y sus cuatro compañeros la siguieron—. ¡Escuadrón A! ¡S.P.D.!, ¡Emergencia!
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Justo como Cruger le solicitó, Kat le informó al Escuadrón B que éste deseaba verlos en la Sala de Mando, por lo que Sky, Syd y Bridge se apresuraron a acudir a su llamado. Ninguno lo expresó en voz alta (o no tan directamente), pero el que el Comandante quisiera verlos, sumado a lo que habían hablado con la Dra. Manx más temprano, les daba el presentimiento de que al fin había llegado el momento. Tantas pruebas y tanto entrenamiento al fin darían sus primeros frutos.
Cuando ya se encontraban en el pasillo cerca de la Sala de Mando, la puerta de ésta se abrió, y de ella salieron presurosos y en fila cinco figuras de colores, encabezadas por una de rojo y negro. Ni más ni menos que el Escuadrón A en persona.
Sky sintió que el pulso se le aceleraba. Era la primera vez en todo el tiempo que llevaba ahí que se los cruzaba de frente. Y aunque por supuesto ardía en deseos de conocerlos, fue evidente al instante que llevaban prisa; como era de esperarse siendo los más grandes héroes de la Tierra.