Era una sensación fabulosa, sentir que podía ser capaz de lograr algo, que estaba comenzando a levantarme, y todo por tomar de una mano muy fuerte, esa que no permitiría que me callera.
Estaba feliz ese día, lo comenzaba a querer más por motivarme a hacer tantas cosas por mi, por nadie más.
Sin saber tantas cosas de su vida que omitia decirme.
Después de tan lindo momento, ese abrazo y ese beso me habían dejado flotando, tanto así que no oí a una chica llegar a nuestro lado, y digo oir porque por estar mirándolo a él no podía fijarme en nuestro alrededor, apenas y solo podía ver una cosa a la vez, ansiaba tanto recuperar la visión de mi otro ojo, eso me daría más alcance, no tanto pero si el que tenía anterior a su perdida.
Apenas y puse atención a la chica cuando habló —¿Que haces por acá? —Le saludó con un sonoro beso en la mejilla.
Mi vista pasó de él a ella en un microsegundo, era alta, muy esbelta, cabello rubio, ¿Como no?, Cara fina, rasgos delicados, el color de sus ojos no pude detallarlo. Le hablaba con tanta confianza, y sus manos se pasaban por sus brazos con esa misma confianza que solo me causó escalofríos.
Eso solo denotaba una cosa, o era una amiga muy cercana, y lo que solo venía a mi mente, una ex novia. Me dió cierta inseguridad, y no por su belleza, era algo que estaba segura no le envidiaba.
El problema recaía en que como todos los demás ella era normal. Es decir, una persona sin ninguna discapacidad alguna, ¡Una persona! Que no detendría a nadie, que no era un obstáculo.
Recuerdo muy bien haber sacudido mi cabeza, no un leve movimiento ¡No! Sacudí mi cabeza en un movimiento tan fuerte que mi cabello tapó mi cara, llamando la atención de los presentes frente a mi.
No lo había hecho a propósito, solo quería espantar ese pensamiento de mi mente, esa inseguridad que quería entrar en mi sistema nervioso en ese preciso instante y no permitiría que dañara nada.
Por lo menos no ahí, no en ese tiempo, lugar y espacio.
La conversación que interrumpí por esa acción involuntaria, no le había puesto la más mínima atención, pero cuando él comenzó a incluirme en ella no me quedó de otra, pero me hizo muy feliz el lugar que me estaba dando.
—Ella es Camila —Me señaló —Camila… —tomó mi mano —Ella es Laila, una amiga —No pude evitar abrir un poco mis ojos con sorpresa al escuchar el nombre de mi pelirroja amiga en esa rubia despampanante.
Estiré mi mano en su dirección —Un Gusto —Simple, no me inspiraba decir nada más.
—El gustó es todo mío, debo decir que te llevas lo mejor de ésta ciudad, éste hombre… —Tocó una vez más su brazo —Es una joya —Solo le di una sonrisa de boca cerrada.
Por dentro quería gritarle SI, Y ES SOLO MÍO, pero no era cierto, podíamos querernos, habernos besado y yo asegurar estar enamorado pero la verdad es que no era nada más que un ¿Amigo? No sabia ni como clasificar ese tipo de relaciones.
—¡Exageras! —exclamó el aludido y yo fruncí un poco el ceño en su dirección.
No sabía si era un gesto para nada varonil, o que le daba otro tipo de mensaje a ella desconocido para mi.
—Bueno, nos vemos —Se despidió con una beso en la mejilla de él, y una sonrisa en mi dirección —Debo seguir ayudando a las chicas con las inscripciones.
No podía dejar de seguirla con la mirada cada paso que dió hasta que se alejó. No me gustó para nada eso último que dijo.
¿Estaba dentro de ese comité?
No sabía ni que pensar.
—¿Qué te pasa? —su brazo pasó por encima de mis hombros acercándome a su costado.
—¿Quién es ella? —le respondí con otra pregunta.
—Una amiga, te dije —Sonrió —¿Que sucede? —al no ver cambio en mi expresión frunció un poco el ceño.
—Que no parece solo una amiga, ¡Eso me sucede! —Estallé y me crucé de brazos.
—¿Estás celosa? —se le ensanchó una sonrisa que solo me dio más rabia.
—¿Te parece? —era buena para ocultar algo, pero no para ocultar lo que sentía, así que no disimule la desconfianza que me causó esa chica.
—Sí —dijo demandante acercándose peligrosamente a mí.
Aún estábamos en el medio del centro comercial, y me era un poco incómoda la situación y más porque estaba roja como un tomate, mitad de rabia y mitad de nerviosismo y calor que él causaba en mi
—Bueno es que no me causa confianza —me eché hacia atrás tratando de disimular un poco mi sonrojo —Y estoy segura que no es sólo una amiga —di la vuelta y comencé a alejarme.
—Espera, espera —tomó mi brazo —Está bien —me paré y quedé espectante a lo que diría —Es mi ex novia.
Abría y cerraba mi boca intentando decir algo pero nada más no me salía. Tenía un trato con su ex novia muy peculiar para mí gusto.
Y lo que me más me molestó en ese momento fue que me llevara a inscribirme en un concurso dónde ella era parte del comité. Nada podía asegurarle que o no me enteraría o que simplemente pudiera llevarme bien con ella.
Era solo cuestión de mirarla, no me causó nada nada de confianza y yo no era una persona que desconfiaba sí porque sí. Estaba tan segura que me causaría problemas.
Y no me equivoqué.
—¿Qué pretendías con traerme aquí? —no quería dudar de él, así que trataba de entender.
—¿Qué estás pensando? —preguntó.
Nunca había tenido confianza, y guardaba muy en el fondo mis inseguridades. Pero el último acontecimiento de mi vida, más el inconveniente con mi enfermedad hicieron que todos ellos dieran un largo paso al frente y se quedarán ahí.
Él con cada acción, detalle y caricia colocaba un bloque, logrando ir armando un muro, pero apenas llevaba la mitad y justo mis inseguridades dieron un gran salto pasando aquella pequeña barrera que empezaba apenas a levantarse, y yo a derrumbarme, solo esperaba pudiera agarrarme de su arnés.
—Lo que sea que estés pensando Camila, no es así —lo miraba con mi labio inferior queriendo empezar a temblar —Era una sorpresa, pero ya qué, yo te he traído acá porque la Beca que se está ofreciendo es para la universidad a la que yo apliqué —mis ojos se abrieron a la par con mi boca por aquella sorpresa.
Editado: 29.12.2020