Sí, Mi Comandante [power Rangers: S.P.D.]

CAPÍTULO 17

CAPÍTULO 17

La primera (¿o segunda?) misión del recién formado Escuadrón B estaba yendo… bueno, era difícil decirlo para ese punto. Primero Z guio a sus nuevos compañeros de equipo al sitio en donde Jack se había deshecho de aquel “pedazo de chatarra” que un alienígena, que bien sospechaban ahora podría haber sido el fallecido Klupzu Agon, le había dado la noche de su último robo.

—Si no puedes comerlo ni usarlo, no sirve —había exclamado Jack con entusiasmo, mientras lanzaba aquel artefacto directo hacia el contenedor de basura más cercano, como si fuera un balón y el contenedor una canasta. Por suerte seguía justo ahí cuando lo fueron a buscar.

El “pedazo de chatarra” era algún tipo extraño de artefacto, que ninguno de los cuatro pudo identificar con claridad. Parecía como el modelo a escala de un satélite espacial o una boya de mar, de colores metálicos. Era ligero, y podía transportarse fácilmente en las manos. Pero no tenía ningún botón o interruptor a la vista, ningún número de serie, ni tampoco etiqueta del fabricante o modelo.

Se podía ver a simple vista por qué a ojos de dos personas no tan experimentadas cono Jack y Z, aquello podría haber parecido algo sin valor alguno. Sin embargo, para Sky, Syd y Bridge que habían pasado más tiempo rodeados de la diferente tecnología de avanzada que existía en la base S.P.D., tanto terrícola como alienígena, aquello podría ser mucho más de lo que parecía a simple vista. Pero, ¿sería realmente lo que Klupzu robó de Cranston Technologies y lo que los Krybots estaban buscando con tanta desesperación?

El primer instinto de Sky fue que debían llevarlo de inmediato a la base para que la Dra. Manx lo revisara y determinara qué era. Sin embargo, Bridge y Z tenían otra idea, y al final Syd terminó por apoyarlos también. No lo dijeron con palabras, pero a los tres claramente les molestó que el Comandante básicamente hiciera de lado sus propuestas, y les ordenara sólo investigar y recaudar información, para que luego el Escuadrón A se encargara de terminar el trabajo.

Así que, ya que estaban ahí y habían recuperado el aparato antes que el Escuadrón A, ¿por qué no dedicarle un poco más tiempo a seguir esa pista para ver a dónde los llevaba?

—Eso sería deliberadamente desobedecer las órdenes del Comandante —declaró Sky de forma tajante—. Nos dijo que volviéramos de inmediato a la base en cuanto tuviéramos toda la información.

—Técnicamente aún no tenemos “toda” la información —señaló Bridge—. Aún no sabemos si este artefacto es el que los Krybots buscan, o qué es exactamente. ¿Investigar hasta descubrirlo no es precisamente seguir las órdenes del Comandante?

—Él fue muy claro en lo que quería —enfatizó Sky—. Desobedecer una orden directa de esa forma, es una violación total del reglamento.

—No exactamente —intervino Z de pronto, jalando hacia ella la atención de los otros tres—. De acuerdo a la Regla 473-B del manual para oficiales de la S.P.D., los oficiales en servicio activo en el campo tienen la autoridad de investigar cualquier posible pista que pueda estar relacionada con su investigación actual, sin requerir autorización de su superior directo, siempre y cuando el oficial al mando del equipo considere que un accionar inmediato es requerido. Y esto no debe ser merecedor de un castigo o llamado de atención.

Los tres Rangers guardaron silencio, observándola con relativo asombro.

—¿Cuándo leíste el manual? —preguntó Syd, curiosa.

—Anoche —explicó Z con naturalidad—. ¿Qué? ¿Ustedes los cadetes expertos no lo han leído?

—Claro que sí —se defendió Sky.

—Pues entonces, ahí está —añadió Z, encogiéndose de hombros—. Y por lo que entiendo, tú azulito eres nuestro “oficial al mando” temporal en este momento. Así que si tú decides que debemos investigar este aparato, en teoría podemos hacerlo.

Sky vaciló un momento, y agachó su mirada hacia el dispositivo en sus manos. Claramente estaba planteándose la posibilidad.

—Aunque aceptara, y no digo que lo haga… ¿Qué haríamos exactamente para descubrir qué es esta cosa?

—También tengo una idea para eso —exclamó Z, orgullosa—. ¿Conozco justo a alguien que podría darnos la información que necesitamos?

—¿Quién? ¿Acaso conoces a algún científico o técnico especializado que pudiera identificar qué es?

—No exactamente…

Quizás Z no conociera a ningún científico respetable de gruesas gafas y bata blanca; pero en su lugar, conocía a Piggy, uno de los tantos alienígena que vivían en las calles de Newtech, bien conocido por casi todos por esos lares como el mayor traficante de información del bajo mundo; o, como algunos otros lo describirían: “el mayor soplón de todo el bajo mundo”. Piggy tenía conocimiento de casi cualquier cosa que ocurría en la ciudad; buena o mala. Tenía una cualidad para camuflarse con el entorno, y que la gente no lo notara cuando se lo proponía. Y eso, sumado a otras tantas cuestionables habilidades que poseía, le permitía enterarse de cosas que no debería saber.

Cuando algún delincuente ocupaba cualquier tipo de información, primero iba con Piggy. Y en este caso, al parecer la S.P.D. haría lo mismo; por consejo de Z, que aseguró que si alguien podría decirles de forma rápida qué era esa cosa que habían encontrado, era él.




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