Si no te tengo

Capítulo 9

Habíamos llegado hasta una zona arboleada y a unos cuantos pasos se encontraba el lago. Nos separamos para las distintas tareas, Sam, Eda y yo haríamos el fuego, y, los muchachos armarían las carpas. Algo que suena tan sencillo, ¿no? Pues no. Tardamos demasiado en hacer el fuego, intentamos hacerlo con palos, con rocas y Sam dijo que había visto videos en YouTube para poder hacerlo con la corteza del árbol; nos rendimos y tuvimos que encender la fogata con un encendedor. Los chicos, por otra parte, se quedaron enredados en la tela intentando armar las carpas, se pincharon con las estacas y se les volaron las instrucciones. Tuvieron que correr tras ellas y leerlas una vez más. Dicen que la tercera es la vencida, y si, pues pudieron armarlas sin ningún problema y eso era un logro más en este día.

 —Entonces, ¿De dónde sacaste la furgoneta, Monty?— le cuestiono Reggi mientras abría una botella de cerveza.

—Mi dealer me la ofreció cuando fui a comprar— lo soltó como si fuera algo normal, como si a la vuelta de la esquina hubiera un almacén con estupefacientes y puedas entrar por lo que se te da la gana—, así que no lo dude mucho, sabía las ganas que tenían por acampar.

—Díganlo por ustedes— escupió Jessie, quien se encontraba jugando con un cuchillo sentado sobre una gran roca.

Había estado de mal humor en todo el viaje, no hablo con nadie. Ni siquiera se dignó a contestar. Simplemente se mantuvo callado, haciéndonos sentir imbéciles por venir aquí. Porque estaba segura que eso era lo que quería lograr, hacernos sentir menos para que en un mínimo momento pudiera sentirse alguien superior. Alguien con el poder de hacernos sentir como un pedazo de mierda.

En el camino aquí escuche a Monty y a Eda susurrando, alguna estúpida cosa como que Jessie no venía a este tipo de lugares porque decía que prefería quedarse en casa viendo televisión. Creía que como su novia conocería cada secreto, pero al parecer, aún indaga en la oscuridad. Intentando destacar cada hueco que pueda encontrar.

???

— ¿Él está bien?— cuestionó Sam con un malvavisco en la mano.

—Si— Eda hablo seca—. Necesita su espacio, como cualquier persona.

La luna estaba en su máximo esplendor y Jessie se había perdido en todo el día. Reggie dijo que le insistió para que vaya con nosotros a caminar, pero este se negó. Preparamos el fuego nuevamente y comimos salchichas quemadas. Así es, se quemaron porque Marco tuvo la estúpida idea de ponerlas en el palo y darles la vuelta a cada minuto.  No puedo explicar lo que sentí cuando le di un mordisco a la salchicha. Quemaba demasiado y lo único que sabía era carbón.
Luego de tocar con la guitarra, decidimos ir a molestar a Jessie. La única diferencia es que ahora iríamos con turno; el que lograba sacarlo de esa estúpida carpa ganaría 500 dólares. Cuando Eda fue la primera en entrar creí que él saldría detrás de ella, con una sonrisa por ver su preocupación. Pero no fue así, salió sola y con una cara de pocos amigos.

Los demás seguían pasando y ninguno tuvo éxito con el castaño, entonces llegó mi turno. Retuve el aire en mis pulmones por unos segundos, para después adentrarme a la carpa. Él estaba en el suelo, envuelto con una manta. Recordé un programa de televisión de asesinatos, cuando cubren el cuerpo para que no puedas ver ninguna parte de él. 

— ¿Tú también?— bufo con desagrado al notar mi presencia.

— ¿Disculpa?— puse mi mano en mi pecho como si estuviera indignada.

— ¿Quién sigue después?— escupió con enojo— solo vete.

—No— sus ojos buscaron los míos. Era como si nunca nadie le hubiera negado algo y por primera vez en años estoy aquí para romper eso—. No me iré, tú me trajiste, así que saldrás de la carpa... deja de comportarte como un niño.

Niño. La palabra con la que lo hice colapsar, el vaso estaba lleno y la última gota, hizo que todo caiga por los costados.

— ¿Niño?— se burló— no puedes decir eso cuando estoy seguro que te pagaron para que entraras aquí a intentar sacarme, como todos los malditos años. Te invite porque no iba a dejarte sola en casa y Sam insistió en traerte. No te confundas pequeña, este niño fue el que salvó tu trasero de ir a la cárcel, te salvo de que te quedes en la calle... pero no puedes verlo con tus propios ojos porque insistes en que tú puedes con todo sola cuando simplemente eres una chica inmadura, que le da miedo ver la realidad de las cosas.

No respondí. No lo mire. Las lágrimas amenazaban con salir y no por el hecho de que cada palabra me había lastimado, sino por el hecho de que cada una de esas palabras venían con un poco de verdad. No insistí. Simplemente me marché como la Nessa cobarde que era, esa que todos podían manipular como les plazca.
Dolía, como un puñal punzante cruzando por mi pecho. Empuje a todos al salir y corrí ignorando los llamados. Mi vista era casi nula pero llegué al lago y me senté frente a un árbol, la vista era hermosa y la luna se dibujaba con su brillo en el agua. Lo recordé una vez más: "le da miedo ver la realidad". Cuanta verdad pueden esconder un par de palabras insignificantes a la hora de recordar. Como los pensamientos te invaden, intentando saber si lo que estoy haciendo está bien, si el estar aquí será la respuesta a muchas preguntas. Siquiera sé si esta gente me invitó o lo hizo por Sam, aunque Jessie me lo había dejado claro unos momentos atrás, no quería aceptarlo. No quería aceptar que soy una perdedora que sólo es querida por su amiga. Porque si, toda la vida estuve oculta bajo la sombra de Sam, nadie me notaba. Ni siquiera en la escuela.




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