¡si, Señor!

1: La llegada.✓

A idea de pisar Ámsterdam nuevamente hace que recuerdos del accidente vuelen violentamente por mi cabeza, no era algo para nada agradable pensar en como mis padres murieron, o de lo que suscitó aquella tarde tras regresar del colegio. En ocasiones recuerdos los consejos y abrazos cariñosos de mi madre Ellie, recuerdo las travesuras que mi padre Patrick y yo le hacíamos a mi madre como asustarla cuando ella menos se lo esperaba. Mi vida tomó un giro de 360 grados al irme a vivir con mis abuelos.

Y lo decía de bien.

Me cuidan y lo aprecio, después de todo soy lo único que conservan de mi madre. Pero me parecía atropellante la idea de tener a un guardaespaldas detrás de mi a cada momento del día. Thomas es alguien agradable, en varias ocasiones compartimos palabras pero no creo necesario que me siga a la universidad.

De entre mis demás compañeros pude acercarme a la única que había logrado ser mi amiga y esa es Hera Ivannov.

—Ya decía yo que no llegabas. —. Por poco y no lo hacía, las ganas de faltar me resultaban atractivas.

—Sabes dónde vivo y lo que me cuesta venir hasta acá.

Vivo cerca del bosque alejada de la ciudad de Ámsterdam por orden de mis abuelos, ellos a como de lugar me quieren mantener alejada de los peligros de la ciudad y de las personas.

—Ellos exageran, y mucho. No es como si fueran hacerte daño. —. Menciona ella, viéndome con incredulidad.

—Desde la muerte de mamá conservan esa paranoia.

Ella rueda sus ojos y se que por su mente pasa que mis abuelos son las personas más exageradas que nunca antes había conocido.

—Por cierto, sería agradable que fueses a mi casa luego de clases.

—¿Ha pasado algo con Atenea? —. Le pregunté por su hermanita menor a lo que ella negó.

—Mis hermanos regresan a la ciudad: Hades y Killiam. ¿Los recuerdas?

Por supuesto que los recuerdos.

Son los hermanos mayores de Hera y son mellizos, son lindos y bien parecidos. Fue una locura cuando abandonaron Ámsterdam por irse a Londres a estudiar una segunda carrera. Por Hera se que Hades fue el único que quiso seguir con el legado de la empresa de su familia mientras que Killiam se encantó por medicina.

—Increíble.

Hera no lo sabe pero siempre tuve un crush secreto por Hades sin embargo se que mis posibilidades de tener algo con él son inexistentes. Es un hombre maduro de 38 años que no tiene tiempo que perder con jovencitas de 23 como yo. La idea de verlo me emociona, no puedo negarlo, aunque sea me conformo con verle de lejos.

Mis abuelos me permiten visitar a Hera siempre y cuando Thomas esté presente y siempre y cuando no me quedé a solas con ninguno de los hermanos de Hera. Bastante protectora pero así la quería y amaba.

Las horas corren a mi favor y antes de que pueda salir me permito llamar a la abuela para avisarle que iría donde Hera.

—¿Me dejas ir? Por favor, abuela. —. Le supliqué, con un tono de voz mas dulce.

—Julia…—. Decidida a ir utilizo el arma mortal.

—Thomas cuida de mi y lo sabes, mientras yo esté con él nada malo pasará.

Se que para ella eso es suficiente convincente para dejarme ir a dónde yo quiera.

—Solo no te quedes sola con ningún chico, y regresa temprano a casa. —. Sonreí complacida, sabía que no podía negarse.

—Lo haré, no te preocupes. Te amo abuela y nos vemos más tarde. —. Cuelgo y vuelvo a la salida para encontrarme con mis guardaespaldas.

Thomas y Vincenzo.

—Iré a casa de Hera Ivannov y ustedes esperan en sus posiciones. —. Les informo a lo que ellos asienten.

El transcurso a casa de Hera fue entretenido gracias a los chistes malos que mi amiga hacía sin embargo se que sin Hera mi vida sería aburrida, por lo que agradezco tenerla en mi vida como mi mejor amiga.

Hester y Dionisio Ivannov nos reciben gratamente en la entrada como suelen hacer siempre que sus hijos regresan al nido. Junto a ellos espera Atenea la menor de los hermanos Ivannov y por supuesto la consentida de Hades y Hera, pareciera más hija de ellos dos que de sus padres ya que comparte muchas características físicas de sus dos hermanos.

—Nuestra querida Julia, finalmente nos visita. —. La madre de Hera es quien me recibe con un gran abrazo.— ¿Y tus abuelos como se encuentran?

—Señora, Hester, ellos se encuentran perfectamente bien, ya sabe con todo el trabajo en la empresa son escasas las veces que los veo.

—El amor siempre seguirá siendo el mismo sin importar que tan ocupados estemos. —. Dice ella.

Ellos me invitan a pasar mientras que mis guardaespaldas se quedan a las afueras de la casa asegurándose de que todo estén en orden. El interior de la casa de los Ivannov siempre fue de mi agrado, desde aquellas estatuas hasta aquellos cuadros antiguos llenos de historias interesantes. Ellos nos guían a la sala principal donde aguardan los dos hombres de la familia, Hera no duda en correr a los brazos de sus dos hermanos.

Killiam seguía igual al parecer sus próximos cuarenta años no le pasan aún la factura de todo el estrés laboral. Su cabello castaño sin ninguna cana, su rostro bien conservado aunque con ciertas expresiones que remarcan su edad. Y Hades…

Quiero pretender que no se me ha acelerado el corazón al verle mejor que hace años, quiero pretender que no ha causado ningún efecto contrario al cariño en mi sistema límbico. Sin embargo, me es imposible no derretirme enteramente por él, se ha puesto incluso mejor luego de su fatídico matrimonio, al parecer el divorcio le ha sentado de maravilla.

Por muy malo que suene.

Me encanta la idea de que Hades continúe soltero, me fascina la idea de verle solo y no acompañado por alguna otra mujer. Se que mis posibilidades no existen pero mi niña interna se muere por la atención de este hombre, sin embargo, creo que ya sería momento de abandonar aquella fantasía.

Y es Killiam el primero en saludarme.

—¿Qué tal te encuentras, Julia? Sigues igual que hace años.




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