Si No Fuera Un Sueño

16 Capitulo


»El sol volvía a salir, cálido y radiante sobre nosotros«
 


 

                                               WD.Rose
 


 

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16. ℝ𝕖𝕤𝕦𝕝𝕥𝕒𝕕𝕠𝕤
 


 

—A Máximo le gustaba pintar, era como una escapada de toda la realidad —comentó mientras me ayudaba a lavar lo trastes.
 


Lo escuché atenta, sin saber qué hacer o decir porque él estaba hablándome de su pasado y temía que un comentario fuera de lugar lo arruinara todo.

—Yo...

—Matthew me lo recuerda un poco, claro que a tí también te gusta la pintura. Por cierto, la has dejado a un lado, ya no pintas —recordó con una sonrisa.

—Sí, creo que debo retomarla. Aunque no soy tan buena con los pinceles, prefiero dibujar. Matt en cambio sabe hacerlo y ya sé de quién lo heredó.

—Es posible que de su tío —soltó.

—Máximo.

—Sí, Máximo. Supongo que Rebeka te lo dijo o Emma.

—Lo único que sé es que Marie perdió un hijo —me apresuré en decir.

—Te prometí que te lo contaría en su momento y aún no es.

—Lo sé —exhalé sonoramente —. Hay algo que quería hablar contigo, se trata de mí.

Cambié de tema.

—Dime, Emi.

—Quiero trabajar —admití sin darle vueltas al asunto.

Al principio su cara fue todo un poema. —No, no es necesario. Puedo con todos los gastos, gano mucho dinero en la empresa y lo sabes ¿por qué querrías trabajar?

Bufé.

—Porque quiero sentirme útil, en mi vida no he hecho nada más que de sirvienta y ahora quedarme en casa sin hacer mucho. Necesito hacer algo Max, y no te estoy pidiendo permiso.

—Bien.

—¿Bien?

—Sí, estoy de acuerdo —tomó un mechón de mi cabello y lo aspiró antes de volverlo a colocar detrás de mi oreja —. Quiero verte feliz, mi ángel.

Lo abracé —gracias, gracias, gracias.

—Pero quiero algo a cambio.

—¿Qué quieres Max —me colgué de su cuello.

—Tengo ganas de tí, justo ahora.

Me sonrojé.

—¿Ahora? Matt está en casa —recordé.

—Seremos rápido —me guiñó un ojo y me tomó en sus brazos.

El sol volvía a salir, cálido y radiante sobre nosotros.
...

Dos meses después...

Max volvió antes del mediodía devorando una donus. Era el tercer día que volvía hambriento. Si seguía así perdería su fabuloso cuerpo.

—Umm, esta cosa es la gloria.

Sonreí. Un hermoso hombre trajeado ahora llenándose las manos de chocolate como si fuera un niño.

—Te vas a poner gordo si sigues comiendo de esa manera.

—Corro casi todas las mañanas, voy por las tardes al gimnasio, quemaré estas calorías Emireth —aseguró despreocupado.

—Lo que tú digas, después no me vengas con que no te advertí.

—Estás exagerando.

—No, claro que no —refunfuñé terminado de cortar el cebollín de mala gana.

En los últimos días mi mal humor ya no se podía ocultar.

—No te pongas así mi ángel. ¿Qué vas a cocinar?

—Pollo con verduras —suspiré.

Sentí su pecho apoyado en mi espalda y su barbilla sobre mi hombro.

—En la noche pediré delivery, se me ha antojado para cenar tallarines chinos ¿qué dices?

Últimamente toda conversación con él giraba torno a comida.

—Ni siquiera has almorzado y ya estás pensando en la cena, eres increíble —dramaticé.

—No puedo evitarlo, cariño —dejó besos en mi cuello.

Odiaba que conociera tan bien mis puntos débiles y justo ahora que estaba más sensible.

—Creí que los tallarines era una de tus comidas favoritas.

—Lo sigue siendo, solo que... —gemí

—Shh, Matt está arriba.

—Entonces no me tortures —gruñí dándome la vuelta.

Mala idea, me acorraló.

Sus dedos ávidos recorrieron mi cuello. Su boca mordisqueó el lóbulo de mi oreja y gemí de nuevo.

—Te pongo muy nerviosa, mejor te ayudo con lo que falta ¿si? —me liberó.

Lo asesiné con la mirada, era malvado.

—Me voy a vengar, no puedes provocarme y dejarme así —reclamé.

¿Qué sucedía conmigo?

—Antes de que lo hagas, yo esta noche te voy a dar una sorpresa.

—Ya quiero saber —admití ansiosa.

No era buena esperando. Ya empezaba a imaginar muchas cosas, seguro nada de lo que cruzaba por mi cabeza se acercaba a lo que Max me daría o quizás sí.

—Sé paciente, después dices que Matt es el impaciente y encima que es por mí.

—Bien —me resigné y caminé enfadada hasta la estufa. El pollo no podía quemarse y si eso pasaba iba a matar a Max por estar distrayendo.

Se movió a mi lado para empezar a picar las hortalizas para la ensalada de zanahoria y repollo.

—Te amo ¿lo sabías?

Por más furibunda que estuviera, solo él podía hacer que sonriera con una bonita frase; me lo recordaba muchas veces y seguía sintiendo explosiones en mi interior cada vez que lo decía.

Te amo...

—Estoy molesta contigo.

—No importa, me gusta cuando te enfadas, tus mejillas se ponen rojas y eso te hace tan sexy.

Quise reír por su comentario.

—No digas tonteras, estoy ganando peso ¿por qué crees que renuncié a mi empleo como dependienta en la pastelería? —rodé los ojos.

Ah sí, después de que Max y yo hablamos de que quería trabajar, pregunté en la ciudad en varios sitios de comida rápida, pero terminé encontrando un puesto en una pastelería.

—Claro que no —refutó echandome una mirada de pies a cabeza —Y deja de poner los ojos en blanco, también me gusta, ahora dime ¿quién provoca a quién?

—Tonto, eres un tonto Max.

—Estás cada vez más hermosa, no estás gorda Emireth.

—Eso lo dices porque me amas y no quieres herirme.

—Te amo, no quiero herirte pero tampoco te miento. Eres jodidamente sensual mujer.

Sonreí.

—Voy a llevarle esto a Matt, debe estar muriéndose de hambre —expliqué tomando un plato lleno de frutas picadas.

—Al menos ya no estás enfadada —me lanzó un beso.

Le devolví el gesto y me retiré.

¿En qué momento me había convertido en esta bipolar?




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