Si no veo tus ojos

CAPITULO 21

A la persona que menos yo esperaba al llegar a casa era a él. Y si esa era la sorpresa que me había dicho Marcus, claramente demostraba porque las odiaba.

No quería hablar con nadie, y justo en ese momento mucho menos quería hablar con él.
Después de dos semanas de no haber dado ni una señal de humo, de no haber demostrado nada. ¿Por qué se presentaba en mi casa?

¿Que hacía Mason ahí?
Y recibiendome el día que salía de la clínica.

— ¿Que haces aquí? — le pregunté sin demostrar nada.

— Camila, ahora soy yo, quién pide hablar contigo — dijo pero era muy poca la expresión que yo podía notarle.

— Sinceramente Mason, ahora soy yo quien no quiere escucharte, vengo de pasar dos semanas internada en una clínica, estoy cansada, necesito reposo, y quiero descansar así que amablemente te pido que te marches.

No demostré ningún sentimiento, porque en realidad era muy poco lo que de verdad sentía. Si no fue a verme allá, y no preguntó por mi, no tenía sentido que estuviera ese día en mi casa.

Mi madre ya había pasado, así que la puerta aún permanecía abierta por lo que no dude en dirigirme hacia ella. Justo en ese preciso instante no me importaba dejarle con la palabra en la boca de la misma forma en que él lo había hecho la última vez que nos vimos.

— No permitiré que me hagas lo mismo que yo una vez te hice — dijo justo lo que yo estaba pensando y apenas sentí un leve roce en mi brazo.

Pasé a la casa, pero él no se marchó, siguió mis pasos uno tras otro hasta que yo le permitiera hablar conmigo. Era muy incómodo para mí, porque yo sabía que muy en el fondo estaban los sentimientos que había desarrollado por él, pero gracias a mi estado de ánimo no fui capaz de demostrarlo.

— Es como en las películas de terror ¿Sabes? — lo escuché una vez más pero me confundió— Donde hay un sótano y todos decían no bajes ahí, no bajes… — seguía hablando— Pero al final ignoras todo y bajas. Yo sentía que me ocultabas algo, que algo escondias pero decidí no prestarle atención, decidí bajar esas escaleras de ese sótano para conocer tus sentimientos pero me equivoqué, porque mientras yo bajaba para lograr enamorarte, tú decidiste mentirme, engañarme y ocultarme algo así — sentí un poco el reproche — No he logrado entenderlo.

— ¿Y tú? — le pregunté, pero esa vez sí me volteé a observarlo— ¿Te quedaste a escuchar mi razón, o alguna excusa que yo tuviera? — apenas y pude verlo bajar un poco su cabeza.

— No, y se que me equivoqué, pero debías haberme entendido — se excusó.

— Si, y lo hice, entendí tu actitud, entendí tú rabia, y estaba dispuesta a escuchar tus reclamos y aceptar que me odiaras, pero después de escucharme, no antes. Pero no te quedaste, preferiste creer las artimañas de Daniel y te marchaste— traté de no alterarme, era una de las primeras exigencias de mi doctor y esa vez no me arriesgaría por él.

— Yo nunca podría odiarte, y lo estoy demostrando estando hoy aquí — se defendió — ¿Pero que pretendías Camila? — preguntó metiendo sus manos en sus bolsillos para evitar suponía yo que tocarme—  Él llegó diciendo ser tu novio y contándome un secreto que debiste hacerlo tú, ante mí eso solo demostraba que no me tenías confianza, que no era importante para ti, y mucho menos que me querías, que todos esos meses no habían importado nada.

No contradije en ningún momento nada de lo que él había dicho, dado que mis ánimos no estaban como para demostrar algún sentimiento o culpa.

— Solo pedí una cosa, que me escucharas y no lo hiciste, si lo hubieras hecho y fueras luego preferido irte lo hubiera entendido, pero quedé aquí a la deriva sin poder llamarte, porque osaste irte sin darme una oportunidad— acoté — Pero nada de eso importa ya— susurré eso último.

— Si importa Camila, tu hermano me ha buscado, me ha contado todo y me ha dicho lo que ha sucedido, no sabes cuanto lo siento y cuan culpable me he estado sintiendo — manifestó  — Claro y me ha amenazado un poco — soltó una risa nerviosa.

— Y preferiste escuchar a alguien más que a mí, eso demuestra mucho — encogí mis hombros para restarle importancia—  Pues te doy una noticia Mason, la que no quiere escucharte ahora soy yo. Así que nuevamente te pido que te retires — pedí señalando la puerta.

Una persona deprimida no sabía que lo estaba, así que yo no tenía ni la más mínima idea, solo creía estar molesta con la vida, con Daniel y lamentablemente con Mason.

No quería hablar con nadie, sentía que le hacía daño a los demás y se lo había hecho a él, pero solo que no me escuchara me hizo sentir un reproche hacia él que no podía contener.

Se quedó callado, no decía ni una palabra más. Yo me mantenía de espaldas hacia él y había largado un gran suspiro creyendo que se había marchado.

— La felicidad es un pájaro espléndido y esquivo, y solo pueden atraparlo los que suban hasta lo alto del árbol, y yo no quiero que el mio se escape Camila — dijo acercándose a mi y tomándome de los brazos. Por un momento esas palabras movieron algo en mi.

— No, no no y no — negué efusivamente volteandome tratando de contener mis lágrimas, porque esas palabras si me afectaron — Porque yo logré agarrar ese pájaro, lo tuve en mis manos y era hermoso, y tú... Tú — intenté acabar pero se quebró mi voz — Tu de un solo golpe lo tumbaste de mis manos y se fue volando, ya no está, se esfumó.

— No digas eso, estoy aquí a pesar de todo, apesar de ti, y apesar de mi — se acercó un poco — Te conocí y algo moviste en mi, en tan solo días te quise aunque era algo insólito, hice de todo para que me quisieras y terminé amándote yo más enfermizamente, apesar de una mentira aquí estoy porque no hay nada que pueda acabar con mi amor — tomó luego mis manos — Los dos cometimos errores, pero si de algo estoy seguro es que me enamoré, solo hace falta que tú digas lo mismo.

No dije nada, de mi boca no salió ni una sola palabra después de aquello que me dijo, aún cuando quería gritarle que SI.




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