Una cena que se podría decir que fue medianamente tranquila. Mason era todo un amor, pero no se podía decir lo mismo de Marcus. Todo un perro celoso en potencia.
Miradas iban y venían entre Mason y yo por parte de él, si intentaba tomarme la mano, si me decía algo dulce o incluso con solo intentar hablarme con cariño.
Fue un poco incomodo pero muy divertido, un hermano protector era lo que siempre tendría y no me molestaba en lo absoluto, y a Mason tampoco o eso fue lo que me dijo antes de despedirse de mi.
Había llegado el día de la cita que había pedido, pero que al parecer Mason ya tenía planeada, dijo tenerme una sorpresa y yo no era de las que le agraden mucho ese tipo de cosas, así que no sabía que esperar.
Iría por mi como a eso de las 6 de la tarde, por lo que eran las 3 y yo estaba volviéndome loca, no tenía idea que había planeado y por lo tanto tampoco tenía idea que ponerme.
Así que estaba con las supuestas expertas en citas y moda. Abi y Laila. Esme solo veía como le caían encima cada una de las prendas de mi clóset lanzadas por mis dos desquiciadas amigas, una estudiante de moda que parecía valerle un gorro que pudiera yo ponerme.
Nadie dijo que no estuviera feliz por mi, pero alegaba que me vería hermosa con lo que fuera, además de que al dar la primera opción la descartaron por completo.
Pero lo que no sabían ellas, es que aprovecharía tal distracción para tratar de sonsacarle a Esme que sucedía con ese Amor misterioso que estaba segura que Abi tenía.
— Esme ¿Tu crees que todo salga bien? — pregunté para empezar.
No podía solo sentarme a su lado y decirle: Esme dime que ocultan tu y Abi.
No era así de fácil, jamás se consigue algo fácil en la vida, y cuando se trataba de la vida amorosa de Abi pues mucho menos.
— ¿Tu lo quieres verdad? — preguntó.
— Creo que sí — quise parecer dudosa.
— Ni tú misma te la crees, se te nota a tres kilómetros lo loquita que estás por Mason — sonreí un poco tímida — Todo va a salir bien, con él todo últimamente ha salido bien ¿O no? — asentí — Entonces no hay nada que temer.
— Y Esme… — puse cara de gatito.
— Dime Camí — le sonreí victoriosa, ella me conocía muy bien.
— Yo no sé si tú me vayas a decir y asi pero...
— Solo habla — dijo jugando con mi cabello, siempre había hecho eso y no se porque.
— Abi ¿Está enamorada? — de repente dejó de hacer lo que hacía y me miró muy sorprendida.
— ¿De que hablas? — quiso desviar la atención pero yo la conocía muy bien.
— Yo las conozco, a todas y cada una de ustedes como la palma de mi mano — le dije muy bajito viendo detrás de ella como Lai y Abi aún estaban indecisas — He notado muchas cosas, como también he notado como te has puesto al yo preguntarte esto — la señalé con mi dedo.
— Camí yo…
— ¿Por qué no quieres decirme? ¿Ya no confían en mí? ¿Lai si lo sabe? — hice muchas preguntas para tratar de lograr algo.
— No Cami, no es eso, y no ella tampoco sabe nada — respondió muy rápido y muy bajito.
— ¿Entonces? — subía mis hombros en señal de duda — Explicame — pedí.
Se consideraba de muy mala educación secretear con una de tus amigas a escondidas de las otras mientras estaban presentes, pero es que no podía con la duda. Si el caso fuera otro jamás lo hubiera hecho, pero era una pila de amor ese día, y quería saber sobre ese amor secreto de Abi.
— No creo que sea algo que deba contarte yo — se excusó
— Pero es que Abi no me dirá — trataba de que no me hoyeran pero comenzaba a ser en vano.
Esme volteó y yo dejé de verla a ella para mirar detrás, y Abi y Lai nos veían curiosas.
— Creo que deberás hablar con ella tú — dijo Esme eso último casi inaudible.
— ¿Que es lo que tanto hablan ahí calladitas? — preguntó Lai.
Pero por la mirada que le dió Abi a Esme, yo ya había notado que algo había oído. No me quedó de otra más que ignorar y dejar esa conversación que ansiaba con Abi para otro día.
— Luego les decimos — hice un gesto con la mano quitándole importancia — ¿Encontraron algo?
— Si, mira éste está más que perfecto — Dijo Lai mostrando un lindo vestido.
Vestido que no había usado en mucho tiempo, hasta podría decir que me dio miedo que no me quedara. Era un poco informal, de un color rosa pastel, ajustado a la cintura, falda suelta y una espalda con tiras cruzadas.
°°°°°
Ese chico ponía mis terminaciones en juego, causaba más en mi nerviosismo que otra cosa, muchas clases de nervios, de emoción, de miedo, y más. Y justo en ese momento no sabía cuál me causaba, me tenía una sorpresa.
¿Pero que sorpresa?
¿Que podría esperar?
Estaba segura que esos nervios causarían que quedara sin el otro ojo - exagerando un poco - pero gracias a ello había colocado mi enfermedad en el último puesto de preocupaciones en ese preciso momento de mi vida.
Perdida en mis pensamientos, cuando menos lo esperé el timbre sonó, era él, no podría ser otro. Me puse de pie tan rápido como un resorte y abrí la puerta más rápido de lo que pretendía.
— Hola — dije un poco fatigada por lo rápido de mi acción y mis manos no dejaban de temblar.
Yo solo miraba su rostro, era lo que me permitía verle para no barrer descaradamente mi mirada por toda su anatomía, sin embargo podía ver cómo me miraba, y la sonrisa que se le plantó en el rostro al subir y encontrarse con mis ojos.
— Hola Ojitos — y ahí, en ese momento fue cuando la mía que no podía llegar más allá de las mitad de mis cachetes todos colorados se mostró — Estás preciosa.
¿Podía pedir yo algo menos que eso?
Noooo, nunca. Estaba frente a mi todo lo que había deseado tener desde que supe que le quería.
— ¿A donde vamos? — rompí el silencio para nada incómodo que se había plantado entre los dos.
— Como ya te dije, es una sorpresa — tendió su mano hacia mi — ¿Vamos?
— Vamos — tomé su mano más feliz que nunca.
Editado: 29.12.2020