Si no veo tus ojos

CAPITULO 47

—Esto no lo está causando tu enfermedad Camila.

Fue lo único que escuché desde que habíamos llegado a la clínica para ver a mi doctor por lo que me había sucedido.

Me era algo irracional lo que estaba oyendo. ¿Cómo podía estar yo ciega y no ser la causante la retinosis?

—¿Qué? —soltó mi madre y hermano muy sorprendidos por lo que había dicho.

—Como lo oyen —dijo mi doctor —Es algo que está fuera de nuestro alcance médico —solo eso, ninguna otra explicación.

—¿Pero que dices? Eres su doctor Martín, debes hacer algo —pedía desesperada mi madre.

—Para eso le pagamos —soltó mi hermano con frustración demostrando el porque nunca iba a mis consultas o a algo referente a eso.

—Lo sé, pero como les digo, esto está fuera de nuestro alcance, porque o es algo emocional o psicológico.

—¿Psicológico? No entiendo —expresé por primera vez desde que llegué.

—Les explico para ser más claro —se aclaró la garganta y escuché el sonido a mi parecer provenientes de unas hojas de papel —Todos los exámenes realizados tanto de sangre, y los que la oftalmología tiene al alcance no nos demuestra que algo haya empeorado en tu enfermedad o algo haya ocasionado este evento Camila, todo nos muestra que sigue igual, hasta tu ojo afectado muestra una mejora muy buena.

Quedé peor que antes, y más angustiada. ¿Podía estar yo misma ocasionando mi ceguera? - fue la única pregunta que mi cabeza pudo hacerse.

No, no me cabía en la cabeza que eso pudiera ser posible, por dios nisiquiera me había puesto en el estado anterior, ni llegado a esos alcances, no me había negado a seguir con lo que quería. Volvía a mi mundo, pero ese mejorado que me haría feliz. Por eso me negaba a creer que yo estuviera causando aquello.

—Eso no puede ser posible —Acoté —Estoy emocionalmente estable y Psicológicamente creo que también.

—¿Segura que estás emocionalmente estable? —Preguntó dándome a entender que sabía la situación que nos acogía a su hijo y a mí.

—Si, estoy segura de ello —dije parpadeando varias veces, me ardía mucho la vista —Que haya pasado lo que pasó no ha cambiado lo que siento o pienso. ¿Si no es por mi enfermedad, por qué no soporto el ardor en mis ojos?

—Recuerda que el ardor en tus ojos es algo común que tiene tu enfermedad, como los dolores de cabeza, y el nuevo tratamiento siempre expondrá mucho más los síntomas de la retinosis, como ya te había dicho, pero lo que aún no entiendo es el porque dices no poder ver si todo está muy bien.

—¿Crees que no es cierto? —me indigné y me sentí dolida por lo que dijo.

—No me mal intérpretes, solo estoy diciendo que no hay una razón mi Nina, será mejor que vuelvas a casa, tomes los analgésicos recetados para tus malestares y esperemos que esto solo sea una etapa y que tu vista empiece a reconocer la luz, y si alguna eventualidad de presenta me llamen de inmediato.

Me frustraba el que me fuera enviado a casa, por más que me sentía derrotada, resignada y queriendo hacerme a la idea que no habría vuelta atrás, tenía la esperanza de que me dijera una razón y una solución, no obstante, no habia ninguna de las dos y era lo que más me sorprendía ante la situación de haber perdido la vista y que la causante no fuera la retinosis.

Mi hermano iba despotricando todo el camino de regreso a casa, diciéndole a mi madre que ese doctor no tenía razón, y que buscáramos una alternativa y otra opinión, mientras mi madre solo lo reprendía haciéndole entender que no había alguien mejor, y yo sabía muy bien que el entendía que si lo era, solo que la rabia e impotencia del momento lo estaba consumiendo, si yo me fuera encontrado en todos mis sentidos emocionalmente hablando segura que lo habría hecho entender o en dado caso solo consolarlo. Sin embargo no estaba para consolar a nadie, era mi destino desde que lo supimos así que no era hora de lamentaciones.

Por más que me prometí no hundirme, esa era una piedra muy pesada, pero sacaría fuerzas de dónde fuera, lo haría, estaba segura. Lo que no estaba segura era de empezar ese día. Solo quería llegar y dormir con la esperanza de que fuera un simple sueño.

Lo único malo de todo, era que necesitaría ayuda para llegar a mi recamara, hasta que pudiera acostumbrarme. Así que tan solo llegar, no fue necesario siquiera pedirlo, mi madre y mi hermano me dieron mis medicamentos y me acostaron, todo sin yo decir una sola palabra, estaba cansada, solo quería dormir.

No lo logré hacer más de dos horas cuando escuché unas voces al otro lado de la puerta, era algo impresionante como cada uno de tus otros sentidos se activan cuando el destino o la vida te priva de uno de ellos.

Reconocí la voz de Abi tras la puerta donde conversaba con mi hermano y se le oía un poco alterada, al parecer se había enterado y estaba igual o peor que todos.

—No me parece justo Marcus, ella estaba encaminada, quería un futuro, a pesar de lo que recién pasó con Mason… —hasta ahí escuché todo, solo su mención hizo que mi cabeza diera vueltas.

Era como si todo se pusiera peor de lo que ya de encontraba, asimile no verlo más, pero jamás así, no de esa forma. Me idee un futuro donde pudiera encontrarlo y ver esos ojos que un día me hicieron sentir como ninguna otra, especial y amada apesar de todo. Pensar no volver a verle por estar ciega me mataba, así que solo volví a cerrar mis ojos, bloqueando las voces en el pasillo y sobre todo el recuerdo que volvía a mi mente.

°°°

 

 


Creer que todo podría ser un sueño era solo una ilusión, pensarlo fue una tontería.

Abrir los ojos a la mañana siguiente y solo encontrar oscuridad solo me hizo suspirar y comenzar a idear un plan para comenzar a adaptarme.

Así que me levanté dejando en mi mente el espacio de mi habitación, como están divido y colocado cada objeto para no tropezar con él.

Mi primer trabajo fue llegar al baño para asearme, al lograrlo comenzaba una nueva aventura donde pudiera moverme sin inconvenientes.




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