Si princesa

Prefacio

Prefacio: si princesa

Si princesa fue la primera frase que dije a la única chica que amaré, la dueña absoluta de mi corazón y de mi alma. Por su felicidad haría lo imposible, incluso si fuera el fin de mi existencia.

No hay ninguna otra razón para levantarme en las mañanas ni estudiar noches enteras, es por ella que me sobrepongo a la pereza y al fastidio que le tengo al estudio.

Solo por ella, mi princesa.

21 mayo 2.021

—Si princesa— respondió el chico de inmediato y dejó la pluma sobre la tableta— que deseas— preguntó y sus mejillas se sonrojaron de vergüenza al percatarse que los demás comensales lo miraban con interés.

—Solo que tengo el novio más maravilloso de todos— dijo con encanto ella y besó su mejilla— soy tan afortunada por haberte encontrado.

—En realidad es al revés, Serena—replicó el y se concentró en los pendientes de diamante para no perder la compostura —creo recordar que tú fuiste la que me salvaste de esas sombras.

Ambos se besaron sin importar que se hallaran junto a otras quince personas, estaban ocupados en su mundo de unicornios y rosas para pensar en las normas sociales y el decoro.

La pareja observaba la fuente de mármol del restaurante, tomados de la mano y con sus cabezas reclinadas, a las pequeñas aves que se bañaban en el agua cristalina.

—Señorita Corla Malva la limosina la espera— informo su guardaespaldas y aparto al chico de su protegida— la conferencia de prensa es en una hora y estamos lejos.

—Si, tienes razón Silvia—contesto a la mujer que se alejó para darles privacidad— cariño debo irme— dijo y volvió la cabeza para mirar los dulces ojos de su amor— puedes regresar solo.

—Por supuesto— respondió el e intento esconder el pánico que eso le causaba, no quería importunar a Serena, que tenía muchas responsabilidades como para preocuparse por sus miedos infantiles.

Serena le sonrió y salieron del restaurante, la limosina negra, el escuadrón de seguridad y la guardaespaldas esperaban, pero él no quería que Serena se marchara.

Deseaba parar el tiempo para que su momento jamás acabara o aparecerlos en una isla paradisiaca, sin preocupaciones o deberes… más solo beso la mejilla de su novia y luego se quedó parado mientras el auto se alejaba por las ruidosas calles de la ciudad.

Al final fue la lluvia quien cambio sus planes, corrió hacia el primer parador del transporte público que encontró y trato se pararse bajo el techo, no podría arruinar el esmoquin. Serena dijo que se veía elegante y él pretendía verse bien para ella.

Serena era una princesa y aunque el solo fuera un cobarde intentaría encajar en su mundo, ser su complemento.

 

La mañana fue ruda con el pero como siempre aguanto todas las penurias de su vida desastrosa y continúo lavando los platos, no tenía sentido quejarse de la inevitabilidad de la existencia.

Cuando la encargada de la cocina quedo satisfecha con su trabajo, el muchacho corrió hasta el segundo nivel de ese viejo edificio, tratando de evitar a los abusones y a los niños.

La vida le enseño que ambos eran igual de peligrosos y no quería más golpes o castigos, suficientes tenia tras haber llegado el lunes a altas horas de la noche, más no tenía culpa de eso.

No era ningún secreto que el sistema masivo de transporte urbano de la capital era simplemente un infierno con ruedas.

 

Dejo su chaqueta sobre la cama y suspiro, recordando el dolor que le provoco la paliza que le dieron sus compañeros del orfanato y sin que pudiera evitarlo las lágrimas asomaron a sus ojos.

Detestaba vivir en ese lugar, pero no podía hacer nada mas que aguantar, no tenia caso contarle a alguien, no era importante, solo una gota en un basto océano. Ni siquiera sus propios padres lo amaron lo suficiente como para cuidarlo.

Estaba solo y creía que su vida seria así hasta esa noche hace más de un año en que Serena lo salvo de esos drogadictos. Si ella no hubiera aparecido tal vez estaría muerto o algo peor.

Giro la cabeza, decidido a espantar esos horribles recuerdos y saco su cuaderno junto a un viejo lápiz y empezó a escribir, a imprimir su alma en aquel trasto.

28 mayo 2.021

Estos días lejos de Serena han sido fatales, ella es la única que se preocupa por mi y eso sumado al hecho que me volvieron a golpear en el orfanato provoca que me sienta infeliz.

Ojalá algo interesante ocurra.

Guardo los elementos en su escondite secreto y se apresuro a abandonar la habitación, varios de sus compañeros le lanzaban miradas de desdén y el ya tenia suficiente. La mayoría de las camas estaban vacías, algunos de sus amigos habían sido adoptados antes y durante la pandemia, lo que llevo a su soledad actual.

Aunque se alegraba por ellos, después de todo por muchos años fueron la única familia que conoció.

 

 

Lejos del ruido y de la monotonía de Bogotá dos personas conversaban con una taza de café en las manos, acompañados por un plato con pastelitos de chocolate y el silencio infranqueable.




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