Mientras Sam y Eda me miraron sorprendidos la noche anterior, los muchachos se dignaron a mirarme fijamente, esperando que alguna palabra salga de mi boca. Pero no fue así. Me senté junto a ellos, sobre la tierra y me trague la estúpida salchicha. Todos estaban actuando raro asique lo único que hice fue irme a dormir. Un rato más tarde, Monty se adentró a la carpa; dio un largo suspiro y tocó mi hombro.
—Esconderte de las miradas es algo que siempre haces, ¿no?— me cuestiono a un lado, con su cabeza en dirección al cielo.
— ¿Por qué lo dices?
—Lo he notado— soltó con un suspiro—, creo que te has dado cuenta que no soy de hablar demasiado. Así que me divierto inspeccionando a las personas, intentando encontrar algo que los demás no. Note que te escondes en cada ocasión y cuando miras a los ojos bajas la mirada... ¿Por qué?
No había notado que me había observado en cada mínimo detalle. Pero si, no puedo sorprenderme ante su declaración, ya que él nunca solía hablar. No sé si estaba hablándome tan tranquilo porque se encontraba bajo la influencia del alcohol o porque le causaba algo de paz a su persona.
—No lo sé, mi madre solía regañarme por todo. Por cómo iba vestida, por mis notas, por mi postura— resople y lo recordé—. Mientras que papá, él era mi salvación, me defendía y cuando no podía hacerlo, me buscaba después en mi cuarto y recuerdo que dejaba pequeños chocolates bajo mi cama para que mamá no pudiera encontrarlos. "Disfrútalos, mi princesa" eran las palabras que escuchaba cada noche.
—Vaya, traumas del pasado...— hizo una pequeña pausa— porque no me sorprende. Tu padre debe estar decepcionado de ti, aun no puedes superar eso y mirar fijamente los ojos de alguien más.
—Claro que puedo hacerlo.
—Intentémoslo.
Nuestras miradas se clavaron en el momento. Éramos nosotros dos en esa carpa pero incluso así, sentía que el lugar se hacía más pequeño. Mientras lo miraba note sus facciones, unos grandes labios, tan gruesos y carnosos; esos hermosos ojos cafés y su mano que estaba bajo su cabeza. Traía anillos y una cadena en el cuello. Por momentos me sentía grande, alguien que no podía ser pisoteada, pero con sus ojos en mí, podía sentirme como un insecto, ese que matas con la mano.
—La desviaste— murmuro por lo bajo.
—Escucha— dije mirando a los costados.
La voz de Eda se hizo presente, podíamos escucharla tan bien. Nuestras carpas estaban pegadas pero era obvio que no quería levantar la voz. El susurro no era lo suyo. "Te fuiste tras ella" "Cállate Eda, fui a arreglar el daño que yo cause" "Sabes que no es así, Jessie". Los gritos no paraban y me sentí incomoda. Me removí dentro de la carpa pero entonces sentí un brazo sobre mi pecho; Monty me miro una vez más y lo único que salió de su boca fue "Tranquila, no es tu culpa". Me sentí culpable luego de eso y se me hizo difícil pegar un ojo en toda la noche. Por la mañana Eda no me miro a la cara y podía sentir el odio sin siquiera tenerla cerca, algo molesta. Algo decepcionada. Mientras que él, me miro serio, haciéndome sentir culpable por algo tan estúpido e insignificante, arreglar el daño que causo.
— ¿Estas bien?— Sam se sentó a mi lado. No podía contarle lo que había sucedido, se de lo que es capaz— ni siquiera te acercas a la ronda.
—Estoy bien... supongo que necesito mi espacio.
—Andando— ella tomo mi mano y me ayudo a levantarme del suelo.
Hoy fui yo la que se negó a ir al lago, todos rogaron que vaya y negué, pero Monty se acercó y me dijo que este era el momento para demostrar que las cosas están bien. Sí, todos se dieron cuenta del giro que había tenido los humores hoy, sin embargo, nadie se animó a preguntar. Era la tercera en discordia. Acepte ir con ellos.
Corrimos al puente y vi como todos se arrojaron, yo mire el agua y pude observar una pequeña niña hundiéndose, una que necesitaba ser salvada. Necesitaba que alguien la tome de la mano y la lleve a la orilla. Necesitaba respirar.
— ¡Vamos Ness!— la voz de los muchachos se desvanecían en mi cabeza. Estaba en shock— ¡Salta!
Intento mover un pie pero se me es imposible, mi cuerpo se convirtió en una roca pesada que es difícil de mover, mi mano tiembla y mi respiración se agita. Mi pecho está a punto de explotar. Quiero llorar. Quiero correr.
Una sombra a mi lado, vi como su mano se entrelazo con la mía y por primera vez, desde que él se marchó, me sentí segura. Gire el rostro y vi cómo me observaba, intentando entender lo que estaba sucediendo. "No tienes que hacerlo si no quieres. Pero tarde o temprano deberás intentarlo", procesaba cada palabra, eran como una canción de cuna, esa que le pones a los bebes para que dejaran de llorar, porque si, lloraba por dentro, pero no podía dejar que nadie lo vea.
—Saltare sólo si tu saltas— hablo tan tranquilo, intentando mantener la calma.
—Yo no quiero...Escuche tu conversación con Eda— no sabía si era lo correcto decirlo pero ya no había marcha atrás— y...
—No importa lo que hayas escuchado, olvídalo— se quejó—. Ahora intento ayudarte, dime ¿qué es lo que harás?
— ¿Qué fue lo que hiciste tú?— hable recordando la noche en la fogata. Su mirada. Su temor.
Editado: 05.01.2024