Si No Fuera Un Sueño

11 capítulo

»Cuando todo parece estar en 
calma, llega la tormenta«
 


 

                                                WD.Rose
 


 

»❦︎«
 


 

11. 𝕁𝕦𝕟𝕥𝕠𝕤
 


—Mami la torre Eiffel es gigantesca, pude ver toda la ciudad y fue increíble. También fuimos al zoológico —soltó enérgico.

—Oh cielo me alegra que la pasaras genial. ¿tienes hambre?

—No, he comido mucho ¿Verdad papá? —lo miró.

Max sonrió revolviendole el cabello —cuatro hog dog, dos salchichas y un helado.

Lo miré sorprendida.

—Pues ojalá que no te de una indigestión hijo. Ve a darte una ducha y luego a la cama.

—Está bien mami, te espero para que me leas un cuento ¿Si? —juntó sus manitas y le sonreí.

—Nunca he dejado de hacerlo Matt.

Entonces se fue.

Me acerqué a Max y le di un beso corto en los labios.

—Gracias por  hacerlo feliz. Eres un papá grandioso Max —mencioné sin soltarlo.

Besó mi coronilla.

—Gracias a tí; Matt tiene la mejor mamá del mundo.

—Te amo.

—Y yo a tí, Emi —me besó

...

Después de contarle dos cuentos, mi niño se quedó dormido. Parecía un angelito plácido sobre su cama; dejé los libros en la cómoda.

—Descansa cielo.

Apagué la lámpara y le di un beso en la frente antes de salir de la habitación.

Me moví silenciosa en nuestra recámara; Max me esperaba en la cama. Antes de unirme caminé hacia el armario y me cambié de ropa por mi pijama favorito.

Me hice ovillo en su pecho.

Quería estar así toda la vida, a su lado. 

—Has estado ausente, callada. ¿Pasó algo con mi tía? —inquirió curioso.

—No, claro que no —suspiré y me aferré más a él —. Te amo tanto Max, no me cansaré de decirtelo. No podría vivir sin tí y volver a perderte me mataría.

—Y yo no me canso de escucharte; no vas a perderme Emireth —prometió elevando mi mentón. Su mirada se posó en mis labios, tenía tantas ganas de besarme como yo a él —. No voy a permitirlo, no voy a dejarte mi ángel, ustedes son lo más importante en mi vida.

—Cuando te fuiste aquella vez, mi mundo se hizo pedazos —confesé retrospectiva.

—El mío también créeme, me pasé los años pensando en esa pequeña que dejé atrás. Tu sonrisa,tus ojos, solo tú Emireth —rozó nuestros labios —. Estás siempre en mis pensamientos. No te niego que tuve unas cuantas chicas, pero a ninguna amé, tú serás la única dueña de mi corazón.

—¿Cómo se llamaba la chica? —formulé torciendo los labios.

¿Max tocó, besó y le dió su atención a alguien más? No podía siquiera imaginarlo.

—¿En serio? —sonrió —. Estás celosa.

—hum... Solo es curiosidad —me encogí de hombros.

—Andrea Belrose.

Descarté por completo ese nombre si llegase a tener otro hijo y fuera niña, aun si era un nombre unisex.

—Ah ¿Era bonita, Max?

—No como tú —aseguró sin dudar.

Tomó con delicadeza mis mejillas y me besó. Gemí entre sus brazos. El arrebató pasional ardía en nosotros; quedé atrapada bajo su cuerpo. Ya sabíamos cómo todo iba a terminar.

...

Me removí sobre la cama, el teléfono de Max no dejaba de sonar. Lo Moví para que despertase y tomara la llamada.

—¿Qué pasa cielo? —susurró despertando.

—Alguien te llama —señalé volviendo acurrucarme.

Tenía mucho sueño.

—¿Quién será a éstas horas? —se preguntó levantándose somnoliento.

—No sé quién podrá ser, no tardes amor.

Solo se alejó contestando.

—Hola padre ¿Sucede algo? —inquirió y unos segundos después me miró algo turbado —. Papá espera

—¿Qué pasó?

—Ya vuelvo Emi —avisó evadiendo mi pregunta

—Aquí te espero Max —respondí suspirando

Que no sean malas noticias, por favor que no sean malas noticias.

...

Una hora y media después  Maximiliano aún no regresaba a la habitación.

Me preocupé.

Él jamás duraba tanto al teléfono, mucho menos tan tarde. Decidí buscarlo. No estaba en la sala, tampoco en la cocina, pero las puertas corredizas de cristal que daban al balcón estaban abiertas. Me acerqué sigilosa.

—Max ¿Dónde estás amor? —formulé frunciendo el ceño.

Entonces escuché sollozos, el llanto reprimido de sus labios. No dudé en llegar hasta él; estaba arrinconando en una esquina del balcón, irreconocible, con una botella de whisky en la mano.

—Dios mío ¿Q-qué ha sucedido Max? —me cubrí los labios un poco estupefacta.

Me miró inundado de dolor, sin decir una sola palabra. Luego le dió un gran sorbo a la botella y negó con la cabeza.

Supe que nada estaba bien y lo abracé.

—Sea lo que sea que haya pasado, no estás solo. —mi voz se rompió.

Me apretó fuertemente, como si temiera que saliera corriendo, como si necesitara aferrarse o se desvanecería. No dejaba de llorar sobre mi hombro, de soltar improperios en francés, cargado de rabia e impotencia.

Si tan solo supiera que sucede, si pudiera mitigar su dolor...

—No te vayas, no te vayas Emi —rogó tomando mi rostro.

Sé que estaba un poco ebrio, pero también destrozado, realmente muy afectado.

—No iré a ningún lado, Max. Por favor cálmate, dime qué pasa ¿Qué está pasando amor? —quise saber acariciando su pelo.

Negó tembloroso. Se levantó tambaleando y soltó un sonoro suspiro aferrándose al barandal. No dudé en tomar su mano y alejarlo del peligro. En ese estado podía cometer una locura.

—Mírame, he dicho que me mires Maximiliano —exigí desesperada; me observó transido —. Te amo, creo que podemos resolverlo juntos, juntos Max.

—No, no es así Emireth ¡Porque la maldita muerte no tiene solución! —explotó alejándose y yo caí en cuenta de lo grave que era el asunto.

¿Muerte?

¿Quién había muerto?

Lo seguí hasta la sala; él se tumbó en el sofá negro. Se tomó la cabeza, pasó las manos por su cabello y alzó la mirada clavándola en mí.

—Se fue, mamá se ha ido Emi y no  volverá.




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