¡si, Señor!

2: Confidencialidad.✓

🔥.

Eran cuatro días después y para mi mala suerte teníamos gimnasia al aire libre. Internamente me encontraba a mi misma quejándome de dicha asignatura, me es imposible creer que en negocios internacionales tengamos que por petición obligatoria de la universidad ver gimnasia. Sin embargo, la única que parecía alegre es mi rubia amiga Hera. Es aficionada del deporte y de la salud física así que para ella esto es emocionante.

—Ya cambia esa cara.

—No me fuera tan fastidiante si no tuviera que salir en shorts cortos al campus. —. Me quejé, abiertamente.

—Ya estamos en el quinto semestre, ve haciéndote la idea, Julia. —. Ella me toma del brazo y me hala a la salida de los vestidores.

Afuera estaban nuestros compañeros calentando antes de que inicie la clase, al parecer hoy sería correr alrededor del campus y calentamiento. Lo que menos me gustaba. Suspiré resignada y le seguí a Hera.

—Por cierto iré a casa de Hades al salir de clases, ¿te apetece acompañarme? —. Su pregunta en otro momento me habría emocionado, ahora me genera grima que Hades me vea empapada en sudor.

—Tendría que ir a casa a bañarme.

—En casa de Hades tengo ropa, puedo prestarte unas y así te duchas allá.

—¿Es tu solución para no quedarte aburrida toda la tarde, verdad? —. Ella asiente efusivamente alegre.— Ahora resulta que soy tu bufón personal.

—Ve el lado bueno, estaremos pasando tiempo juntas. Hay que aprovechar que tus abuelos han salido de la ciudad está semana.

Cierto, es raro cuando lo hacen y cuando sucede tomo esa oportunidad para ir a casa de Hera a hacer absolutamente nada.

Normalmente cuando ellos se van me quedo con el personal de limpieza y seguridad, y la verdad no me apetece quedarme en casa sin hacer nada y aburrida.

—Que buen chantaje. —. Reí, asombrada de Hera.

—Lo sé, aprendí de Killiam.

Ya veo

Volvemos a la clase de gimnasia y alrededor de media hora después ya me encuentro de camino al coche que nos llevara a casa de Hades. Lo bueno es que vería al crush de mi vida, y lo malo es que estoy sudada y toda roja por la clase. Hera durante el camino la pasó entretenida en su teléfono mientras que yo admiraba el paisaje, detrás de este coche venía el de mis guardaespaldas siguiéndonos y asegurándose de que todo vaya bien.

Llegamos y madre mía, Hades tenía un buen gusto al momento de elegir casas. La verdad está es incluso más grande que la de sus padres y muchísimo más moderna. Hera y yo bajamos para cuando una sirvienta nos ha abierto la puerta. Por dentro parecía un mismo palacio precioso, de techos altos, paredes de coral y azul marino y una larga escalera en forma de caracol que llevan a las plantas de la casa.

Si es que se puede llamar casa.

—¡Hera! —. Hades aparece al salir de una habitación, que supongo es su despacho.

—¡Hermano! —. Mi amiga saluda al castaño emocionada.— Espero no te incomode pero le he pedido a Julia que venga a ver tu casa nueva.

—No me molesta, más bien me alegra que hay venido. —. Dice amablemente antes de acercarse a mi y estrechar su mano con la mía.— Que bueno verte de nuevo, Julia.

—Lo mismo digo, Hades. —. Separé de inmediato mi mano, sentí una corriente eléctrica extraña.

Él da dos pasos para atrás volviendo al lado de Hera, para decirle que:

—Vayan a darse una ducha y así almuerzan más relajadas.

—Cierto. —. Dice Hera para pronto estarme llevando arrastras para las habitaciones de arriba.

Ella me guía al tercer piso tras haber entrado a su habitación en el segundo para buscar la dichosa ropa que me prestaría.

—Este es un cuarto extra que Hades tiene, aquí puedes bañarte tranquila y sin que nadie te moleste.

—Gracias y nos vemos en un rato. —. Ella asiente y sale de la habitación.

Yo la divisé y para ser una habitación excluida es igual de grande que las principales, tiene incluso un balcón al que no me atrevo a salir, me podría marear por la altura en la que me encuentro. Sin más entro al baño para preparar la bañera y así darme un baño relajante, me saqué todas mis prendas y me metí. Mi cuerpo entero se erizó ante la temperatura del agua pero fue relajante.

Estar desnuda y en la casa de Hades es algo extraño e incómodo, sin embargo no me fastidia la idea.

Tras varios minutos bañándome tomo una toalla y la envuelvo en mi cuerpo, al salir del baño me encuentro con su atormentante presencia. Por mi bien me aferraré a la toalla y a la pared.

—¿Qué haces aquí?

Él mantiene esa expresión de diversión en su rostro.

—Vine a ver qué tal la pasaba mi visita.

—¿Si sabes que estoy en toalla? Pudiste esperar a que me vistiera.

Él se pone de pie y de inmediato me siento pequeña e intimidada por su altura, me acorrala contra la pared y me observa.

—Le he dado vueltas a la conversación de hace días.

—¿Y que sucede? —. Temblaba, me tiembla la mano de los nervios.

—¿Has tenido esos momentos casuales, Julia?

Su pregunta me toma fuera de base, la verdad por mucha curiosidad que sienta no me permitiría arruinar mi vida con otro chico. Ya que no sería igual, es emocionante al hacerlo con alguien que te mueve el piso.

—Piensas mucho. —. Murmuró, con voz ronca.

—La respuesta es obvia. —. Dije, tímida. Él tuerce sus labios.

—Ya me hacía una idea, sin embargo otra me aborda.

—¿Y esa es…?

Él no responde sin embargo es su mano la que lo hace al tomar la mía y apartarla, Hades toma el borde de la toalla haciéndola a un lado. Me sentía expuesta ante él, aquel par de esferas color miel observaban con deleite cada parte de mi anatomía y dios, podía sentir mi cuerpo arder.

—¿Y si mantengo esos momentos casuales contigo?

Su propuesta me descoloca, y vuelvo a recordar que Hades no busca enamorarse él solo quiere con quién desahogar el estrés que le causa su trabajo y vida diaria.

—¿Por qué yo? Mi cuerpo no es tan exuberante, es poco agraciado.




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