CAPÍTULO 19

CAPÍTULO 19

De momento se había optado por ocultar al público general la presencia de una peligrosa flota de invasión estacionada en las cercanías del planeta, al menos hasta que ya fuera imposible hacerlo. Desde la noche anterior, la Terror Espacial del Imperio Troobiano, así como sus naves escoltas, se habían quedado quietas a una distancia apropiada fuera el campo de defensa de la Tierra, sin intención evidente de intentar avanzar más. Esto implicaba que o tenían pleno conocimiento de las defensas que habían instalado, o simplemente esperaban algo…

Quizás ambas cosas.

La situación era tensa, pues todos en la base conocían lo ocurrido con Merlandia, y sabían que si Grumm quisiera, podría destruir su mundo igual de fácil. Y si además ahora su arma estaba alimentada con el acelerador de protones, con más razón no habría nada que pudiera impedírselo. Pero no lo había hecho hasta ese momento, y Cruger tenía el presentimiento de que no lo haría.

Grumm tenía otros planes para la Tierra, que no involucraban su destrucción inmediata. No sabía aún cuáles eran estos con exactitud, pero los que fueran al menos les daban una oportunidad. Pero aunque no tuviera planeado eliminar el planeta al corto plazo, igualmente Grumm usaría esa amenaza latente para jugar con ellos; como un revolver presionado contra sus cabezas, y su dedo en el gatillo.

Temprano esa mañana, previo a la reunión que habían pactado entre el Escuadrón A y el Escuadrón B, Cruger y Kat tuvieron una conferencia virtual en la Sala de Mando con el Comandante Supremo Birdy, para discutir esta apremiante situación. Sin embargo, por más que ambos intentaron que éste comprendiera su postura, el Comandante Supremo no parecía compartir en lo absoluto su preocupación.

—Esto no cambia en nada la situación —declaró de forma cortante el holograma de Birdy de pie ante ellos.

—Comandante Supremo… —masculló Kat en un intento de debatir algo, pero Birdy le cortó antes de que pudiera decir mucho más.

—Sabíamos que era muy probable que Grumm se dirigiera a la Tierra, y nos preparamos para eso, ¿no es así? ¿No es por eso que tomamos estas medidas de prevención, incluyendo la formación de su Escuadrón B?

—Somos conscientes de eso —respondió Cruger con firmeza—. Pero esperábamos contar con un poco más de tiempo…

—¿Tiempo para qué? —le interrumpió Birdy—. Una semana o un día, da igual. El enemigo está en su puerta, Cruger, y debe actuar en consecuencia de esto. Además, mientras Grumm tenga su atención y sus fuerzas enfocadas en la Tierra, será el momento justo para realizar nuestra ofensiva en la Nebulosa Hélix, y mermar su avance. El plan seguirá justo como lo acordamos. ¿O me va a decir que no confía en que su Escuadrón B podrá con la tarea? Yo estaba en el entendido de que habían elegido a lo mejor de lo mejor de sus cadetes.

Cruger y Kat guardaron silencio unos momentos, y se miraron el uno al otro. Sin decir nada, sabían que estaban de acuerdo en que era mejor no entrar en detalles sobre sus candidatos elegidos para el Escuadrón B. El Comandante Supremo no sería capaz de verlos desde su misma perspectiva; no en ese momento.

—Así es, señor —respondió Cruger con el rostro el alto—. Y tenemos plena confianza en ellos.

—Entonces no hay nada más que discutir —concluyó Birdy—. El Escuadrón A viajará a los cuarteles generales hoy mismo, y se unirá a las fuerzas del Comandante Park. Y si todo sale bien, daremos al fin un golpe certero y directo a estos Troobianos.

—Sí, señor —fue la respuesta corta y carente de cualquier emoción de parte del Comandante Cruger.

—Infórmenme de cualquiera cambio —fue la última instrucción del Comandante Supremo, antes de que el holograma desapareciera.

Ya sin los ojos de Birdy encima, Cruger se permitió soltar un agudo quejido de molestia, y apretar fuerte sus puños con frustración.

—Es imposible razonar con ese pajarraco —exclamó en voz baja, y Kat ciertamente le sorprendió un poco que fuera tan directo en expresar lo que sentía. No lo culpaba; ella también se sentía parecido.

—Pero tiene algo razón —se lamentó Kat, suspirando—. Sabíamos que Grumm podría venir para acá tarde o temprano. Y es algo que ha planeado con bastante anticipación, ya que sabemos que ha fabricado Krybots en la Tierra desde quién sabe cuándo.

—Si al menos la primera misión del Escuadrón B hubiera salido mejor, me sentiría más tranquilo.

—¿Mentiste cuando dijiste que tenías plena confianza en ellos? —le cuestionó Kat con actitud inquisitiva—. Porque yo sí la tengo.

—Lo sé —masculló Cruger por lo bajo—. Pero lo que no sé si tu percepción de estos chicos es del todo objetiva, Kat.

—Y no sé si la tuya es del todo justa.

Kat se aproximó hacia él por un costado, y colocó con cuidado una mano sobre su brazo, de forma reconfortante. Cruger se giró a mirarla, y la científica dibujó una radiante sonrisa en sus labios.

—Todo saldrá bien, yo lo sé —le susurró en voz baja, pero con bastante seguridad.

Kat pudo percibir los inicios de una sonrisa formándose en sus labios perrunos, pero no llegaron mucho más lejos que eso. El rostro del Comandante volvió a ensombrecerse, y agachó su mirada, rehuyendo de la suya. Y de nuevo, Kat sintió que veía a un hombre que cargaba el peso del mundo entero sobre sus hombros; lo cual no era del todo desatinado, pero que ella seguía pensando que resultaba injusto para él, teniendo a tantos que podían apoyarlo con ese peso.

Mientras ambos conversaban, las puertas de la Sala de Mando se abrieron, y el recién llegado caminó hacia ellos con paso firme y seguro, pero que no era a su vez una muestra fiable de cómo se sentía por dentro.

—Comandante —pronunció con seriedad la voz de Sky a sus espaldas. Cruger y Kat reaccionaron al mismo tiempo, girándose hacia él.

El Blue Ranger tenía sus pies firmes en el suelo, su espalda recta, y sus manos juntas detrás de sí; la perfecta posición marcial, propia de cualquier cadete de élite. Su rostro igualmente se veía sereno y tranquilo, pero… Cruger detectó que algo más se ocultaba detrás de sus ojos.