Lo único que quería en ese momento era escabullirme entre los pies de ambos, me gustaría ser invisible o que simplemente me agarre un paro cardiaco y me muera. No es una mala idea, algo me dice que mi vida se viene cuesta abajo y que mejor que irme al cielo.
— ¿Eres tu gatita?— cuestiono riendo. Sus ojos eran grises, como el cielo en días de lluvia, tan irradiantes y con ese brillo que estoy segura que verías de noche.
—No me llames así— gruñí desviando mi mirada, no toleraba que me vieran a los ojos y más aún cuando parezco un maldito tarro de pintura roja— soy Nessa.
—Sí, bueno...— sacudió su cabeza haciendo que pequeñas gotas de agua salpiquen en mi rostro—... díselo a alguien que le interese.
—Púdrete— dije mientras volvía a la sala principal. Vi como Sam se había puesto a beber con Marco, rápidamente la levante del sofá— a ti no te dejan beber.
— ¿Desde cuando eres mi madre?— No podía creer el estúpido comportamiento que la pelirroja estaba teniendo.
—No soy tu madre pendeja— Ya estaba cansada por todo lo que estaba pasando— pero te golpeare si sigues así de idiota, ¿me entiendes?
No había captado que tenía la vista de todos encima, hasta la de un muchacho que acababa de entrar. A diferencia de ellos, él parecía un buen niño, uno algo aburrido, sin tatuajes, sin ropa oscura. Un simple rubio que verías normalmente en la calle, uno que te trataría como una dama, supongo.
—Sam nunca dijo que eras así de aburrida— Dijo Marco en un balbuceo, sus ojos estaban tomando un color rojo chillón— creí que te llevarías bien con uno de ellos... ya sabes... podrían pagarte.
— ¿Qué fue lo que dijiste?— pregunte entre dientes.
—Dije que...— no lo deje terminar. El vaso había colapsado por completo, el piso se estaba mojando y no había nada que pudiera detenerlo. Estampille mi puño en su mejilla derecha, dejando todo el lugar en silencio, que de pronto se tornó de pequeñas risas— no soy una puta, idiota.
Me aleje del edificio sin importar lo que pueda llegar a pasarme, quería irme lo suficientemente lejos de toda la gente. Mis impulsos sobrepasaron los límites y fueron capaces de dañar a alguien que fue hiriente con sus palabras. Pero siento que necesitaba eso para poder dejar todo el dolor atrás, seguir caminando sin tantos tropezones, esos que yo misma me pongo en el camino, sin ser consciente de lo que provoca en mí.
A lo lejos pude ver a un pequeño sentado en la acera, llorando mientras cubre sus piernas con sus pequeños brazos, y en aquel hueco entre medio de ambos esconde su cabeza. Me acerque, aunque en el fondo sabía que no debía hacerlo, no quería que alguien así me robe, pero él seguía siendo un pequeño niño y no podemos juzgar a todos por igual. Me senté a su lado sin decir una palabra, hice lo mismo que él y llore. Llore como si alguien hubiera muerto, llore por la pérdida de muchas cosas ese día. Porque lo que tenía cuando era feliz se esfumo en un abrir y cerrar de ojos, porque la traición fue más allá que los lazos del amor, y porque mi corazón ya no quiere seguir llorando, quiere sanar, quiere poder demostrar que no importa cuánto le afecte, estará bien, sólo serán un par de días de sufrimiento que después, serán reemplazados por algo más que llegue a causar un poco de chispa en él.
Sabía el miedo que estaba provocando en el niño, ya que había dejado de oír sus sollozos, era una simple extraña que copio lo que estaba haciendo, es normal que me tache de loca a la primera, pero que se supone que debía hacer, ¿preguntarle como esta? Está llorando en la maldita acera, nadie que esté bien en su sano juicio llora en la acera de un lugar en donde aprendes a esquivar balas de pequeño. Es como jugar con la muerte "Aquí estoy, llévame. Ya no quiero seguir aquí".
—Señorita, ¿está bien?— levante la cabeza tras su pregunta y vi como el pobre ángel secaba sus lágrimas— ¿Por qué llora?
— ¿Por qué lloras tú?— replique, saque un pañuelo del bolsillo y seque su rostro— ¿Qué haces aquí?
—Tengo hambre...— hipo— mis padres se marcharon y mi hermanita se retuerce del dolor en casa— al escuchar como sufría por la situación en la que se encontraba me dispuse a llevarlo de compras.
Me quedaban un par de billetes, pero valía la pena gastarlos en él, después de todo, puedo conseguir más. Aunque no sabía cómo o con qué, pero estaba segura de que algo me iba a aparecer, un pequeño puesto en una panchería o algo por el estilo, debo olvidar mi sueño en las grandes empresas, estoy segura de que Nolan hablo con todos los ejecutivos contándoles una parte de la versión de la historia, esa en la que yo soy la villana.
Compramos la comida que me alcanzaba y el muchacho me llevo a un edificio de por ahí cerca, a diferencia del otro, este tenía las ventanas rotas, la pintura toda destartalada y de distintos colores. Faltaba uno de los escalones y al llegar a su puerta vi que el cerrojo era un simple candado que estaba todo oxidado.
—Por favor, pase— dijo haciéndome el paso. Su casa era simple, colchones en el suelo, pequeños muebles dañados y artefactos que estoy segura que no funcionaban. En uno de los sofás vi a una niña llorando, una enrollada entre sus brazos, envuelta en papel de diario.
—Dale esto— compramos unas pizzas para que pudiera llenarse, no toque ni una porción, yo no la necesitaba— ¿viven solos?
Editado: 05.01.2024