Si no veo tus ojos

CAPÍTULO 8

¿Como puedo yo ocultar una enfermedad de esta magnitud?

Mis reflejos no son iguales a los de los demás, solo veo lo que está frente a mi, pues mi  caminar es diferente, tengo que ser más precavida y vivo un poco más alerta a todo.

Mi mundo está desapareciendo frente a mis ojos y créanme eso no es algo fácil de ocultar.
Por eso la mayoría del tiempo siento rabia hacia esta enfermedad, no puedo hacer una vida normal, y ni pensar llegar a tener hijos, yo no puedo condenar a nadie a esto, por más que se diga que mi enfermedad es recesiva y no dominante, que quiere decir que sólo portarán el gen y no padecerán de ella, pero igual siento no querer arriesgarme.

— ¿Sucede algo? — me había perdido en mis pensamientos y apesar de que aún tengo mi mano entre las suyas casi lo olvido.

— No, no pasa nada — me apresuré a responder, pero aún así el me miraba curioso y pensativo.

— Yo quisiera saber… — lo veía dudoso — Si podemos seguirnos viendo, yo no quisiera dejar de verte.

¿Seguir viéndonos?
¿Y cuando nos hemos visto en ese modo que el dice?

No pienso hacer un drama de todo esto, el corazón se me va a salir del pecho, siento así como si se me inflara de una emoción o un sentimiento extraño o diferente.

— Podemos ser amigos por supuesto — se que no hablaba de eso pero que más da, hagámosle esforzarse un poco.

— No es lo que tenía en mente, pero puedo aceptar eso — suelto una pequeña risa.

— Muy bien amigo ¿Me puedes llevar a casa? — le pico un poco la herida.

— No hagas eso por dios — solté ahora una carcajada — Me has puesto en esa horrible zona a posta.

— No todos son dignos de esa zona más bien agradece — me frunce el ceño divertido — ¿Vamos?

Ésta vez extiende su mano hacia mi dentro de mi campo de visión, se la tomo y comienza a avanzar por el largo pasillo que nos llevará a la salida.

— Creo que nunca encontraré el consultorio de mi padre, cada que vengo te atraviesas en mi camino — opina muy divertido.

— No te he visto quejarte por ello — decido jugar también.

— Ni pienso hacerlo, si tuviera que elegir entre encontrar el consultorio de mi padre y tú, preferiría sobarme el trasero todo el tiempo por tu encuentro — reprimo la carcajada que quería soltar.

— ¿Tan pesada soy? — pregunto desviando mi vista de la puerta de salida y mirarlo a él

— No, pero el piso si que es muy duro y no afloja — definitivamente con este chico no hay manera de aburrirse.

— Eres un caso — murmuro muy bajito negando varias veces

— Y uno muy difícil — opina él al haberme escuchado, solo voltee los ojos y seguí caminando.

°°°°


Le dije la dirección de mi casa, y el la coloco en el GPS para poder ubicarse y no perderse de camino.

No conozco mucho de autos, pero éste era muy bonito, Parecía un Camaro pero no estaba del todo segura, era blanco y parecía ser nuevo, al entrar lo comprobé porque los asientos traseros aún conservaban el plástico característico de un auto nuevo, igual que ciertas partes del auto.

Me mareaba, me mareaba a horrores, Mason conducía muy rápido y yo de tonta tratando de disimular ante él intentaba ver por la ventana, lo que resultaba en un grande error.

—¿Sucede algo? — lo oigo preguntar pero yo mantenía mi cara hacia la ventana para que no notará que mis ojos estaban cerrados.

— No, no solo me duele un poco la cabeza — no fue del todo mentira, ya mi cabeza tenía un dolor punzante del cual ya estaba acostumbrada.

— Nunca te pregunte que hacías en la clínica — giro un poco la cabeza en su dirección y lo noto con su vista en el camino, se veía… Nada nada.

— Consultas rutinarias de mi madre, nada de qué preocuparse — me excuse ¿Estaré haciendo bien?

<<No, tú debes contarle todo, no es algo fácil de ocultar, pronto lo va a notar>> Tenía mucha razón

Mason aún conducía muy pacífico así que decidí recostar mi cabeza de la ventana y cerrar los ojos.

¿Puedo yo seguir con mi vida con una enfermedad como ésta?

Arriesgarme a perder nuevamente a alguien más por espantarse de algo como esto me da pavor, terror, miedo como quieran llamarle. Aveces subestimo a las personas.

Pero resultamos aveces sobreestimando
Me paso con Daniel.
Y a mí madre con mi padre.

Mi padre tiene el gen dominante de esta enfermedad por eso se lo he heredado.
¿Por qué Marcus no la tiene?
Se dice que la RP con gen dominante en caso de descendencia se puede saltar una generación que fue lo que sucedió con Marcus, el doctor nos dijo que se llamaba Penetración Incompleta.

Cuando mi padre se ha enterado que yo he heredado la enfermedad en gen recesivo que resulta un poco más complicada que la dominante ,según mi madre dice que no ha podido con eso y nos ha abandonado, dijo que él no vería sufrir a su hija con una enfermedad aún peor que la que él portada. Todo eso y más, escrito en una carta dejada en el buró de mi madre.

Mi padre nos dejó cuando yo tenía 13 y la enfermedad aún no hacia de las suyas tan gravemente. Marcus tenía 17 y nunca ha podido perdonarlo. Yo en el fondo podía comprender que no quisiera verme pasar por esto, es mi temor si llegara a tener herencia, pero jamás podría abandonarlos, es algo que no comparto ni concuerdo con él.

— ¿Es esa tu casa? — siento una mano posarse en mi hombro y pego un brindo en mi lugar — Hey tranquila, ¿Estas bien?

— Si, solo que me he asustado un poco — giro a ver hacia la casa comprobando si es la mía — Si aquí es mi casa, muchas Gracias — Comienzo a quitarme el cinturón de seguridad para poder despedirme.

— Ya se tu dirección para futuras serenatas — suelta y yo quedo a mitad de camino cuando intento abrir la puerta.

— ¿Que? — lo miro divertida

— No te asustes, tanto así de romántico soy — suelta una pequeña risa.

— No se puede ser tan empedernido como eso — opino siguiéndole un poco la corriente

— Depende de lo que inspire la chica a la que le lleve serenata — no puede ser que dijo eso.




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